
La albahaca es una de esas plantas que, además de ser útil en la cocina, aporta un toque de frescura y elegancia a cualquier rincón. Esta hierba aromática se adapta con facilidad tanto a macetas como a tierra abierta, y se caracteriza por su intensa fragancia, que además de enriquecer los platos funciona como repelente de insectos y pequeños animales. A pesar de la facilidad con la que puede crecer, mantenerla sana durante todo el año requiere una atención especial, especialmente cuando los días se acortan y las temperaturas bajan. No pasa nada: con algunos cuidados básicos, es posible disfrutar de esta planta todo el año, incluso cuando llega el frío y escasea el sol.
Las reglas de oro para cuidar de la albahaca
Según informan desde el medio italiano Sbordone News, el primer punto clave para cuidar la albahaca es garantizarle la cantidad adecuada de luz. La planta necesita al menos seis horas diarias de exposición directa al sol. Durante los meses de primavera y verano, la luz natural no suele ser un problema, pero en invierno, cuando los días son más cortos, es fundamental buscar soluciones para suplir la falta de sol. En estos casos, se puede recurrir a una lámpara LED específica para plantas, que ayuda a mantener el nivel de luz necesario para su crecimiento.
El riego también es esencial. La albahaca no aguanta la sequía prolongada ni el exceso de agua, por lo que el riego debe ser equilibrado. Es importante regar solo cuando la tierra esté seca al tacto. Utilizar macetas con agujeros de drenaje también es fundamental, ya que evita que el agua se quede estancada, lo que podría pudrir las raíces de la planta. Evitar el exceso de humedad es tan importante como no dejarla secarse, por lo que un control regular del suelo es esencial para mantenerla saludable.

La poda es otro aspecto que no se puede descuidar si se quiere tener una albahaca frondosa y productiva. En lugar de arrancar hojas de forma aleatoria, se recomienda cortar las puntas de las ramas justo por encima de los nodos. Este tipo de poda fomenta el crecimiento de nuevas ramas y mejora la densidad de la planta, lo que favorece una producción continua de hojas frescas. Así, no solo se mantendrá la albahaca en su mejor estado, sino que se estimulará su crecimiento de forma constante.
También se debe tener en cuenta que el frío es el principal enemigo de la albahaca. Las bajas temperaturas pueden afectar tanto a las raíces como a las hojas, comprometiendo la salud de la planta. Cuando el clima se vuelve más frío, lo mejor es trasladar la albahaca al interior, procurando que la temperatura no baje de los 10 grados. Además, es importante evitar lugares oscuros o demasiado secos, ya que la falta de luz y humedad podría ser perjudicial. Lo ideal es ubicar la planta en un espacio luminoso y bien ventilado, que simule las condiciones de un entorno más cálido. Al final, si se presta atención y se siguen con cuidado todas estas instrucciones, en realidad será posible - y fácil - mantener una albahaca sana que sea productiva durante todo el año.
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