La historia secreta de la casa de moda más lujosa del mundo: “El CEO me dijo que ven Hermès como una tribu con muchos códigos tribales”

Frédéric Laffont presenta los orígenes jamás contados de la mítica firma de lujo, tras años de investigación en los que ha repasado el pasado y el presente de la familia de la marca

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Cubierta de 'La casa de
Cubierta de 'La casa de los artesanos', de Frédéric Laffont, junto a un bolso Birkin de Hermès.

Para el mundo de la moda, el nombre Hermès representa una confluencia de tradición y elegancia que ha trascendido generaciones: sillas de montar, bolsos, pañuelos, corbatas y hasta collares de perro han hecho de esta marca una parte ineludible del mundo del lujo. Al mismo tiempo, Hermès es también el nombre de una entidad con casi 200 años de historia que ha sabido redefinir constantemente su legado.

Esto último es lo que más le interesaba a Frédéric Laffont. Este cineasta y escritor francés es quizá el único que, hasta ahora, ha podido abordar los orígenes de esta mítica casa familiar después de dos años de investigación en la que se le han abierto las puertas de esa emblemática sede en el número 24 del Faubourg Saint-Honoré (París).

Laffont presenta ahora La casa de los artesanos (Lumen), el resultado de esa sumersión en los profundos pilares que sostienen la longevidad y el éxito de Hermès a lo largo del tiempo. Un relato que comienza en los orígenes humildes de la compañía, con veinte personas, y que se expande en la actualidad a más de 26.000 artesanos en todo el mundo, simbolizando la resistencia y adaptabilidad en una era de cambios incesantes. ¿Qué ha ocurrido, por lo tanto, en estos casi 200 años?

Grace Kelly, Audrey Hepburn y
Grace Kelly, Audrey Hepburn y Kim Kardashian, símbolos de Hermès en el mundo de la fama. (Montaje de Infobae España)

La “tribu” del lujo

Da igual si Audrey Hepburn ha llevado con elegancia ese ya clásico pañuelo de seda, o si Alexandria Liz Taylor seguía esa moda vistiendo esos mismos accesorios para que, décadas más tarde, Kim Kardashian presumiera de su extensa colección de bolsos de Hermès -uno de ellos regalado por el rapero Kanye West-, contra la que solo pudiera competir el centenar de Birkins de la mismísima Victoria Beckham. Detrás de todo eso, hay algo más: la historia de un clan y de una idea del trabajo, la visión de un mundo que vincula íntimamente las nociones del lujo y lo humano.

Tal y como Laffont explica en La casa de los artesanos, Hermès nació en 1837, fundada por Thierry Hermès en París como un taller especializado en arneses y accesorios para caballos. Durante el siglo XIX, estableció una reputación entre la aristocracia europea por la calidad de estos utensilios y se convirtió en una referencia a nivel internacional.

Al mismo tiempo, Hermès iniciaba una idiosincrasia familiar cuyas raíces partían de una idea casi ancestral de comunidad y legado, a menudo personificada en el término “tribu”. Frédéric Laffont deja claro que este concepto no es suyo, sino que lo dice el actual presidente y director general de Hermès, Axel Dumas, quien definió la casa Hermès como una “tribu con muchos códigos tribales” mantenidos durante cerca de dos siglos.... y prueba de ello ha sido la supervivencia del negocio.

Logo de la casa Hèrmes
Logo de la casa Hèrmes en una tienda de Paris, France. (REUTERS/Manon Cruz/Imagen de archivo)

Varias veces al borde de la quiebra

Desde sus orígenes a mediados del siglo XIX, la familia Hermès ha enfrentado múltiples crisis que amenazaron su existencia, sin embargo, persistieron y su método de transmisión interna de conocimientos se ha adaptado y fortalecido con el tiempo. “Es fascinante ver cómo ese sueño existe actualmente”, comenta, para señalar ese primer gran momento crítico tras la Primera Guerra Mundial en el que los caballos dejaron de utilizarse como método de transporte y la compañía por aquel entonces solo se dedicaba a las sillas y arneses para estos animales.

En aquel momento, Émile-Maurice Hèrmes, nieto del fundador de la casa de artesanos, tuvo que decidir si valía la pena seguir con el sueño de su abuelo. Ese sueño que se había transmitido, de una generación a otra, hasta llegar a ese “jefe de la tercera generación de la tribu”, cuya resolución para seguir adelante reverbera aún hoy, más de cien años después. Gracias a su impulso, Hermès diversificó su oferta, lanzando productos que iban más allá de sus raíces ecuestres: bolsos, pañuelos y otras prendas de vestir, cada uno de ellos confeccionado con la misma precisión artesanal que hizo famoso a Hermès en sus inicios.

Volverían a pasarlo mal en la Segunda Guerra Mundial y la ocupación nazi. Por aquel entonces, los proveedores escaseaban y era imposible adquirir la piel de jabalí falsa que hasta entonces se había usado para los embalajes. La familia decidió, entonces, empezar a usar cajas de cartón pintadas con el único color que tenían a su disposición: el naranja, un color que a día de hoy se sigue utilizando.

