Por qué la fumata negra es negra y la blanca es blanca, del azufre a la resina de pino: con Juan XXIII vino la confusión y con Benedicto XVI la certeza

Una chimenea informa de uno de los mayores acontecimientos globales, pero hasta hace relativamente poco no lo hacía de forma clara

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Fumata negra: no se ha elegido papa tras la tercera votación.

Fieles en masa venidos de distintas partes del mundo callejean por Roma hacia el Vaticano, seguramente dirigidos por una aplicación GPS. En la Capilla Sixtina tiene lugar el cónclave para elegir a un nuevo papa. Hasta ahora, solo el cine había podido recrear lo que ahí dentro sucede, ahora también la inteligencia artificial. Cámaras de smartphones apuntan a un punto muy concreto, donde también lo hacen televisiones nacionales e internacionales. Todos ellos persiguen captar un momento por el que no ha pasado el tiempo, como lo que ocurre en estos días desde la muerte de Francisco. La magnitud y belleza de la plaza puede esperar, la urgencia está en una chimenea, la que anunciará que la iglesia católica ya tiene quien la guíe.

El consenso o disenso entre los cardenales no tiene grises. Si la votación prospera hay fumata blanca; si no prospera, el humo es negro. No hay detalles sobre el equilibrio de fuerzas, los favoritos, las alianzas desde que se pronuncia el extra omnes. Quizá en unos años, de alguno de los presentes directa o indirectamente, en un libro o entrevista. El ritual se cumple a rajatabla, partiendo del estricto secretismo, salvo algunas certezas, como el orden del día y número de votaciones o, propiamente, de qué forma se genera ese flujo de información tan arcaico como esperado; qué es lo que contiene la chimenea en la Sixtina para que el humo que veamos fuera sea negro y qué contiene para que sea blanco, proclamando el final del proceso.

Fumata negra tras la tercera
Fumata negra tras la tercera votación del cónclave. (Stefano Spaziani/Europa Press)

Qué ocurre tras la fumata blanca

Se trata de religión, pero hay ciencia. Antaño, el único elemento que contenía la estufa para la fumata negra eran los votos de los cardenales, pero había un problema y es que el color generaba confusión, el negro no siempre era consistente y podía llevar a engaño sobre el escrutinio. En 1958, con la elección de Juan XXIII, hubo una falsa alarma. La Santa Sede mejoró la técnica para garantizar la claridad. Y en 2005, con la elección esta vez de Benedicto XVI, se reforzó la composición, añadiendo a la combustión de las papeletas la quema de cinco cartuchos con productos como el azufre y el colofonio. El primero se utiliza para generar espesor y el segundo, para el tono. Adicionalmente, el uso de yodo también contribuye a que no haya duda alguna.

Plaza de San Pedro en
Plaza de San Pedro en el Vaticano durante el cónclave. (EFE/Giuseppe Lami)

¿Y la fumata blanca? Se trata de perclorato de potasio, lactosa y resina de pino. La nube se eleva al cielo y dirige ya las miradas al balcón de la basílica. El nuevo papa habrá sido preguntado si acepta el cargo, se retirará a la Sala de las Lágrimas para vestirse con la sotana papal y después, llegará el momento. El primero en comparecer en el balcón será el cardenal Dominique Mamberti. Con 73 años y una larga experiencia diplomática, tiene un papel esencial. Exclamará ante la multitud congregada “annuntio vobis gaudium magnum: habemus papam!” El pontífice avanzará, dejándose ver por primera vez investido y así ataviado, e impartirá una bendición dirigida a la ciudad de Roma (urbi) y al mundo (orbi).