
Oficialmente, el Cónclave para elegir al sucesor del papa Francisco ha llegado a su fin. Con la elección del nuevo Pontífice, el cardenal estadounidense Robert Francis Prevost Martínez, de 69 años y que ha elegido el nombre de León XIV, comienzan ahora los ritos para su posesión en el cargo de líder de la Iglesia Católica.
El secretismo absoluto que rodea a la elección papal provoca que crezca la curiosidad por lo que ocurre en el interior de la Capilla Sixtina, a donde solo llegan los ojos de los 133 cardenales electores. Allí, rodeados de impresionantes frescos, han sido los primeros en conocer al seleccionado como Sumo Pontífice tras aceptar el cargo y pronunciar el nombre con el que quiere ser llamado.
Después de que esto ocurra y antes de que en el exterior se conozca la elección, el nuevo Papa atraviesa un umbral solitario en el que transita por la reflexión de lo que implica su nueva condición: de cardenal a Papa, dejando atrás su vida anterior por completo. León XIV (y los pontífices que lo precedieron) pasan a la Sala de las Lágrimas, una pequeña estancia de alrededor de nueve metros cuadrados y sin apenas lujos en las que cambia sus vestimentas y se prepara para saludar a los fieles y al mundo.

La transformación de un cardenal en Papa
En la pared en la que se ubica el fresco del Juicio Final en la Capilla Sixtina, la puerta que se sitúa a la izquierda conduce a la Sala de las Lágrimas. Dentro, el nuevo Papa encontrará una decoración austera: una percha con la vestimenta con la que se presentará desde el balcón central de la Basílica de San Pedro (de tamaños distintos porque hasta el último momento no se conoce quién ocupará el puesto), un diván rojo, un crucifijo, un espejo, un pequeño escritorio, algunas imágenes marianas y fragmentos de antiguos frescos.
Además, una inscripción en una de las paredes, fechada el 31 de mayo del 2013, reza lo siguiente: “En esta sala, denominada ‘del llanto’ desde Gregorio XIV, quien aquí, el 5 de diciembre de 1590, recién elegido Papa, derramó lágrimas de emoción, el nuevo Pontífice, después de aceptar la elección, se viste con los atuendos propios”.

Es en el momento en el que el nuevo Papa se está vistiendo cuando se produce el encendido de la estufa con la fumata blanca que indicará al mundo que se ha producido la elección.
¿Por qué se llama la Sala de las Lágrimas?
Tal y como señala la inscripción, fue Gregorio XIV en 1590 uno de los primeros en derramar unas lágrimas. En este momento, cuando se encuentran casi solos en la sala preparándose para un evento tan importante, muchos sienten la magnitud de la responsabilidad papal a la que van a enfrentarse. Por ello, es frecuente que les invada la emoción y experimenten una transformación espiritual.
Una vez se han preparado, se produce el saludo de todos los cardenales y, después, ya se dirige al balcón central de la Basílica de San Pedro, donde se pronuncia el Habemus Papam, el nombre elegido y se produce la primera bendición del Santo Padre.
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