Esteban Hernández, analista político: “Esos deseos de Europa de aliarse con China para hacer frente al EEUU de Trump tienen poco de realidad”

‘Infobae España’ entrevista a Esteban Hernández por su último libro, ‘El nuevo espíritu del mundo’ (Deusto), en el que analiza la onda expansiva desatada por las decisiones del presidente de EEUU en los primeros meses de su segundo mandato

Guardar
Imagen cedida del periodista y
Imagen cedida del periodista y escritor Esteban Hernández. (Salomé Sagüillo)

Esteban Hernández es escritor, periodista y corresponsal político en El Confidencial. En su última obra, El nuevo espíritu del mundo (Deusto), este destacado analista político desgrana la onda expansiva que ha suspuesto el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, sacudiendo los cimientos de la política, la economía y las relaciones internacionales. “Es un tiempo de demasiadas inquietudes y pocas respuestas claras, que demanda nuevas claves para interpretarlo”, reza la descripción de la obra. En una entrevista con Infobae España, el autor avanza algunos de los escenarios que marcarán el rumbo político y social en los próximos años.

-Pregunta: Su nuevo libro, El nuevo espíritu del mundo, se publica solo cuatro meses después del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. ¿Cómo ha podido cambiar el panorama geopolítico en tan poco tiempo?

-Respuesta: Ha cambiado de una manera veloz, intensa y radical. Hay un primer paso, que son los aranceles. Esto supone una recomposición de las condiciones comerciales en términos beneficiosos para Estados Unidos, con el límite de China, porque China es más complicado. Por otro lado, hay una diferencia sustancial también en la relación con Ucrania por parte de Estados Unidos y con Rusia. Y ahora estamos metidos en la recomposición de Oriente Medio. Y eso al margen de los cambios internos que está realizando en la Administración estadounidense. Para cuatro meses, es mucha tela.

-P: En el libro habla de que “ni el deterioro se percibe como definitivo, ni se ha abandonado por completo la esperanza en las instituciones: es un instante de indecisión”. ¿Cómo se puede reconducir la situación?

-R: El cambio se nota quizás de una manera más nítida en Europa, ya que lo que estamos viendo es la lucha entre un partido de derechas, que es el Partido Popular Europeo (PPE), en general, y luego los partidos trumpistas, que son ECR y Patriotas. El PPE es la fuerza más importante del establishment y luego están los partidos de Le Pen, Meloni, Abascal u Orbán.

“Lo que estamos viendo en Europa es que todos esos elementos institucionales todavía aguantan, pero por muy poco y pagando un precio muy caro”

Lo que vemos es que hay un intento sistemático por parte de los partidos de la extrema derecha populista de llegar al poder, pero no terminan de cogerlo. Sin embargo, lo que sí ocurre es que han transformado de tal manera la política europea que esa disgregación del voto y esa diferenciación ha generado mucha inestabilidad. Francia es difícilmente gobernable. España es difícilmente gobernable. En Alemania tienen que hacer un acuerdo entre los principales partidos porque AfD es un partido de extrema derecha, etc. Entonces, lo que estamos viendo en Europa es que todos esos elementos institucionales todavía aguantan, pero por muy poco y pagando un precio muy caro.

-P: Ante la hostilidad expresada por Trump hacia la UE, que ha puesto contra la pared su histórica relación, ¿cree que podría producirse una ruptura total entre EEUU y la UE?

-R: Nunca se sabe, pero es altamente improbable. El nivel de integración de la economía, las finanzas, el armamento, la tecnología y el comercio entre Europa y Estados Unidos es muy elevado. Somos muy dependientes de Estados Unidos en muchas de esas áreas. Entonces, haría falta un terremoto político verdadero en Europa para que Europa tomase una dirección distinta hasta ahora. Estados Unidos nos ha pedido que compremos más armas para la OTAN y lo vamos a hacer. Nos ha pedido que compremos más gas suyo y no más ruso y lo vamos a hacer. Nos ha dicho que nos va a poner aranceles y los vamos a negociar. Es decir, de momento, Estados Unidos, no digo que haya impuesto su programa, pero ha dado pasos adelante a los que Europa no ha contestado.

Imagen cedida del periodista y
Imagen cedida del periodista y escritor Esteban Hernández. (Salomé Sagüillo)

-P: En este contexto, ¿el mapa geopolítico favorece una alianza de China con la UE?

-R: El intento estadounidense tiene un tope, que es China, porque no hay manera de que EEUU se enfrente a China sin que EEUU se haga mucho daño también. El elemento esencial del propósito estadounidense es intentar atraer hacia su esfera a un buen número de países, entre ellos los europeos, con los que formar un bloque futuro para frenar a China.

“Ese intento europeo de encontrar nuevos socios con los que hacer frente a Trump es un poco endeble”

En este sentido, Europa seguirá comerciando con China porque el comercio es muy elevado entre ambos, pero va a haber una serie de elementos donde nos vamos a ir alejando de China, mucho más que acercándonos. Ese intento europeo de encontrar nuevos socios con los que hacer frente a Trump es un poco endeble, en el sentido de que, por ejemplo, la Unión Europea, a través de Alemania, es un territorio fundamentalmente exportador, y China es un país fundamentalmente exportador, con lo cual el único que nos compraba más era EEUU, y eso tiene muy difícil sustitución.

