Compran un terreno “abandonado y sin mantenimiento” detrás de sus casas para ampliar el jardín y el Ayuntamiento no les deja poner una valla

El veredicto municipal es claro: autorizar esta iniciativa de los vecinos sentaría un precedente complicado de gestionar

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Vista de la valla instalada
Vista de la valla instalada por los vecinos en la calle Portland Close, Slough, Reino Unido (Slough Borough Council)

Tres vecinos de Slough, en Reino Unido, cansados de ver cómo una zona verde detrás de sus casas se llenaba de basura, decidieron comprar ese espacio a la promotora Taylor Wimpey y convertirlo en parte de sus jardines.

Sin embargo, cuando quisieron poner una valla para separar ese espacio y ganar privacidad y seguridad, el Ayuntamiento les negó el permiso urbanístico necesario, según informa el medio digital Slough Observer.

La zona estaba completamente abandonada

Los hechos se han producido en la urbanización de Ramsey Court, en Lynch Hill. Los vecinos afectados instalaron una valla a lo largo de la calle Portland Close, anexionando a sus propiedades una franja que, hasta ese momento, era de libre acceso público.

La compra del terreno, según relatan, respondía a años de frustración al comprobar cómo aquel espacio verde se había convertido en un auténtico vertedero, descuidado por todas las administraciones.

“El terreno llevaba años abandonado y sin mantenimiento”, explican los vecinos en las alegaciones presentadas al Ayuntamiento. Uno de los vecinos detalló que allí se acumulaba “basura, latas vacías, botellas de alcohol, bolsas de excrementos de perro, bombonas de gas, bicicletas tiradas y todo tipo de objetos domésticos”.

Incluso describía la zona como punto habitual para que jóvenes bebieran y consumieran drogas, y señalaba que los arbustos y zarzas habían llegado a invadir la acera, dificultando el paso de los niños que caminan hacia el colegio.

Vista de la calle Portland
Vista de la calle Portland Close antes de instalarse la valla, en Slough, Reino Unido (Google Maps)

Los argumentos de los vecinos

Para justificar la instalación de la valla, los vecinos pusieron sobre la mesa argumentos de seguridad, privacidad y mantenimiento. Uno de ellos indicó en su escrito que cerrar el acceso “facilita mucho el mantenimiento y evita que desconocidos tiren basura”, especialmente porque Portland Close se utiliza como camino de paso entre diferentes calles y barrios.

Otro propietario relató incluso situaciones de inseguridad: “La policía ha perseguido a delincuentes que han saltado mi valla para huir”.

Por todo ello, los vecinos hicieron hincapié en que su propuesta no suponía una pérdida para la población, sino que el municipio ganaría en limpieza y seguridad. “El desarrollo ha sido diseñado respetando el entorno y no interfiere en ningún acceso público”, alegaban.

También destacaron, como punto a favor, la mejora visual de la zona: “El cambio ha tenido un impacto mínimo en los alrededores y ha convertido el espacio en un lugar más limpio y ordenado”.

El Ayuntamiento responde y veta la valla

Pese a sus argumentos, el Ayuntamiento de Slough ha rechazado las tres solicitudes de permiso de obra. El equipo técnico valoró que la construcción de la valla era “un elemento perjudicial para la imagen urbana”, subrayando el impacto negativo sobre el conjunto del barrio y alegando que “no contribuye a mejorar el carácter ni la estética de la calle Portland Close”.

Además, los técnicos advirtieron que autorizar la valla sentaría un precedente complicado de gestionar, facilitando que otros vecinos pudiesen hacer peticiones similares y alterando el uso público del espacio.

El veredicto municipal, formalizado el 28 de mayo, obliga ahora a los propietarios a desmontar la valla y replantearse el futuro del terreno por el que peleaban desde hacía tiempo. El caso ha abierto el debate sobre la gestión de los espacios verdes y hasta qué punto los vecinos pueden -o no- responder al abandono y la inseguridad con iniciativas particulares.