FOTO DE ARCHIVO: Una mujer
FOTO DE ARCHIVO: Una mujer camina delante de una tienda de Hermès en París, Francia 14 de febrero 2025. REUTERS/Abdul Saboor/Foto de archivo

“Hace falta que todo cambie para que nada cambie”

Laffont resalta la continuidad en el cambio, citando a un personaje de la novela El Gatopardo, en una frase que encapsula el espíritu de Hermès: “Hace falta que todo cambie para que nada cambie”. Es decir, aunque los productos y las técnicas han evolucionado con el paso de los años -en Hermès fueron los primeros de Francia en utilizar la cremallera para sus artículos de moda-, la esencia, el conocimiento y el saber hacer permanecen inalterados, lo que garantiza que la marca siga siendo un faro de lujo auténtico mientras se mantiene relevante en la modernidad.

El prestigio de Hermès en el mundo del lujo no solo se ha consolidado por su inquebrantable dedicación a la artesanía y a la preservación de su legado, sino también a través de estratégicas alianzas y colaboraciones que han ampliado su influencia más allá del mundo de la moda hacia el ámbito de las artes y la cultura.

Jane Birkin Habla De Su Relación Con Hermès Y Sus Bolsos

Por ejemplo, el bolso Birkin: el que quizás sea el artículo más emblemático de la marca nació de un encuentro casual entre Jane Birkin y Jean-Louis Dumas, entonces presidente de Hermès, en un vuelo de París a Londres. También Grace Kelly utilizó su bolso de Hermès para ocultar su embarazo de los paparazzi en 1956, la marca ha estado asociada con el glamour del estrellato. Este momento selló la conexión entre Hermès y la realeza hollywoodense, denominándose a la famosa pieza: el también famoso Bolso Kelly.

La transmisión de un saber

Sin embargo, el enfoque de Laffont sobre Hermès no es simplemente un estudio de mercado ni un ejercicio antropológico: es una búsqueda constante de la humanidad que reside en las obras y manos de los artesanos. Y todo empieza por una idea: “El lujo es algo que se repara”, es decir, algo que sobrevive en un mundo donde todo se mueve cada vez más con las ideas de rapidez, obsolescencia y consumo.

Una artesana trabaja en un
Una artesana trabaja en un bolso Kelly en la fábrica de artículos de lujo Hermès en Seloncourt, Francia. (REUTERS/Benoit Tessier)

 “Estamos reparando algo que tiene una humanidad, que tiene un conocimiento que se transmitirá de generación en generación”, reivindica el escritor. Y es que, para Laffont, y según lo expone su libro, la experiencia vivida es tan fundamental como el objeto físico al que se refiere, razón de más para fijarse en cómo ese saber es transmitido de la familia al artesano.

“Hermès prefiere elegir a personas que no tienen trabajo frente a aquellas con conocimiento previo”, afirma Laffont, quien describe cómo la compañía prefiere educar y moldear a sus propios artesanos. La excelencia no es una opción, sino una responsabilidad, algo que se mantiene pese a que, con el crecimiento de la marca, ya no sean los familiares quienes se encargan de esa parte pedagógica. “No puede ser la familia la que transmite, y se fían de personas que entienden”.

Frédéric Laffont, autor de 'La
Frédéric Laffont, autor de 'La casa de los artesanos'. (Lumen)

Las voces de los vivos y los muertos

Para Frédéric Laffont, la creación de La casa de los artesanos ha sido tanto un viaje personal como profesional. Su reflexión sobre este proceso resuena profundamente con su filosofía de vida y carrera: “Yo mismo hago un trabajo de artesano”, señala, describiendo cómo sus propias creaciones cinematográficas adoptan un enfoque meticuloso y apasionado similar al que ha observado en Hermès.

El proceso narrativo de Laffont se sustenta en la convicción de que “el encuentro de la palabra de los vivos y de los muertos” es esencial para entender la historia que desea contar. En el caso de Hermès, esto significó no solo recopilar testimonios de los actuales líderes y trabajadores de la casa, sino también revisar las crónicas y visiones de generaciones pasadas.

Al hablar de su acercamiento al universo de Hermès, Frédéric Laffont aporta una visión única, anclada en su experiencia como cineasta y fotógrafo que, si bien a priori no parecían estar relacionadas con La casa de los artesanos, guardan una esencia común. “No veo universos distintos”, defiende Laffont, que ve cómo la casa Hermès no representa una desviación de su trayectoria profesional, sino una extensión natural de su deseo por explorar y narrar historias humanas.

“Estamos en una dimensión del lujo, que es una palabra que a mí no me dice mucho”, reconoce, y, sin embargo, señala cómo dentro de unos días se irá a trabajar a Ucrania para rodar un documental sobre cómo hay comunidades que protegen su artesanía incluso cuando su vida está en riesgo por la guerra. “No tiene un valor comercial, pero tiene un valor al decir que los ucranianos existen, eso les une y es algo que le transmiten a los niños. Eso no tiene nada que ver con el lujo, pero creo que es algo bastante similar”.