España ha perdido autónomos en los últimos 45 años, pero aquellos que contratan un empleado son cada vez más

La proporción de trabajadores por cuenta propia ha disminuido desde 1979, aunque ha crecido el peso de los empleadores dentro del colectivo

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España cada vez tiene menos
España cada vez tiene menos autónomos. (Infobae España)

Ser autónomo en España no es fácil. Las tasas mensuales son elevadas: no bajan de 200 euros, mientras que en países como Reino Unido parten de 15. Dentro de esta categoría de trabajadores se incluye desde un escritor freelance que envía sus artículos a revistas, a la persona que tiene un pequeño comercio, quien regenta un centro de estética, una dietista o quien recibe dinero de papá y mamá para poner su propio negocio y se define como emprendedor en Linkedin. Todos ellos forman parte de lo que se conoce como la tasa de autoempleo. Y si miramos cómo ha sido en los últimos 45 años vemos que ha caído de forma significativa desde finales de los años setenta.

No obstante, cada vez es más común encontrar autónomos que, además de ejercer su actividad por cuenta propia, contratan al menos a un trabajador asalariado. Esta evolución puede interpretarse como un signo de transformación en el perfil del emprendedor, según recoge un estudio reciente elaborado por los economistas Máximo Camacho (Universidad de Murcia) y Ana Rodríguez-Santiago (Universidad de Málaga), publicado en Papeles de Economía Española.

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A partir del análisis de series trimestrales entre 1979 y 2024, los autores constatan que la tasa de autoempleo —es decir, la proporción de trabajadores autónomos respecto al total de ocupados— ha seguido una tendencia descendente. En 1980, más del 20% de la población ocupada en España trabajaba por cuenta propia; en 2024, la cifra ronda el 15%, con un retroceso más acusado entre los autónomos sin asalariados.

Un empleador por cada 3,3 autónomos

La reducción, sin embargo, no ha sido homogénea dentro del colectivo. Mientras que el número de trabajadores por cuenta propia sin empleados ha disminuido, los denominados empleadores —autónomos que tienen al menos un asalariado a su cargo— han ganado peso dentro del conjunto del autoempleo. En el cuarto trimestre de 2024, había un empleador por cada 3,34 autónomos sin asalariados, una proporción más elevada que la observada en décadas anteriores.

Este cambio en la composición del autoempleo tiene implicaciones relevantes para la economía española. El estudio subraya que los empleadores suelen tener un perfil más estable, con mayor capacidad de generar empleo y resistir las crisis. A diferencia del autoempleo de subsistencia, más vulnerable a los vaivenes del mercado laboral, estos emprendedores por oportunidad muestran comportamientos procíclicos: aumentan en fases de expansión y tienden a reducirse durante las recesiones.

Un electricista completa una instalación
Un electricista completa una instalación eléctrica en un domicilio. (Europa Press)

Los datos recogidos en la investigación permiten observar con claridad esta doble dinámica. En promedio, durante los períodos de expansión económica, la tasa de empleadores con asalariados crece un 6,9%, mientras que la tasa de autónomos sin empleados se reduce un 14,6%. En las recesiones, el patrón se invierte: los primeros caen un 1,7 % y los segundos aumentan más de un 4 %.

Este comportamiento responde a dos mecanismos bien documentados en la literatura. Por un lado, la hipótesis recession-push, que plantea que muchas personas optan por el autoempleo como alternativa ante la falta de oportunidades en el empleo asalariado. Por otro, la hipótesis prosperity-pull, según la cual el emprendimiento florece cuando las condiciones económicas son favorables. El estudio señala que el efecto neto de estas dinámicas contrapuestas ha sido una disminución del autoempleo agregado, pero con una transformación interna en su estructura.

El aumento de paro impulsa a los autónomos

Camacho y Rodríguez-Santiago también analizan la relación entre autoempleo y desempleo desde una perspectiva causal. Sus resultados confirman una bidireccionalidad significativa entre la tasa de paro y el autoempleo sin asalariados. Es decir, el aumento del desempleo impulsa la creación de autoempleo de subsistencia, pero a su vez este tipo de autoempleo puede influir en la evolución del desempleo, al absorber trabajadores sin opciones en el mercado formal.

Los autónomos con asalariados no responden de forma directa a las condiciones del mercado labora

En cambio, no se observa una relación estadísticamente significativa entre la tasa de paro y la de empleadores. Según los autores, esto sugiere que los autónomos con asalariados no responden de forma directa a las condiciones del mercado laboral, sino a otros factores como la demanda, la financiación o las oportunidades de negocio.

Diferencias por comunidades autónomas

El estudio incluye un análisis detallado por comunidades autónomas que revela fuertes disparidades territoriales. En regiones como Murcia, Canarias, Castilla-La Mancha y Andalucía, el autoempleo ha disminuido con más intensidad, especialmente durante las fases expansivas del ciclo económico. En estos territorios, la mayor parte del autoempleo parece tener carácter involuntario y responde de forma directa a las tasas de desempleo.

Tasa de autoempleo entre 1979
Tasa de autoempleo entre 1979 y 2024 por comunidades autónomas. (Papeles de la Economía)

En contraste, comunidades como Madrid, País Vasco o Navarra muestran un patrón distinto, con menor sensibilidad del autoempleo a los ciclos económicos y mayor estabilidad en su estructura productiva. En estas regiones, el autoempleo tiende a estar más asociado al emprendimiento por oportunidad y a perfiles cualificados.

De qué depende que haya más o menos autónomos

La evolución del autoempleo en España está también condicionada por factores estructurales de largo plazo. La consolidación del empleo asalariado, la terciarización de la economía, la mayor estabilidad institucional y el acceso a derechos laborales han contribuido a reducir el atractivo relativo del trabajo por cuenta propia. Al mismo tiempo, la digitalización, la economía de plataformas y las nuevas formas de organización empresarial han creado espacios donde emergen nuevos tipos de autoempleo, con grados diversos de autonomía.

Los autores del estudio advierten que la interpretación de los datos requiere tener en cuenta la heterogeneidad del fenómeno. Las estadísticas agregadas de autoempleo ocultan diferencias significativas en cuanto a motivaciones, estabilidad, rentabilidad y potencial de creación de empleo. Distinguir entre autoempleados con y sin asalariados, y entre emprendimiento por necesidad y por oportunidad, resulta esencial para comprender la dinámica real del sector.

En sus conclusiones, Camacho y Rodríguez-Santiago plantean la necesidad de diseñar políticas públicas diferenciadas. En fases de recesión, fomentar el autoempleo puede ser eficaz para reducir el desempleo, pero en etapas de crecimiento económico, sería más adecuado centrar los recursos en facilitar la transición de autónomos hacia el empleo asalariado o en apoyar a los pequeños empleadores con potencial de expansión. Además, subrayan que cualquier estrategia debe tener en cuenta las características regionales y sectoriales del tejido empresarial.