De ‘brauni’ a ‘cruasán’: la última edición del Diccionario panhispánico de dudas incluye unas 7.000 entradas nuevas

Este diccionario busca resolver dudas frecuentes sobre ortografía y terminología de la lengua española

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Diccionario Panhispánico de Dudas (Imagen:
Diccionario Panhispánico de Dudas (Imagen: Real Academia Española)

La lengua está en constante evolución: las palabras nacen, desaparecen o modifican su sentido, y al mismo tiempo surgen interrogantes sobre cómo escribir o pronunciar ciertos términos. La incertidumbre ha llegado a su fin: la nueva edición del Diccionario panhispánico de dudas (DPD), presentada este jueves en Madrid y editada por Taurus bajo el respaldo de la Real Academia Española (RAE) y la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale), busca resolver este tipo de dilemas actuales entre los hispanohablantes.

La primera edición del DPD, publicada en 2005, tuvo una buena acogida y marcó el inicio de las obras académicas panhispánicas. Salvador Gutiérrez Ordóñez, director de la obra, lo recordó durante la presentación en la sede de la RAE. El proyecto no estará disponible online de inmediato; habrá que esperar para consultarlo en la web.

7.000 entradas nuevas, entre novedades, neologismos y extranjerismos

Esta nueva edición incluye unas 7.000 entradas. De ellas, 370 se suman como novedades, y entre estas se cuentan 362 neologismos y extranjerismos. La obra otorga una mayor presencia a los usos americanos del español. Santiago Muñoz Machado, director de la RAE, repasó los orígenes del diccionario: el primer registro de dudas comenzó en 1998 y se nutrió tanto de preguntas frecuentes a las academias como de libros de estilo de medios de comunicación. En 2019, durante un congreso de la Asale en Sevilla, se tomó la decisión de trabajar en esta segunda edición.

Las cuestiones que aborda el diccionario abarcan pronunciación, acentuación, puntuación, grafías, cuestiones morfológicas como plural o género, así como aspectos sintácticos (concordancia, leísmo o dequeísmo) y dudas léxico-semánticas, neologismos o extranjerismos.

Este diccionario busca resolver dudas
Este diccionario busca resolver dudas frecuentes sobre ortografía y terminología de la lengua española (Freepik)

Algunas confusiones frecuentes aparecen resueltas: la palabra égida, cuyo significado real es “protección o amparo”, a menudo se confunde con hégira, utilizada para aludir a la huida de Mahoma de La Meca a Medina en el año 622. El término bullying, aunque cada vez más extendido, se ve desplazado a favor de “acoso escolar”, recomendación a la que se suman las academias. Delicatessen, pese a usarse mayoritariamente con doble ese, encuentra su adaptación en una sola ese, tal como sugiere el diccionario. El brownie, por su parte, puede escribirse como brauni, mientras que el croissant adopta oficialmente la forma cruasán, desaconsejándose versiones como curasán o croasán.

“Lo que dice el DPD no tiene por qué triunfar”

El recorrido por extranjerismos continúa: lobi por lobby, campin por camping y la preferencia por i latina en palabras que terminan en consonante más i, como bodi (y su plural, bodis) o ferri. Salvador Gutiérrez Ordóñez señaló que “lo que dice el DPD no tiene por qué triunfar”, subrayando cómo la lengua escoge su camino propio. Explicó también que “los extranjerismos son una constante que no se puede parar, este diccionario lo que señala es si su uso se justifica o no”.

La dimensión pluricéntrica del español se refuerza en esta edición: el DPD recoge ejemplos de 3.260 obras y 399 publicaciones periódicas de todo el mundo hispanohablante, incluidos Filipinas y Guinea Ecuatorial, una diferencia significativa respecto a la edición anterior.

Elena Hernández Gómez, responsable del Departamento de Español al día de la RAE, mencionó otras novedades. Ya no se admite la tilde en guion; y ya se reconoce el uso frecuente de bizarro, antes censurado en el sentido de “raro” o “extravagante”. El plural de máster, másteres, convive con la forma inglesa masters. Yoga figura ahora como femenino en algunos países y, para spa, se propone espá. Todo respaldado por documentación y con el ánimo de “usar estos términos que no separan la ortografía de la pronunciación”.

La voz braille, que identifica el sistema de lectoescritura para personas ciegas, se pronuncia en España como bráille y en América como bráile. La recomendación pasa por “acomodar en el uso grafía y pronunciación”. El DPD recoge el pulso actual del idioma; la última palabra, sin embargo, siempre recae en los hablantes.