Filipinas contaba con técnicas de navegación avanzada, una amplia red marítima y relaciones interculturales a larga distancia hace más de 35.000 años, según un estudio

Evidencias arqueológicas en Mindoro y su entorno demuestran que las primeras poblaciones insulares compartían conocimientos, cultura y tecnología con remotos pueblos oceánicos en la Edad de Piedra

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Una avanzada cultura marítima floreció
Una avanzada cultura marítima floreció en Filipinas hace 35.000 años (Pexels)

Quince años de investigaciones arqueológicas han transformado la comprensión sobre el papel del archipiélago filipino en la historia del sudeste asiático. Un equipo de científicos de la Ateneo de Manila University, en colaboración con expertos e instituciones internacionales, ha recopilado pruebas que apuntan a una migración humana eficaz, conocimientos tecnológicos y relaciones interculturales a larga distancia, todo ello hace más de 35.000 años.

Según informan desde Science Direct, las evidencias resultantes del Mindoro Archaeology Project aportan algunos de los datos más antiguos sobre la presencia de Homo sapiens en el actual territorio filipino, especialmente en la provincia de Mindoro Occidental, en enclaves como la isla Ilin, San Jose y Sta. Teresa (Magsaysay). Uno de los hechos más llamativos del estudio apunta a que Mindoro, al igual que la mayoría de grandes islas del país -con la excepción de Palawan - , jamás estuvo conectada al sudeste asiático continental, ni por puentes terrestres ni glaciares. Esto implica que las travesías marítimas fueron fundamentales desde los orígenes de la población en la región, probablemente impulsando el desarrollo de tecnologías sofisticadas para cruzar y sobrevivir en este ambiente insular.

Una avanzada cultura marítima floreció
Una avanzada cultura marítima floreció en Filipinas hace 35.000 años (ATENEO DE MANILA/WWW.GEBCO.NET, 2014)

Cultura y tecnología marítima avanzada en la Edad de Piedra

Los hallazgos reúnen desde restos humanos y huesos de fauna hasta herramientas hechas de piedra, hueso y valvas, lo que ilustra que los primeros habitantes de Mindoro aprovechaban recursos terrestres y marinos con destreza. Ya hace más de 30.000 años, estos grupos tenían capacidades de navegación y pesca especializada que les permitían capturar especies depredadoras del océano abierto, como atunes o tiburones. El vínculo con poblaciones de islas distantes y con regiones del mar de Wallacea sugiere la existencia de una red de comercio o, al menos, conexión, y una capacidad de desplazamiento sorprendente.

Destaca especialmente el uso innovador de conchas como materia prima para la fabricación de herramientas, práctica detectada hace más de 30.000 años y que evolucionaría hasta la creación de hachas pulidas (adzes) a partir de conchas de almeja gigante (Tridacna), fabricadas hace entre 7.000 y 9.000 años. Estas herramientas presentan una notable similitud con otras halladas en el sudeste asiático insular e incluso en la isla Manus (Papúa Nueva Guinea), a más de 3.000 kilómetros al este.

En la isla Ilin, el equipo localizó una tumba que data de hace unos 5.000 años, donde el individuo fue enterrado en posición fetal, sobre y cubierto por losas de piedra caliza. Este rito funerario coincide con enterramientos flexionados documentados en otras áreas del sudeste asiático, lo que apunta a influencias sociales y culturales compartidas.

Además, la arqueología de Mindoro sugiere la presencia de comunidades conductual y tecnológicamente avanzadas, perfectamente adaptadas al medio marino y costero. El conjunto de estos hallazgos apunta a que Mindoro y las islas filipinas próximas fueron parte de una vasta red marítima ya en la Edad de Piedra, facilitando el intercambio cultural y tecnológico entre las primeras poblaciones humanas del sudeste asiático insular durante milenios. La documentación de la ocupación humana durante periodos muy extensos, junto con la aparición de innovaciones en la subsistencia y tecnología naval, no solo cubre lagunas críticas en el registro prehistórico de Filipinas, sino que también redefine la importancia de la región en la narrativa global de migraciones y adaptaciones humanas en el sudeste asiático insular.