China tiene una visión política distinta de la nuestra y nosotros estamos mucho más cerca de EEUU. Lo lógico es que mantengamos la relación, que sigamos comerciando, pero que los lazos se profundicen, y esos deseos de aliarse con China para hacer frente al EEUU de Trump, pues tiene mucho de deseo y poco de realidad.

-P: Ante la sacudida de Trump y la tímida respuesta a EEUU, ¿cuál es el rumbo de la UE? ¿Quedará más cohesionada o ensanchará sus grietas?

-R: La Unión Europea solo solo tiene dos posibilidades. Una es llevar a cabo una serie de acciones que fomenten la integración, que tienen que ver con la unión fiscal, con el mercado único, con el desarrollo de tecnología europea, con un plan de energía también para Europa, una cierta política exterior común. Eso le permitiría tener autonomía estratégica. Ciertamente, no nos alejaríamos de Estados Unidos del todo, pero mantendríamos una cierta distancia en función de nuestros intereses.

“El programa que une a las extremas derechas es el regreso a una cierta soberanía, donde no se destruya la Unión Europea, pero cada país tenga un ámbito de decisión mayor respecto a Bruselas y tenga una cercanía mayor con EEUU”

El otro camino es el que estamos viendo hasta ahora, que cada país intente orientarse en este nuevo contexto en términos puramente nacionales. De momento, vemos cómo Alemania está dando pasos adelante en el rearme, pero no son pasos integrados en el conjunto de Europa. Ellos van a meter mucho dinero en su economía y van a intentar relanzarla, pero no hay un plan europeo para esto. Esto va a suponer que las diferencias entre Estados vuelvan a incrementarse, porque obviamente Alemania tiene más dinero que España. El programa que une a las extremas derechas es precisamente esto, es decir, el regreso a una cierta soberanía, donde no se destruya la Unión Europea, pero donde cada país tenga un ámbito de decisión mayor respecto a Bruselas y tenga una cercanía mayor con Estados Unidos. Hay dos caminos, y dependiendo de cómo reaccionen las principales potencias europeas, si en términos integradores o en términos disgregadores, pues veremos.

-P: Sobre las negociaciones para la paz en Ucrania, ¿hasta qué punto la mediación de Trump puede ser beneficiosa?

-R: El único interlocutor válido que reconoce Putin es EEUU porque Rusia siempre insistió en que era Occidente quien estaba soportando la guerra y por eso ha estado eludiendo la mediación europea durante mucho tiempo y ha dicho muchas veces que esto es un acuerdo entre Estados Unidos y Rusia. No creo que haya cambiado mucho la posición de Putin en ese respecto y creo que la mediación de EEUU va a ser esencial. Entre otras cosas, porque, por los motivos que sea, Putin a los europeos no nos considera.

Imagen cedida del periodista y
Imagen cedida del periodista y escritor Esteban Hernández. (Salomé Sagüillo)

-P: En el libro establece el eje global/local como una de las claves del triunfo de Trump, un marco en el que las derechas han visto el hueco en otros lugares. Sin embargo, en España, al menos en las elecciones de 2023, imperó el eje progresismo/conservadurismo. ¿Este marco volverá a marcar las próximas elecciones?

-R: Lo primero, hay que constatar una tendencia que se da en todas partes, pero también en España, y es un cierto desencanto respecto a cómo van las cosas. Entonces, más allá de los responsables, hay una creciente sensación entre los españoles de que el futuro no va a ser especialmente bueno, de que las cosas no marchan bien, hay falta de cohesión y desigualdades, y eso produce un clima social que abre las puertas a tensiones y a un cierto sentimiento de fondo populista. Ese deterioro, que tiene que ver también con la decadencia de las instituciones, y la diferencia que vemos entre la macroeconomía y la microeconomía, es una brecha difícilmente salvable en los términos antiguos de la izquierda o la derecha. Yo creo que el problema es más profundo que eso.

“Hay una creciente necesidad por parte de la gente para que venga un gobierno que arregle las cosas y eso quiere decir que podamos vivir una vida tranquila y decente”

Entonces, la derecha lo ha enfocado en la necesidad de que Sánchez salga del Gobierno, y los progresistas insisten mucho en ese eje entre democracia y autoritarismo. Ambas cosas quedaron demostradas en las elecciones estadounidenses que no eran unas soluciones que realmente motivasen a la gente. Hay una creciente necesidad por parte de la gente para que venga un Gobierno que arregle las cosas, y eso quiere decir que podamos vivir una vida tranquila y decente.

Y esa es una demanda profunda por parte de las sociedades occidentales, incluida la española. En la medida en que alguno de los dos partidos principales, o entre los del resto, se acerquen a esa propuesta y sean creíbles a la hora de dar una solución, pues tendrán mucho ganado. Es cierto que al final lo van a plantear en sacar a Sánchez o impedir que Vox entre en el Gobierno, pero en el fondo lo que está circulando por debajo es este anhelo de cierta tranquilidad, estabilidad, seguridad. Y esta es la demanda principal.

