
En Zahara de los Atunes, un pintoresco rincón gaditano con tradición pesquera y alma tunera, se ha desatado una inesperada tormenta. La protagonista: Paz Padilla, humorista, actriz, empresaria y, ahora, figura controvertida para muchos comerciantes locales. La chispa del conflicto ha sido una raspa de pescado, insignia tradicional de la zona y ahora también imagen registrada de su marca de moda junto a su hija, Anna Ferrer, No Ni Ná.
Durante años, la presentadora de televisión ha cultivado un vínculo estrecho con Zahara. Su presencia cercana y simpática le ganó el cariño de muchos, integrándose casi como una vecina más. Pero esa convivencia pacífica se quebró cuando Padilla, a través de su equipo legal, registró como logo exclusivo una silueta de raspa de pescado, con derechos de uso en exclusiva por una década. Un gesto que ha desatado la indignación del comercio local, que durante generaciones ha utilizado este símbolo como parte del imaginario colectivo de la zona.
La situación se tensó aún más cuando comerciantes comenzaron a recibir advertencias legales por el uso del dibujo. Una vendedora, en declaraciones al programa TardeAR, aseguró haber sido grabada desde la puerta de su tienda por la propia Paz Padilla, quien, según su testimonio, les advirtió de que debían retirar todo producto con el icónico símbolo o enfrentarse a una demanda. Poco después, varios locales recibieron burofaxes alegando infracción de propiedad industrial.
Ante la creciente polémica y la avalancha de críticas en redes sociales, Padilla salió al paso asegurando que no fue una decisión personal, sino una medida tomada por su equipo jurídico. “Ha sido mi gabinete de patentes el que ha enviado los escritos. No he sido yo”, afirmó, desvinculándose parcialmente del enfoque agresivo de la acción legal. Asimismo, recalcó que el diseño que ha registrado es una creación original del artista Xoan Viqueira, y no una copia de ningún símbolo tradicional de Zahara. No obstante, el municipio se ha llenado de carteles con mensajes como “Liberad la raspa zahareña del copyright”, en una campaña espontánea que mezcla arte callejero, sátira y protesta.

El patrimonio de Paz Padilla
Pero más allá del conflicto, lo que realmente ha sorprendido a muchos es la dimensión del imperio económico de Paz Padilla. Su salida definitiva de Mediaset, donde fue uno de los rostros más emblemáticos durante más de una década, podría haber supuesto un varapalo profesional. Sin embargo, su patrimonio demuestra que la gaditana ha diversificado sus ingresos con astucia y visión empresarial.
En el ámbito del emprendimiento, Padilla ha explorado desde la hostelería hasta la moda. En 2017 abrió Los Tunantes de la Villa, un restaurante en Villaviciosa de Odón (Madrid), y poco después inauguró Trompeta Beach, un chiringuito en Zahara de los Atunes. Aunque el primero ya cerró sus puertas, el segundo continúa en funcionamiento y promete ser uno de los puntos fuertes de la temporada estival. De hecho, ha sido el punto de promoción de las últimas campañas de No Ni Ná.
Ese mismo impulso emprendedor la llevó a transformar Polboart, la sociedad con la que gestionaba su carrera artística, en el germen de su polémica firma de moda, lanzada en 2019 junto a su hija. Empezaron con una tienda física en Zahara, que terminó cerrando, pero el negocio online se ha mantenido fuerte. En 2021, constituyeron la sociedad NoNiNa Zahara S.L., con la que en 2023 lograron ventas por 1,2 millones de euros y un activo total que ronda los 879.000 euros.

Además, la intérprete de La que se avecina ha triunfado en el mundo editorial con El humor de mi vida, un libro escrito tras la pérdida de su marido en 2020, que se convirtió en superventas con más de un millón de ejemplares vendidos. El éxito se replicó con la obra de teatro homónima y su segundo libro, Madre, ampliando así las líneas de negocio de su sociedad Polboart, que en 2023 facturó cerca de 700.000 euros y tiene un valor estimado de más de dos millones.
Padilla también incursionó en el mundo de la representación de talentos. En 2021 fundó Pia Poducciones, un holding para organizar sus diversas actividades empresariales, e invirtió en Shaka Talets, junto a su hija y su representante Ana de Miguel. Aunque este último proyecto ya ha sido liquidado, las relaciones personales y profesionales entre las tres siguen vigentes, según informa la revista Lecturas.
En cuanto a bienes inmuebles, su cartera tampoco se queda atrás. Posee al menos cuatro propiedades de alto valor: dos apartamentos en Zahara, uno de los cuales supera el millón de euros, una casa en Madrid de unos 900.000 euros, y una masía del siglo XVIII cerca de Girona, con cinco hectáreas de terreno, valorada en más de un millón. Esta última funciona además como alojamiento rural, y puede alquilarse por hasta 3.700 euros semanales en temporada alta.
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