
En muchas películas y series de humor, los guionistas juegan con la relación con los suegros para desarrollar sus narrativas. Pese a que esto haya quedado en el imaginario colectivo como una broma, hay en ocasiones en las que es inevitable tener roces o, directamente, llevarse mal.
Esta misma situación es la que ha tenido que soportar una joven estadounidense, que ha tenido que convivir con sus suegros durante más de un mes. Y es que compartir espacio con la familia puede ser un desafío, especialmente cuando la estancia dura más tiempo del esperado.
La pareja, según recoge el medio británico Business Insider, se sintió acorralada tras la petición. Sin embargo, no podían decir que no tras ser un apoyo financiero tan gran para ellos, especialmente en los años que la nuera había ganado 12,25 dólares la hora y el esposo se encontraba sin trabajo.
“Tuve que poner límites”
Los días se empezaron a convertir en una rutina agotadora. Pese a que los suegros estuviesen en una habitación, estos no se separaban de la pareja. Cada día les acompañaban a todos lados, metiéndose de manera intrusiva en su rutina.
Esta cercanía afectó a las capacidades físicas y mentales de la nuera, viéndose obligada a tomar una decisión drástica. “Tuve que poner límites”, comenta la mujer a Business Insider. Los padres, al quedarse en casa tanto tiempo, influyeron negativamente al ritmo de trabajo de la nuera, que trabajaba desde el salón de su casa como freelance.
Se vio forzada a trasladar su oficina al dormitorio, un espacio que pronto asoció con la frustración y el estrés. La ansiedad por no poder trabajar en plenas condiciones y no ser capaz de descansar en su casa empezó a manifestarse.
Un día se dio cuenta de ello, por lo que tomó la drástica decisión de comunicárselo a sus suegros. A la hora de poner límites, uso la asertividad y, sorprendentemente para ella, sus suegros reaccionaron mucho mejor de lo que esperaba.
Gracias a la imposición de límites como establecer un espacio sin ruido para poder concentrarse o establecer horarios para pasar tiempo con sus suegros y tiempo a solas con su marido, su productividad aumentó exponencialmente.
Pero esto no solo afectó a la nuera, sino que también incrementó los niveles de felicidad de todos los integrantes de la familia. La comunicación y la comprensión por ambas partes fue la clave para llegar a un punto intermedio en el que todos pudiesen ser felices.
De hecho, los suegros comprendieron el estrés por el que pasaba la pareja y se implicaron en las tareas del hogar. Ambos fregaban, ponían lavadoras e incluso tendían la propia ropa.
La visita pasó de ser algo estresante a ser memorable para todos, algo que la pareja veía como imposible los primeros días. La lección fue clara: la comunicación abierta y la asertividad son claves para tener una buena relación familiar
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