
La invasión de los residuos ya es una realidad. En las calles o en el alcantarillado cada vez es más fácil encontrar restos de los productos de un solo uso: se utilizan y se tiran. Si bien es cómodo para el usuario desechar aquello que ya no necesita, el medioambiente y las infraestructuras se enfrentan a grandes gastos asociados a su descarto. En este sentido, el Gobierno ha propuesto que los fabricantes de toallitas húmedas de un solo uso y globos se encarguen de los costes que generan sus desechos.
Esta medida, que busca mitigar el impacto ambiental, forma parte del borrador del Real Decreto presentado por el Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco) y estará abierto a consulta pública hasta el 27 de junio. La iniciativa surge de la necesidad de abordar el problema persistente de las obstrucciones en los sistemas de alcantarillado causadas por las toallitas y la contaminación marina atribuida a los globos, especialmente aquellos con contenido plástico.
Del consumidor al productor
La problemática de los residuos de toallitas y globos no solo tiene un impacto medioambiental, sino también económico. La Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS) calcula que la presencia de toallitas en las infraestructuras de saneamiento y depuración incrementa los costes entre un 10% y un 15%, con un sobrecoste anual estimado de aproximadamente 230 millones de euros.
Esto se traduce en un aumento del coste de entre 4 y 6 euros por persona al año, lo que implica que la carga económica “recae de manera significativa sobre los consumidores, e incluso aquellos que no son consumidores directos de dichos productos, en lugar de ser asumida por los propios productores”, según recoge la memoria del análisis de impacto normativo del proyecto.

Particularmente en ciudades como Madrid, el impacto es notable: el Canal de Isabel II estima un sobrecoste de 3,5 millones de euros anuales debido a la gestión de más de 30.000 toneladas de toallitas que llegan a las depuradoras. El objetivo del decreto es revertir este gasto económico, trasladándolo de los consumidores a los productores. El decreto tiene como objetivo principal “prevenir y minimizar” los daños ambientales provocados por el desecho inadecuado de estos productos.
Responsabilidad de la limpieza
Al no degradarse completamente, las toallitas generan bloqueos en el alcantarillado, incrementando la probabilidad de desbordamientos durante lluvias intensas, mientras que los globos, al terminar en cuerpos de agua, suponen amenazas significativas para la vida marina. Una de las principales novedades del decreto es que impone a los fabricantes la financiación de la limpieza de los residuos generados por toallitas húmedas y globos.
Esto incluye los costes por limpiar y gestionar vertidos, transportarlos, tratarlos adecuadamente y promover campañas de concienciación sobre el uso responsable de estos productos. Asimismo, se contempla la realización de estudios económicos y técnicos sobre la prevención y valorización de estos residuos en el medio ambiente.
El decreto establece que, “para minimizar los costes administrativos” se podrán fijar cantidades plurianuales “adecuadas”. Además, los costes se establecerán en función de cada tipología de toallitas y globos, para promover decisiones de diseño con menor impacto ambiental. De hecho, los productores con una cuota de mercado anual superior al 2,5 % deberán elaborar y aplicar planes empresariales de prevención y ecodiseño, para reducir el contenido en plástico en dichos productos y su abandono como basura dispersa.
El documento prohíbe expresamente el desecho de toallitas húmedas a través del inodoro y la liberación “intencionada” de globos al medio ambiente. Por otro lado, quedan fuera de esta legislación las toallitas húmedas de uso industrial o profesional -como las médicas o sanitarias- y los globos para usos y aplicaciones industriales o profesionales que no se distribuyen a los consumidores, como globos de aire caliente o meteorológicos.
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