La desigualdad en los cuidados sale cara: el trabajo invisible de las mujeres supone unas pérdidas económicas equivalentes al 6,4% del PIB español

La conciliación no existe. Actualmente, las mujeres todavía son las que soportan el peso de los cuidados en los hogares. Son ellas, y no los hombres, las que dedican más horas a la crianza de los niños, a las personas dependientes y a las tareas domésticas. Este trabajo no remunerado las obliga muchas veces a frenar sus carreras y renunciar a sus aspiraciones profesionales.

Mientras la corresponsabilidad sigue siendo una meta muy lejana, los datos revelan también una brecha económica entre géneros y cuyo coste se refleja en las cuentas del país: la desigualdad en los cuidados supone el 6,4% del Producto Interior Bruto (PIB) español. En concreto, las mujeres destinan 41 millones de horas diarias más que los hombres al trabajo doméstico y de atención a familiares, según el segundo informe de Closing Gap, Coste de oportunidad de la brecha de género en la conciliación, elaborado junto a Repsol y Afi.

Esta diferencia en la distribución de los cuidados, que obliga a las mujeres a llevar sobre sus hombros el bienestar de la familia y, por ende, el funcionamiento invisible de toda la sociedad, también queda evidenciada en los datos oficiales: el 90% de las excedencias laborales para cuidar de hijos o familiares las piden ellas, y más del 40% reduce su jornada laboral, frente a solo el 7% de los hombres. El reparto desigual, además de perpetuar la brecha de género, también influye en el desarrollo económico de España.

La valoración económica del trabajo de los cuidados pone en cifras lo que, durante generaciones, ha permanecido en la sombra. Según el análisis, la economía española soporta un coste anual de 95.581 millones de euros —el equivalente al 6,4% del PIB nacional de 2023— debido a la desigualdad de género en la conciliación. De esta cantidad, más de 62.110 millones de euros al año (4,1% del PIB) corresponden de manera directa a las horas extra que destinan las mujeres al cuidado de menores y personas dependientes en comparación con los hombres.

Esta cifra representa lo que se denomina el “coste de oportunidad de la brecha de género en la conciliación”. Dinero que España deja de producir y talento desaprovechado por mantener el actual sistema dispar. Si hombres y mujeres compartieran de manera equitativa las tareas, la economía nacional aprovecharía el potencial productivo que tiene, que equivale a millones de jornadas anuales. Además, también facilitaría la integración y el desarrollo profesional de la mitad femenina de la sociedad.

El informe detalla que las mujeres asumen la mayoría de las reducciones de jornada, permisos y excedencias para el cuidado familiar. Al cabo de los años, este desequilibrio se convierte en una penalización acumulada para la trayectoria profesional de las mujeres. Y es que la brecha salarial derivada de la maternidad puede alcanzar un 25% menos de ingresos anuales respecto a sus compañeros varones. La denominada “penalización por maternidad” aparece sobre todo cuando llega el primer hijo, o con la primera situación de dependencia en el núcleo familiar, y tiene consecuencias que perduran hasta la jubilación.

En cifras, a lo largo de su vida laboral, una mujer puede perder hasta 300.000 euros por asumir prácticamente sola la responsabilidad de los cuidados. Este cálculo incluye sueldos no percibidos, oportunidades de promoción frustradas y cotizaciones sociales más bajas, lo que más adelante se traduce en una pensión inferior a la de los hombres. De esta manera, la desigualdad en la conciliación no solo condiciona el presente económico de las mujeres, sino también su futuro bienestar y autonomía.

La exclusión de las mujeres del trabajo remunerado a tiempo completo, la dificultad para acceder a puestos de responsabilidad y el abandono prematuro de la vida laboral suponen una pérdida de riqueza, competitividad e innovación para el conjunto de la sociedad española. El informe destaca que, si el Estado profesionalizara o apoyara debidamente el sector de los cuidados, se podrían generar decenas de miles de empleos, incrementar el PIB y mejorar la sostenibilidad del sistema de pensiones y prestaciones sociales.

El impacto de la desigualdad también sobrepasa las cifras económicas. La concentración de los cuidados en las mujeres limita de forma estructural sus horizontes personales y sociales, reforzando estereotipos y perpetuando un reparto de roles arcaico. Muchas madres, hijas o esposas deben priorizar la carga doméstica sobre su salud, su tiempo libre o su formación, sufriendo las consecuencias en términos de menor bienestar, desarrollo personal y participación pública.

El informe insiste en la necesidad de que todos los actores sociales e institucionales se impliquen para avanzar hacia un sistema verdaderamente corresponsable en materia de cuidados. Entre las propuestas, se encuentran el impulso de políticas públicas que reconozcan los cuidados como un pilar imprescindible del bienestar colectivo, el fortalecimiento de servicios y redes de apoyo, así como la mejora de los permisos laborales para madres y padres.

También destacan que avanzar hacia una distribución equitativa de los cuidados permitirá liberar talento, aumentar la productividad y mejorar la cohesión social. Al final, transformar la realidad de los cuidados se alza como una tarea que no se puede dejar pasar, y que aseguraría el progreso económico y social de España en el futuro inmediato. Es fundamental un cambio cultural que desafíe los roles tradicionales de género y promueva la responsabilidad compartida entre hombres y mujeres dentro del hogar.