
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha lanzado una advertencia clara a la Unión Europea: relajar la vigilancia fiscal podría comprometer la sostenibilidad financiera mientras el continente afronta el reto de financiar sus planes de defensa. La institución insiste en que la región está enfrentando desafíos estructurales y geopolíticos que exigen reformas y una coordinación clara entre todos los Estados miembros.
Aun así, según ha detallado el FMI en las conclusiones preliminares para la elaboración del informe anual Artículo IV, la economía de la zona euro resiste a pesar de las tensiones externas. Sin embargo, el envejecimiento de la población, la lenta evolución del crecimiento a medio plazo y la incertidumbre por el panorama internacional siguen siendo fuentes de presión sobre el progreso de Europa.
Reformas y barreras internas: los retos para un crecimiento sostenido en Europa
Los primeros índices que destaca el FMI para el crecimiento económico se inclinan hacia un panorama a la baja, debido a factores como la incertidumbre en la política comercial y los conflictos internacionales, hechos que serían capaces de lastrar tanto la demanda como el desarrollo regional más de lo previsto. La institución ha subrayado que “es imprescindible una estrategia política integral, articulada a nivel europeo, para avanzar en varias áreas críticas”.
Entre los objetivos apuntados figuran: fortalecer el crecimiento potencial dentro de un contexto demográfico complicado, garantizar que las nuevas prioridades de gasto no comprometan la solidez fiscal y resguardar la estabilidad macroeconómica en su totalidad. El organismo también recalca la importancia de llevar a cabo reformas que impulsen la innovación y la inversión, reforzando especialmente la integración plena dentro del mercado único europeo.
Uno de los ejes del diagnóstico del FMI radica en las barreras que subsisten en el mercado común europeo, y las equivalen a un arancel aproximado del 44% para bienes y del 110% para servicios. Eliminar estos obstáculos permitiría a las empresas europeas explotar con mayor eficacia las economías de escala y especialización, mientras también avanzarían las cadenas de suministro internacionales. Una integración más ambiciosa podría traducirse en un incremento del 3% del Producto Interior Bruto (PIB) de la UE en la próxima década, según proyecciones de los técnicos del Fondo.
La advertencia fiscal: aumentar el gasto sin perder el norte
Uno de los puntos fundamentales para el FMI es sobre la gestión fiscal, especialmente relevante ante el necesario incremento presupuestario en áreas críticas como defensa, transición ecológica e innovación. La organización calcula que el presupuesto comunitario debería incrementarse en al menos un 50%, solo para mantener los programas ya existentes y afrontar adecuadamente las nuevas prioridades.
El Fondo insta, además, a la racionalización y modernización del presupuesto de la UE, implementando un enfoque orientado a resultados y ligando el acceso de fondos comunes a reformas estructurales nacionales alineadas con las metas europeas. Asimismo, mientras el uso de “cláusulas de escape” fiscal ha podido ser útil para permitir un aumento inmediato del gasto en defensa, el FMI recomienda limitar estas herramientas a la primera fase de la escalada y evaluar constantemente su efecto sobre el endeudamiento público.
Las diferencias entre Estados miembros tampoco pasan inadvertidas. Mientras algunos países disponen de cierto margen fiscal para soportar mayores inversiones a corto plazo, aquellos con altos niveles de deuda y espacio presupuestario reducido verán necesario el realizar ajustes fiscales de mayor envergadura. La presión sobre el gasto público irá en aumento, con estimaciones que sitúan el coste anual de intereses, envejecimiento poblacional, política climática, seguridad energética y defensa en un 4,4% del PIB para la eurozona en 2050.
Innovación, euro digital y reformas: claves para evitar que la UE se quede atrás
Para mejorar la situación, el FMI ha propuesto cuatro líneas de actuación prioritarias: reducir la fragmentación regulatoria entre los Estados miembros, avanzar en la Unión de Mercados de Capitales (UMC) para canalizar los recursos hacia proyectos de alto impacto, ampliar la movilidad laboral intracomunitaria e integrar el mercado energético. El desarrollo de un euro digital también figura entre las recomendaciones, porque podría contribuir a una mayor soberanía monetaria y eficiencia en los pagos transfronterizos, a la vez que fortalecería la cohesión del ecosistema financiero europeo.
Junto con estas propuestas de integración, el FMI recuerda que la urgencia de actuar responde al avance ágil que están mostrando otros polos económicos globales. Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo, ha remarcado en la presentación del análisis que si Europa no acelera las reformas y la integración, corre el riesgo de quedar rezagada respecto a otras potencias avanzadas y emergentes, y que “no hay margen para más demoras, ya que los principales socios comerciales de Europa avanzan con gran rapidez”.
*Con información de Europa Press.
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