El hallazgo de restos de cáncer en un fósil de dinosaurio puede ser útil para la investigación de los tratamientos actuales

Este descubrimiento que casa paleontología y oncología puede ayudar a comprender mejor la evolución del cáncer

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Paleontólogos ante un fósil de
Paleontólogos ante un fósil de dinosaurio. (AdobeStock)

La enfermedad de un animal prehistórico puede ser clave para entender el funcionamiento del cáncer en nuestros tiempos. Gracias al análisis del tejido blando de los huesos, un equipo de investigadores de Rumanía y Reino Unido ha encontrado un fósil de dinosaurio con signos de haber sufrido cáncer. Utilizando un microscópico ultrapotente, los científicos hallaron un tumor en la mandíbula del dinosaurio.

El dinosaurio en cuestión es un Telmatosaurus transsylvanicus (“lagarto de pantano”, en griego), un animal que vivió a finales del Cretácico, hace unos 66 a 70 millones de años, en la actual Rumanía. Se trata de un dinosaurio relativamente pequeño, de cinco metros de longitud y media tonelada de peso.

El cáncer de este Telmotasaurus era un ameloblastoma, un tumor benigno que suele aparecer cerca de las muelas y que todavía afecta a los humanos. Este hallazgo sugiere, en primer lugar, que estas partículas pueden conservarse con mucha más frecuencia de la que creíamos, lo que a su vez amplía el conocimiento que se tiene sobre estos animales prehistóricos.

“A diferencia de las estructuras esqueléticas por sí solas, los tejidos blandos contienen proteínas que proporcionan información molecular que puede revelar los mecanismos biológicos subyacentes de la enfermedad”, afirma el doctor Justin Stebbing, oncólogo de la Universidad Anglia Ruskin en el Reino Unido. “Nuestra investigación, que utiliza métodos relativamente poco utilizados, invita a una mayor exploración que podría contener la clave para futuros descubrimientos que podrían beneficiar a los humanos”.

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De un fósil de dinosaurio a los laboratorios

Los restos oncológicos hallados en este dinosaurio abren la puerta a nuevos enfoques para comprender mejor los mecanismos del cáncer y su evolución, explican los investigadores. Otros grandes animales, como las ballenas y los elefantes, han mostrado tener una incidencia muy baja, casi inexistente, de cáncer, ya que han desarrollado unos mecanismos de defensa a lo largo de su evolución.

Comprender cómo estos animales han pasado por unas adaptaciones biológicas para protegerse de una de las principales causas de muerte en todo el mundo podría ayudarnos incluso a perfeccionar los tratamientos y las tácticas de prevención.

“Los dinosaurios, como organismos de gran tamaño y larga vida, presentan un caso convincente para investigar cómo las especies manejaron la susceptibilidad y la resistencia al cáncer durante millones de años”, asegura el doctor Stebbing. “Es crucial que los esfuerzos de conservación de fósiles a largo plazo se coordinen para garantizar que los futuros investigadores tengan acceso a especímenes adecuados para investigaciones moleculares de vanguardia”.

Este insólito descubrimiento, cuyo estudio ya ha sido publicado en la revista Biology, es buena prueba de cómo la genética, la biología y el medioambiente propiciaron la aparición del cáncer en el Cretácico tardío. “Las proteínas, particularmente las que se encuentran en tejidos calcificados como el hueso, son más estables que el ADN y son menos susceptibles a la degradación y la contaminación”, añade el investigador. “Esto los convierte en candidatos ideales para estudiar enfermedades antiguas, incluido el cáncer, en especímenes paleontológicos”.

Los investigadores tienen la esperanza de que este descubrimiento pueda servir para entender cómo las especies afectadas pueden haberse adaptado al cáncer durante su evolución, al mismo tiempo de observar cómo ha mutado la enfermedad.