Una mujer descubre un yacimiento de oro de siete toneladas bajo su granja

El Estado reclamó la tierra en nombre del interés público, dejando a la minera desposeída y en el centro de un debate nacional

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Minería - oro
Minería - oro

Imagine que se dedica a la agricultura. En una pequeña granja orgánica certificada lleva más de veinte años cultivando hortalizas y criando pollos. Imagine que un día, por contingencia, descubre un tesoro en las hectáreas de su parcela. Oro, como en las películas de aventuras, de un intenso color ambarino, mancillado por la tierra.

Esta es la historia de Marianne Delcourt, de 48 años. Según informa el medio digital DBL, fue con motivo de la perforación de un pozo en su granja. De repente una mañana se detectaron anomalías. Los análisis presentaron lo imprevisible; debajo de la tierra había un tesoro.

Los expertos se desplazaron hasta el lugar del descubrimiento. Un equipo de geólogos confirmó la presencia de un yacimiento de oro puro en este pequeño departamento francés ubicado al sur del país. Esto puso en el punto de mira de la minería a la región de Occitania.

La intervención del Estado

La sorpresa de Marianne fue inmensa. Su vida había dado un vuelco inesperado. Esto era una bendición. Había llegado de forma fortuita y casi no se lo podía creer. Estaba entusiasmada con la idea.

Foto de archivo. Aves orgánicas
Foto de archivo. Aves orgánicas en la granja Valley View en Linville, Virginia. Julio de 2019. Farmer Focus/Handout via REUTERS

No obstante, muy pronto su ilusión se deshizo ante la cruel realidad.

“Pensé que sería una bendición y se convirtió en una maldición”, explica emocionada.

Al poco de hacerse público el descubrimiento de la mina de oro, las autoridades emitieron una orden de requisición del terreno. En ella se alegaba, por un lado, interés público y, por otro, motivos de seguridad nacional.

De la noche a la mañana, Marianne dejó de ser propietaria de la tierra. Todo su esfuerzo, su trabajo de tantos años, su modo de subsistencia había sido destruido por un solo acontecimiento.

La opinión pública

Su caso se viralizó en Francia y en otras partes del mundo. La opinión pública volcó todo su apoyo en Marianne. Se organizaron manifestaciones y protestas en reivindicación suya. También se creó una petición en línea donde cientos de personas firmaron para que se le devolviera la tierra.

“He invertido mi vida en esta granja, respetando la naturaleza y brindando productos saludables a la comunidad. ¿Y ahora tengo que renunciar a todo porque el estado encontró oro?”, se lamenta la mujer impotente ante la situación.

“Es como si todo lo que he construido no valiera nada comparado con este metal precioso”, continúa diciendo recordando el pasado y todo su esfuerzo puesto en la granja.

La historia de una injusticia

Testimonios como los de Marianne hacen reflexionar sobre el papel del Estado en las vidas de las personas. ¿Cómo justificar las decisiones económicas de los Estados cuando ponen en peligro las formas de subsistencia de sus ciudadanos?

De esto habla la filósofa contemporánea Miranda Fricker: “El poder social del Estado, en ocasiones, influye en quién es creído o silenciado”.

La autora explica que los Estados-nación pueden ser una fuente de poder coercitivo y epistémico. Se produce entonces lo que califica de injusticia.

El caso de Marianne pone de relieve este tipo de injusticias: algo que le pertenece le es arrebatado sin que pueda intervenir, y su voz como ciudadana no es escuchada por el Estado. Su experiencia, desprovista de reconocimiento institucional, revela cómo ciertos discursos quedan al margen del espacio público y del poder de decisión.

A pesar de ello, Marianne está decidida a luchar por lo que cree. Considera emprender acciones legales si la situación no se soluciona. Espera que su testimonio sirva para la creación de políticas públicas destinadas a la gestión de los recursos naturales y el equilibrio entre los intereses económicos del Estado y el derecho individual. Además, también aboga por la protección de las granjas orgánicas frente a los intereses industriales extractivistas.