“¿A quién no le apetece un plato de cucaracha?”: Una propuesta conspiranoica de Vox contra el consumo de insectos une al Gobierno y al PP

El partido de Santiago Abascal utiliza la regulación del consumo de insectos para agitar el alarmismo al calificarla como una amenaza para la tradición culinaria española y un ataque al campo

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El líder de Vox, Santiago
El líder de Vox, Santiago Abascal, durante una rueda de prensa. (Eduardo Parra/Europa Press)

Actualmente, son cuatro los tipos de insectos aprobados por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA): el gusano de la harina, la langosta migratoria, el grillo doméstico y las larvas de escarabajo del estiércol. Si bien, Vox ha utilizado la regulación del consumo de insectos para arremeter contra la Agenda 2030, acusando a este plan de acción global de “apostar por el destierro de la carne” y de promover “la sustitución de una dieta por insectos y bacteria encapsulada o, incluso, carne sintética”. Así lo ha asegurado este miércoles el diputado del partido de extrema derecha David García durante la defensa de una proposición no de ley relativa a “la seguridad alimentaria y el consumo de insectos”.

El debate sobre esta iniciativa sin rango de ley en la Comisión de Sanidad del Congreso ha provocado una inusual complicidad entre los partidos que sostienen el Gobierno de coalición, PSOE y Sumar, y el PP. “Acabamos de escuchar una intervención que no es tanto una posición política, sino una especie de caricatura al pánico a los insectos como bandera ideológica”, ha resumido la representante popular María del Mar Vázquez.

El diputado de Vox ha expuesto su resistencia al consumo de insectos, regulado en el seno de la UE, ante lo que califica como una amenaza para la tradición culinaria española y un ataque al campo español. Además, ha cuestionado la seguridad alimentaria de los insectos y ha esgrimido los posibles riesgos microbiológicos y químico-alergénicos, subrayando que las alergias cruzadas pueden ser una preocupación significativa. “¿A quién no le apetece ahora mismo un plato de cucaracha?”, ha señalado, buscando ironizar sobre la aceptación social de estos nuevos alimentos.

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Defensa de la seguridad alimentaria y regulación europea

Frente a las acusaciones de la ultraderecha, Alda Recas (Sumar) y Emilio Sáez (PSOE) han expuesto sus argumentos en favor de las garantías aportadas por las diferentes instituciones, tanto a nivel nacional como a nivel europeo. Recas ha desacreditado la propuesta de Vox tildándola de “vacía y basada en manipulación emocional”. Además, ha resaltado que los “nuevos alimentos son evaluados de forma rigurosa por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria”. De esta manera, “si están autorizados es porque han superado esos estrictos controles, y en cuestiones de etiquetado y de legislación alimentaria no lo olviden, estamos sujetos al marco normativo europeo donde existen normas armonizadas, claras y exigentes”, ha añadido la dirigente de Sumar.

Emilio Sáez ha reforzado esta postura citando el trabajo de la EFSA: “La insecticultura representa una innovación prometedora que puede complementar el sistema alimentario actual”. Asimismo, ha defendido que las acusaciones de Vox no coinciden con la ciencia ni con el marco regulatorio, afirmando que “la EFSA realiza un riguroso proceso de análisis sobre la seguridad del consumo de insectos”.

Desde el Partido Popular, María del Mar Vázquez ha defendido la libertad alimentaria. “Según la FAO, más de dos mil millones de personas en el mundo consumen insectos habitualmente”, ha dicho. También, en la línea de los otros parlamentarios, ha destacado la importancia de la regulación y el marco normativo para garantizar la seguridad y trazabilidad en la alimentación.

De este modo, la parlamentaria ha echado por tierra los argumentos alarmistas de Vox. “La introducción regulada de insecto comestible en el mercado europeo no es una conspiración ni una imposición, es el resultado de evaluaciones científicas exhaustivas por parte de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y su consumo es voluntario. No hay ningún plan para obligar a nadie a comer grillos. Lo que sí hay es un marco normativo que garantiza la seguridad y la trazabilidad y eso es lo que importa desde la perspectiva de la salud pública”, ha aseverado.