
La contaminación por plásticos en los océanos sigue siendo una de las principales crisis medioambientales de la actualidad, pero una corriente de científicos, encabezada por la bióloga Rebecca Helm, de la Universidad de Carolina del Norte, en Asheville (UNC Asheville), está alertando sobre los riesgos de implementar tecnologías de limpieza sin antes estudiar a fondo los impactos ecológicos.
Según estos expertos, retirar los residuos flotantes podría eliminar ecosistemas desconocidos que habitan en la superficie marina, alterando aún más las ya frágiles cadenas alimentarias oceánicas.
El impacto oculto de la basura flotante
En las últimas décadas, la comunidad científica ha dejado claro que la acumulación de plásticos en los océanos es un problema urgente que debe abordarse de inmediato.
Sin embargo, esta nueva perspectiva plantea una reflexión importante: los desechos plásticos no solo representan una amenaza por sí mismos, sino que también han dado lugar a la creación de un ecosistema flotante que, hasta ahora, había sido poco investigado.
El neuston, el conjunto de organismos que habita en la capa superficial de los océanos, es uno de los elementos clave en esta discusión. Este grupo incluye desde algas microscópicas y bacterias hasta pequeños invertebrados marinos, como la medusa vela (Velella velella) y el caracol violeta (Janthina).
Según Helm, estos organismos desempeñan un papel fundamental en los procesos biológicos de los océanos, como el intercambio de gases entre la atmósfera y el agua, el reciclaje de materia orgánica y como fuente de alimento para diversas especies marinas, incluidas tortugas y aves.

El “séptimo continente”
Uno de los casos más notorios en los que se observan estos impactos es la Gran Mancha de Basura del Pacífico (GPGP), conocida como el “séptimo continente”, una gigantesca zona que abarca más de 1,6 millones de kilómetros cuadrados y contiene al menos 79.000 toneladas de residuos plásticos flotantes.
Esta área se ha convertido en un lugar de convergencia tanto para los plásticos como para una gran diversidad de vida marina flotante. Según los datos recopilados por los investigadores, la concentración de organismos en el núcleo de la GPGP es mayor que en su periferia.
En este contexto, Helm ha advertido que “algunas tecnologías de limpieza podrían arrasar un ecosistema entero que no entendemos y que quizá nunca podamos restaurar”, según ha recogido PLOS Biology.
Su investigación ha llevado a proyectos como The Ocean Cleanup a reconsiderar sus diseños, incorporando válvulas de escape, sensores y protocolos para la liberación de fauna, con el objetivo de proteger estos ecosistemas antes de realizar intervenciones masivas.

Una paradoja ecológica
Este giro en el enfoque ha generado cierta sorpresa. Durante años, la prioridad ha sido reducir la cantidad de plásticos en los océanos, y ahora algunos científicos piden frenar las iniciativas de limpieza sin una evaluación más profunda.
Si bien la contaminación por microplásticos y el daño a diversas especies marinas son evidentes, estos expertos señalan que, a medida que la vida marina se adapta a este entorno artificial, podríamos estar a punto de destruir un ecosistema que aún no comprendemos completamente.
El neuston no es el único organismo afectado por los plásticos flotantes. Otros seres más grandes, como crustáceos, peces larvarios y pequeñas tortugas, también dependen de esta capa superficial del océano.
Según Helm, cualquier intento de aspirar o retirar los plásticos de manera indiscriminada podría acabar con un peldaño entero en la cadena alimentaria oceánica, afectando a depredadores mayores, desde atunes hasta aves pelágicas.

No todo es lo que parece
Los científicos detrás de esta advertencia no proponen abandonar la limpieza de los océanos. En lugar de eso, sugieren un enfoque más equilibrado que contemple dos aspectos fundamentales:
Por un lado, reducir la fuente del problema, lo que implicaría reducir el uso de plásticos de un solo uso y mejorar la gestión de residuos en tierra Y por otro, evaluar científicamente las operaciones de limpieza, es decir, cada intervención debe ser cuidadosamente medida para evaluar su impacto en los organismos marinos.
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