Las trabas de una mujer en silla de ruedas para acudir a un festival de música en Sevilla: “No basta con tener la pegatina de ‘accesible’ si luego la vida real te deja fuera”

Teresa ha denunciado en redes sociales su mala experiencia en el Interestelar Sevilla

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Teresa, en una imagen de
Teresa, en una imagen de redes sociales. (Instagram)

Los festivales son la última moda en el mundo de la música. Recintos amplios y abiertos prometen una experiencia con multitud de conciertos, comida, bebida y, sobre todo, espacios instagrameables. Pero no todos pueden acceder. Incluso después de desembolsar los cerca de 100 euros de media que puede valer una entrada, hay personas que lo tienen complicado para disfrutar de la música. Así le ha ocurrido a Teresa, una madre sevillana que acudió junto a sus hijos, su marido y con su silla de ruedas al Interestelar 2025.

La mujer había recibido la entrada como Regalo de Reyes el pasado 6 de enero y se acercó a disfrutar de lo que debía ser “un día para soñar, para cantar, para bailar juntos”. Pero por muchos planos y políticas de accesibilidad promocionadas en las redes sociales del festival, la realidad con la que dio la mujer fue otra. “El acceso para las personas con movilidad reducida era un laberinto”, ha denunciado Teresa en una carta abierta publicada en la plataforma Instagram. No es la única: la información publicada por el propio festival en redes se ha llenado de comentarios de consumidores que denuncian lo mismo.

Pese a que los planos del Interestelar Sevilla anunciaban accesos y espacios preferentes para personas con movilidad reducida (PMR), en la práctica no funcionaban. “El acceso PMR es una farsa, una mentira, te obligan a pasar por todo el circuito de acceso normal”, afirma un usuario. En el caso de Teresa, según ha sabido el Diario de Sevilla, le explicaron que la que debía ser su puerta de acceso era, en realidad, una salida de emergencia por la que no podían pasar.

El Interestelar Sevilla difunde su
El Interestelar Sevilla difunde su plano con accesos de movilidad reducida en redes sociales. (Instagram)

“Moverse era casi una prueba de resistencia”

La movilidad no mejoraba dentro del recinto del CAAC (Centro Andaluz de Arte Contemporáneo): “Moverse era casi una prueba de resistencia. No basta con tener la pegatina de “accesible”, si luego la vida real te deja fuera. No se trata de firmar papeles. Se trata de no olvidarnos", reclama la mujer.

“Y luego están las miradas”, ha lamentado en su carta. Según describe Teresa, cientos de curiosos asistentes al festival le trataban “como si fuera un mono de feria”. Le dedicaban miradas “con ternura malentendida” y, en los peores casos, le criticaban entre dientes por haberse atrevido a acudir al festival. “Pensó que era buena idea preguntarse (en voz bajita) qué demonios hacía una mujer en silla de ruedas con niños en un festival”, relata.

“La gente hermosa existe”

Pese a las dificultades, Teresa y su familia consiguieron pasar un bien día. “Nosotros fuimos. Reimos. Intentamos que todo pareciera mágico para ellos. Pero sabemos que pudo haber sido mucho mejor. Que lo merecían”, expresa.

En esos buenos ratos, influyó encontrarse con “gente hermosa” que procuraron ayudar “sin hacer ruido, sin condescendencias, con alegría genuina”, lo que les permitió sentirse parte del público, ser uno más. “Gracias a quienes ofrecieron una sonrisa sincera, un gesto amable, un lugar en la sombra o una palabra bonita sin que se lo pidiéramos. Hay humanidad, y se nota, pero no de la organización”, sentencia.

“La música es de todos. La cultura es de todos. Y la dignidad, también”, concluye en su escrito.