
El cereal español pasa por una difícil etapa. Este sector de la agricultura se ha visto especialmente afectado por la situación económica que envuelve a Europa. En el caso de España, cada vez resulta más difícil realizar exportaciones, mientras que el mercado nacional también está atravesando un muy mal momento por la competencia extranjera.
La guerra de Ucrania ha provocado distintos problemas, protagonizados por la importancia de los fertilizantes rusos para la producción y la llegada de cereales provenientes de Ucrania. Además, los aranceles cruzados entre Europa y Estados Unidos, iniciados por la llegada al poder de Donald Trump, han revuelto todavía más al sector.
Las organizaciones agrarias ASAJA, COAG y UPA han liderado una manifestación en las puertas del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación durante este miércoles. Los agricultores exigen al Gobierno que tome medidas ante la “crítica” situación que vive especialmente el sector del cereal español.
Los responsables de estos organismos señalan hasta tres principales demandas, que pasan desde pedir “ayudas directas” a exigir que se priorice la producción española a la extranjera, o se eliminen los aranceles de importaciones de productos necesarios para su actividad. Aseguran que los últimos meses han sido de una enorme crisis por los “altos costes de producción, el hundimiento de los precios y la competencia desleal de importaciones masivas”.
Los fertilizantes rusos
El conflicto de Ucrania y la guerra arancelaria iniciada con la llegada de Donald Trump han desencadenado una serie de problemas económicos en todo tipo de sectores. La agricultura española se ha visto especialmente afectada. Las empresas que dependen de las exportaciones se han visto claramente afectadas, pero hasta las que trabajan a nivel nacional han sufrido un aumento de los gastos por la subida generalizada de precios.
El fertilizante proviene en su mayoría de Rusia. Este producto es indispensable para la actividad agrícola y, desde hace años, el producto ruso ha sido el dominante. Los aumentos de los costes energéticos ha complicado a las pocas empresas que producían fertilizantes en países europeos, lo que ha generado una mayor dependencia. Por el contario, las empresas rusas cuentan con mayor acceso al gas natural.
De esta manera, las compras de fertilizantes rusos, lejos de reducirse, se han incrementado desde que comenzó la guerra. Según datos Rosstat, la agencia estatal de estadísticas de Rusia, compañías como Grupo Uralchem, Phosagro, Acron y Eurochem han llegado a tener un crecimiento de un 12% de la producción entre enero y agosto de 2024.

Ante esta situación, el pasado mes de mayo el Parlamento Europeo ha decidido introducir un arancel del 6,5% a los fertilizantes llegados desde Rusia y Bielorrusia. La idea es establecer un aumento progresivo, lo que adelanta que la situación se puede volver más compleja. Europa busca fomentar el consumo local, pero la falta de oferta obliga a los agricultores a acudir al mercado ruso.
El COPA-COGECA, el principal representante de las organizaciones agrícolas en Europa, asegura que comprenden y comparten la decisión de penalizar las exportaciones rusas. Sin embargo, también señala que la Unión Europea (UE) debería haber diseñado alternativas más sólidas antes de lanzarse a aprobar este arancel.
La guerra arancelaria
La economía española no esquiva las consecuencias de los aranceles cruzados en el marco internacional. Las numerosas imposiciones realizadas por Donald Trump provocaron la respuesta de sus homólogos. De esta manera, los importes que deben pagar para entrar en Estados Unidos dificultan mucho su tarea.
Estados Unidos es, desde hace años, un destino fundamental para las exportaciones españolas. En 2023, según datos de ICEX España, fue el primer país no europeo, recibiendo el 4,9% de los productos españoles que cruzan las fronteras. De hecho, el Reino Unido es el único país no miembro de la UE que se encuentra por delante.
A la dificultad para exportar se añade la enorme competencia internacional, que afecta especialmente al sector español. Según la Comisión Europea, entre el 1 de julio de 2024 y el pasado 5 de enero, España importó cerca de 8 millones de toneladas de cereales. Esto representa el 40% de la importación total realizada en toda la UE.
Demandas de los agricultores
Por si fuera poco, no podemos olvidar que uno de los principales proveedores varios cereales, como el maíz o la cebada, es Ucrania, lo que vuelve a entrometer el conflicto armado como un factor que eleva los precios. Las empresas españolas se encuentran con grandes dificultades para introducir sus productos en otros países, y piden que se responda con la misma moneda a aquellos que quieren meter sus cereales en España.
Uno de los puntos principales en los que se han enfocado las personalidades de estas organizaciones es la prioridad que creen que debería establecerse para las empresas nacionales. El responsable de Cereales de COAG, Javier Fatás, ha afirmado que hay que “cortar esas importaciones sin control en las fronteras y compensar a los agricultores las pérdidas”.
El secretario de UPA Agricultura, Ignacio Huertas, ha apuntado en esta dirección, asegurando que habría que limitar la llegada de productos ucranianos. “Los tratados comerciales, la guerra de Ucrania, y los movimientos geopolíticos los están pagando los agricultores españoles y en especial los cerealistas”, ha afirmado Huertas.

Por otro lado, la decisión alcanzada en Bruselas sobre tratar de reducir la llegada de fertilizantes rusos ha generado una gran controversia. El presidente nacional de ASAJA, Pedro Barato, ha asegurado que hay que “acabar con los aranceles absurdos”. Fatás ha coincidido en apuntar hacia Europa, afirmando que “los precios del grano se deciden en despachos a miles de kilómetros”.
Como añadido a la demanda de eliminar o, por lo menos, reducir los aranceles, los agricultores solicitan ayudas directas al sector. Las pérdidas crecen entre los productores, que explican que, mientras sus gastos aumentan, los ingresos no lo hacen en consonancia. Hoy, en el campo se paga por debajo de 220 euros por tonelada, cuando producirlo cuesta más de 250”, ha afirmado el profesional de COAG.
Los cerealistas afirman que su situación “crítica” no solo es un problema para su sector, sino que tendrá un efecto cadena que se extenderá por toda la economía. “Sin cereal nacional, la cesta de la compra dependerá de terceros países y de los mercados especulativos, lo que no solo encarecerá los precios para los consumidores, sino que además pondrá en riesgo los estándares de calidad y seguridad alimentaria que hoy garantiza la producción nacional”, han concluido durante su acto de manifestación.
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