
A pesar de los cerca de dos millones de reservas acumuladas en todo el mundo para el esperado Tesla Cybertruck, los compradores europeos no podrán tachar su nombre de la lista de espera. Y no es una cuestión de demoras logísticas o estrategias de mercado, sino un veto técnico y legal que impide su homologación en el continente.
Europa, con una normativa de seguridad mucho más estricta que la estadounidense, ha puesto un muro infranqueable entre el mastodonte eléctrico de Tesla y sus potenciales compradores europeos. La razón principal no está en sus célebres aristas afiladas ni en su blindaje, sino en un principio básico de seguridad vial: los coches no deben ser una amenaza para el resto de los usuarios de la vía.
La legislación europea exige que cualquier elemento saliente de la carrocería tenga un borde redondeado de al menos 3,2 mm. Esto impide, entre otras cosas, que un peatón, ciclista o motorista pueda sufrir heridas de corte graves en caso de colisión. Sin embargo, el Cybertruck está fabricado con planchas de acero inoxidable de 1,4 mm, imposibles de redondear sin rediseñar completamente la estructura del vehículo. Esto supondría modificar no solo la estética, sino también todo su proceso de fabricación y ensamblaje. Una inversión difícil de justificar para un modelo que, en el mejor de los casos, tendría una acogida marginal en un mercado donde las pick-up apenas tienen presencia.
Un blindaje que no perdona
La seguridad, en Europa, no se mide únicamente en lo bien que protege a sus ocupantes, sino también en cómo se comporta en caso de accidente con terceros. Y ahí es donde el Cybertruck suspende estrepitosamente. Su carrocería a prueba de balas, una de las principales bazas promocionales del vehículo, es también su mayor lastre. La chapa ultraresistente apenas se deforma, lo que significa que en caso de atropello, el impacto se transfiere directamente al cuerpo del peatón. Donde otros coches amortiguan y deforman para salvar vidas, el Cybertruck impone su masa sin concesiones.

“Si tienes una discusión con otro coche, ganarás”, bromeó Elon Musk durante la presentación del vehículo. Pero esa frase es, para muchos expertos, más una advertencia que un chascarrillo. Según Adrian Lund, ex presidente del Insurance Institute for Highway Safety (IIHS), “si golpeas la cabeza contra un coche muy rígido, el daño es mayor”. Y el Cybertruck es, en palabras de varios expertos en seguridad vial consultados por Reuters, “peligroso para los otros usuarios de la carretera”, incluyendo especialmente a peatones y ciclistas.
La ausencia de zonas de deformación programada, comunes en los vehículos modernos, añade otro punto negativo. Estos elementos están diseñados para absorber la energía cinética en caso de colisión, evitando que esta llegue de forma violenta al habitáculo. En el caso del Cybertruck, parte de esa energía parece desplazarse hasta la conexión de las ruedas traseras con el chasis, como se ha observado en algunos de los vídeos de los crash tests difundidos por Tesla, lo cual deja en el aire muchas incógnitas sobre el comportamiento del vehículo en impactos reales.
Demasiado grande, demasiado pesado, demasiado norteamericano
A todas estas barreras técnicas se suma una cuestión de escala. El Cybertruck mide 5,68 metros de largo, 2,41 metros de ancho y 1,79 metros de alto. En otras palabras, es un gigante inadaptado para las calles europeas, diseñadas para coches considerablemente más compactos. Su peso, cercano a los 3.000 kg —y potencialmente superior si se intentase reforzar su estructura para cumplir la normativa europea—, lo sitúa al borde del límite permitido para los conductores con carné B, lo cual limitaría aún más su viabilidad comercial.
Lars Maravy, vicepresidente de ingeniería de vehículos de Tesla, fue claro en declaraciones a Top Gear Holanda: la forma del Cybertruck y su estructura no cumplen con las regulaciones europeas actuales. Modificarlo para que lo hiciera sería un esfuerzo ingente para un vehículo destinado a un mercado que apenas consume este tipo de formato. La apuesta europea de Tesla seguirá siendo, al menos por ahora, sus modelos Model 3, Model Y, Model S y Model X, que sí han logrado adaptarse al exigente entorno normativo y urbano del viejo continente.
Aunque no se descarta que alguna unidad acabe circulando por Europa mediante importación paralela, su homologación requerirá un largo y costoso proceso de modificación. Para la mayoría de los aficionados europeos, el Cybertruck seguirá siendo una rareza americana, más cercana al prototipo de ciencia ficción que al coche del futuro que pueda aparcarse en la calle de al lado.
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