Trump desmantela el legado de Biden con una ola de decretos que inauguran su mandato.

-P: Habla de la pérdida de peso de Barcelona frente épocas pasadas, cuando las élites recuperaban recursos a través de sus votos en el Parlamento. ¿Su proyección pasa por un eventual pacto entre Junts y el PP si los populares llegan a la Moncloa?

-R: Hay un intento de recomposición de Junts a partir de opciones menos rupturistas y más centradas en ese equilibrio económico y el entendimiento con la derecha de Madrid, con el PP. Y bueno, es probable que Junts en algún instante esté cerca del Partido Popular, o al menos que lo intente. Eso es lo esperable. Ahora bien, eso no va a generar una recuperación de las capacidades de Barcelona.

Estamos en un contexto en el que hay dos ciudades globales en España, y Madrid va bastante más fuerte. Y eso no se recupera simplemente con algún recurso más que se le pueda sacar al Gobierno de la nación. Hay un problema de fondo en muchos territorios, que creen que consiguiendo más recursos de España o más competencias del Estado central les va a ir mejor, pero es mentira. Es decir, en este instante, es precisamente repartir lo poco que queda, porque no hay nada de generación de ingresos, riqueza o fuerza. Es muy probable que eso se intente, pero sería un intento fallido más.

-P: En cuanto a la nueva estructura social que menciona en el libro, ¿qué papel tienen las clases medias en ella?

-R: Las clases medias tienen un papel menguante. Una de las cosas más significativas para mí en estos tiempos es que la desigualdad implica que hay una pequeña parte de la sociedad que ha incrementado en buena medida sus recursos, pero el resto de la sociedad los está perdiendo por dos motivos. Uno, porque los ingresos del trabajo son ya muy inferiores en cuanto a su capacidad de mantener la posición social que los que se perciben por las rentas. Normalmente, el que tiene dinero lo tiene por rentas, no por el trabajo que tiene o realiza. Y, por otro lado, la pérdida de poder adquisitivo, que supone que elementos esenciales para la subsistencia (la vivienda, la alimentación o la energía) sean cada vez más caros y consuman cada vez más recursos. Eso lleva a que las clases trabajadoras vayan más apretadas, a que las clases medias se conviertan en clases bajas, y las clases medias altas gasten buena parte de su dinero en mantenerse en esa posición.

“Las clases medias tienen un papel menguante”

Y esta es una dinámica general y la vemos en muchos oficios. Esa capacidad que tenía el mundo del trabajo de generar ingresos, con los que poder mantener y tener una esperanza de vida digna y poder acceder a una vivienda o irte de vacaciones, cada vez da para menos. Entonces, cuando eso ocurre, ya no podemos hablar de clase media. Clase media tiene que ver con esa capacidad de permanecer en el mismo sitio y de tener una perspectiva de futuro en la que piensas que tus hijos van a tener una vida como la tuya, más o menos, si no mejor. Y eso ya no está en nuestra cabeza, siendo un signo evidente de que los tiempos han cambiado y han transformado las clases sociales de una manera negativa.

-P: Para terminar, escribe que “la ruptura del orden global está dejando paso a los autoritarismos, al gobierno a través de la fuerza y a los valores reaccionarios. No es el tiempo de formular interrogantes, sino de actuar”. En ese sentido, ¿cómo hay que hacerlo?

-R: Estamos en un momento de transición y ese momento no va a ser corto. Es cierto que los momentos de transición suelen ser especialmente difíciles, muy tensos, por lo que las democracias sufren más riesgos. ¿Qué ocurre? Es verdad que en un montón de países importantes del mundo, China, Arabia Saudí, Turquía, Rusia o EEUU, hay cada vez más figuras que están transformando las cosas a partir de la política y de la concentración de poder. Y esto es innegable.

“La democracia depende en buena medida de que las clases medias y las clases populares tengan opciones de ascender de clase y de vivir una vida mejor”

Veremos qué pasa en Europa, pero insisto, es un momento de transición. Tiendo a pensar que, en un régimen democrático, como sigue siendo el nuestro y en general los de Occidente, el peso de los votantes tiene un valor a la hora de elegir a quienes dirigen la nación. Y mientras quienes se presentan a las elecciones y las élites occidentales no tomen conciencia de que es necesario estabilizar las sociedades, tener un tipo de vida que sea estable económicamente, te dé oportunidades y te genere tranquilidad, no va a haber manera de asentar la democracia.

Mientras no estabilices las condiciones en las que vive la gente y la esperanza de futuro, la democracia se vuelve muy endeble. La democracia depende en buena medida de que las clases medias y las clases populares tengan opciones de ascender de clase y de vivir una vida mejor. Si eso no lo hay, pues vamos a vivir inestabilidad. Y la estabilidad muchas veces genera tensiones y genera autoritarismo.