El ‘MeToo’ del mundo de la arqueología salta en Francia: “Esperó a que estuviera sola para desnudarse frente a mí”

Varias víctimas han denunciado ante los medios de comunicación las situaciones de acoso sufridas en excavaciones arqueológicas

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Imagen de archivo en una excavación arqueológica. (Pexels)

El acoso sexual está presente en gran variedad de sectores laborales y la arqueología no es una excepción. Según una encuesta elaborada por la organización Arqueología y Género en Europa (AGE), el 82% de los trabajadores del sector han sufrido alguna forma de acoso o discriminación. De los afectados, el 79% eran mujeres y los acosadores, hombres (83%). Las arqueólogas llevan desde 2014 denunciando esta situación, especialmente en el entorno europeo, pero parece que nada ha cambiado.

En Francia, el medio Libération ha publicado entrevistas con cinco víctimas de abusos y acoso sexual en excavaciones arqueológicas, que ponen de manifiesto la necesidad urgente de cambios estructurales en el ámbito de la arqueología para garantizar un entorno seguro y equitativo para todos los profesionales.

Es el colectivo Paye ta truelle (Paga tu paleta) quien encabeza la lucha dentro de la arqueología francesa. Según su portavoz, Béline Pasquini, en las excavaciones “hay un ambiente de campamento de verano que favorece los ataques. Somos jóvenes, a menudo hay alcohol por la noche y solemos decir que ‘lo que pasa en la obra, se queda en la obra’”. En este ambiente permisivo, los acosadores florecen entre los puestos poder, algunos tan reincidentes que llegan a tener fama entre las nuevas contrataciones.

Es lo que le ocurrió a Lola en 2022 durante una excavación en Italia organizada por el centro de formación Aoroc. Desde su llegada, fue advertida sobre un voluntario conocido por su comportamiento inapropiado. A pesar de las advertencias, el hombre continuó acosándola, lo que llevó a Lola a sentirse vigilada y acosada. Angèle, otra estudiante, sufrió acoso por parte del mismo director de operaciones acusado por Lola, en un sitio diferente. Angèle describió cómo el hombre la sometía a comentarios degradantes y tocamientos no deseados. Lola presentó una denuncia interna en noviembre de 2023 y está considerando llevar el caso ante la justicia junto con Angèle.

Un “doble castigo” a las víctimas

Otras no se atrevieron a tanto y terminaron por abandonar sus sueños, como Valentine, que en el verano de 2015, cuando todavía era una joven estudiante de arqueología que comenzaba sus primeras excavaciones en en Nueva Aquitania (oeste), sufrió el acoso sexual del encargado del proyecto, diez años mayor que ella. Tras una retahíla de comentarios sexuales inapropiados, un día “esperó a que estuviera sola en la cabaña para desnudarse frente a mí, como diciendo’es ahora’”, cuenta a Libération. Aunque estos actos podrían ser constitutivos de delito en Francia, en ese momento Valentine no era consciente de la gravedad de la situación. Malas experiencias como esta le llevaron a abandonar su pasión “para no tener que volver nunca más a la obra”.

Laura también abandonó el un puesto de trabajo después de sufrir el acoso del jefe de obra en una construcción en el norte de Francia. Era el año 2009 y, desde los primeros días de trabajo, el director hacía referencias a sus habilidades en la cama. Durante una excavación, cuenta Laura a Libération, el hombre “sacó dos pelotas y un objeto más largo y me dijo:’Eso te vendría bien’”. La joven nunca se atrevió a hablar de ello y, una vez finalizó su contrato, pidió no renovarlo.

“Existe un doble castigo casi sistemático para las víctimas de violencia sexista y sexual en arqueología. Cambian de carrera o se van a vivir a otro lugar, mientras que los agresores, impunes, siguen enseñando”, denuncia Béline Pasquini.