
Verónica Duque es una mujer colombiana que vive en Madrid. “Tu colombiana de confianza en Madrid”, se autodescribe en su perfil de TikTok, en el que cuenta con casi 6.500 seguidores y a través del cual comparte sus experiencia con “la vida en Madrid y en el mundo”. Esta anécdota le sucedió en Italia: "Nos multaron en Roma“, cuenta. “Quiero empezar diciendo que esto no me enorgullece contarlo y es más, me da pena y vergüenza contar esto, pero lo voy a contar. Por la mañana cogimos un bus y como que pagamos con la tarjeta pero no se pagó. En resumidas cuentas: no pagamos el bus, y nosotros como, bueno, confiados de la vida, cuando se montan a revisar que todo el mundo tenga el tiquete".
No pudo pagar el billete y acabó pagando una multa
Aquí es cuando Verónica empieza a "parir micos", porque yo dije ‘aquí fue’. O sea, más, que se montaron como cuatro personas a verificar todos los tiquetes. Primero se lo revisaron a mi acompañante de viaje y yo dije me voy a tirar. Justo paramos en una parada y yo dije aquí fue. O sea, yo me voy a tirar yo, yo no me voy a quedar acá, me voy yo a parar". Pero no salió como esperaba: la “policía me dijo como ‘what?’, y yo: ‘me atraparon’”. “Pues bueno, le saqué la tarjeta y la señora me la escaneó y como que no aparecía el payment. Y yo ‘señora, si pagué, si pagué’ y (la revisora) ‘que no, que no, que aparecería tatatá’'“.

Al final, hasta le pidió el “pasaporte. La señora me empezó a pedir como una loca maniática el pasaporte o la identificación. Y yo, ‘señora, ando indocumentada, no tengo nada’. Yo antes muerta de que yo le pasara el pasaporte”. Aquí Verónica estaba empezando a pensar, a jurar “que me deportaban a Colombia”. Así que utilizó la carta de “no tengo nada” para intentar evitarlo, lo que solo provocó que la revisora les hiciese bajarse del autobús. “Se puso la vaina peluda porque la señora no estaba permitiendo que pagáramos ahí. O sea como que nada, solo ‘multa, multa, multa’. Era multa”. La revisora volvió a pedir el pasaporte, para procesar la multa, y Verónica seguía negándose. ¿La multa en cuestión? 560 euros. O eso entendió Verónica.
“Empecé a parir micos afuera del bus, yo volteando a mirar pa’ donde salir a correr”. Tal era la suma que a Verónica se le “bajó la presión, yo me empecé a morir”. Por suerte para ella, sin embargo, cuando le sacó la calculadora del móvil a la revisora para que escribiese el número, por cerciorarse, eran solo 54 euros. “Pagué esos cincuenta y cuatro con todo el gusto del mundo”, aunque se los tuvo que pedir prestados a un amigo cuenta, pero aun así la revisora “seguía pidiendo los datos del pasaporte, pero yo ni loca se los di”. Y concluye con un consejo: “No se traten de pasar por avispados, que de verdad no la hacen. Aquí quedé yo con mi hermosa multa”.
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