El fin de ETA deja 74 millones en el País Vasco cada año: desde la desintegración de la banda el turismo se ha disparado

El cese definitivo de la actividad armada del grupo terrorista en 2011 marcó un punto de inflexión no solo político y social, sino también económico, según un estudio de la Universidad de Oviedo

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La disolución de ETA provocó
La disolución de ETA provocó un aumento de los turistas en el País Vasco. (Europa Press/ Reuters)

Cuando se decide ir de viaje y hacer turismo se tienen en cuenta distintas variables. Entre ellas destaca el presupuesto, el clima, las opciones de ocio y también la seguridad. El cese definitivo de la actividad armada de ETA en 2011 marcó un punto de inflexión no solo político y social, sino también económico para el País Vasco. Una investigación publicada en la revista Defence and Peace Economics analiza los efectos del fin del terrorismo sobre la economía regional y concluye que la desaparición de la amenaza tuvo un impacto directo en el aumento de viajeros y, con ello, en el crecimiento del Valor Añadido Bruto (VAB) de la comunidad.

El estudio, realizado por la Universidad de Oviedo, no se centra en los daños provocados por la violencia durante décadas, sino en la capacidad de recuperación económica una vez desaparecida. En concreto, los autores se proponen medir el llamado dividendo de la paz a través del turismo, uno de los sectores más sensibles al riesgo percibido. Sus resultados muestran que, tras el fin de ETA, el número de visitantes aumentó de forma significativa y sostenida entre 2011 y 2019.

Aumentan los turistas y los ingresos

Según estimaciones de la investigación, cada año llegarían al País Vasco una media de 89.000 turistas nacionales adicionales (un 5,6% más) y 108.000 internacionales (un 11,5% más) respecto al escenario hipotético en el que la organización terrorista hubiese mantenido su actividad. La realidad demostró que la reacción fue más rápida entre el público nacional, mientras que los visitantes extranjeros tardaron algo más en percibir el cambio, aunque también lo hicieron de forma progresiva.

Foto de archivo de la
Foto de archivo de la playa de la Concha de San Sebastián. (Europa Press)

Los datos sugieren que el anuncio de ETA, pese a que su disolución formal no llegó hasta 2018, generó un cambio inmediato en la imagen de la región. La percepción de seguridad, elemento clave en la elección de un destino turístico, mejoró a partir de 2011. Así lo reflejan los barómetros del CIS: desde entonces, la actividad de ETA dejó de figurar entre los principales problemas señalados por la ciudadanía.

Más allá del número de turistas, el estudio cuantifica los efectos económicos de ese aumento de demanda. A través de un análisis de ingresos y gastos, que calcula el impacto del desembolso turístico en distintos sectores, se estima que el incremento generó una media de 74 millones de euros adicionales al año en el Valor Añadido Bruto del País Vasco. De ese total, aproximadamente el 73% proviene del turismo internacional. El efecto se notó sobre todo en sectores directamente relacionados con el turismo, como la hostelería, el transporte o el comercio, pero también alcanzó a otros como las telecomunicaciones, la construcción o la agricultura.

Foto de archivo del Hotel
Foto de archivo del Hotel Ibarra en Vizcaya, País Vasco. (Iñaki Berasaluce / Europa Press)

Comparación con un “País Vasco sintético”

Para aislar el impacto del fin del terrorismo, los investigadores emplearon el Método de Control Sintético, una técnica estadística que permite comparar la evolución real del turismo en la región con una réplica construida a partir de datos de otras comunidades autónomas españolas. En este caso, se utilizó una combinación ponderada de regiones como Galicia, Madrid, Navarra y Cataluña, cuyas trayectorias eran similares antes de 2011.

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Las variables incluidas en el modelo abarcan desde el PIB per cápita hasta los precios hoteleros y de restauración, así como la evolución histórica del número de turistas. El resultado es una comparación entre la demanda observada tras el fin de ETA y la que se habría registrado en ausencia de ese cambio político. Los investigadores señalan: “Supone una evidencia empírica de que el fin de una amenaza terrorista en una región estigmatizada por la violencia no solo mejora la calidad de vida y la seguridad ciudadana, sino que también genera retornos económicos positivos”.