Para qué sirve el agujerito del candado: puede llegar a ser clave para su funcionamiento

Su simplicidad y funcionalidad lo han convertido en una herramienta esencial en nuestra vida diaria

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Esta es la función del pequeño agujero que tienen los candados. (Crédito: pixabay)

El candado es un objeto cotidiano que utilizamos en todo tipo de situaciones. Ya sea para cerrar la taquilla del gimnasio, anclar la bicicleta en la vía pública o incluso asegurar la mochila en momentos de viaje, el candado actúa como una barrera que impide el acceso no autorizado.

Su simplicidad y funcionalidad lo han convertido en una herramienta esencial en nuestra vida diaria. Sin embargo, su eficacia depende de varios factores, como el tipo de mecanismo, las condiciones en las que se utiliza y el mantenimiento que se le proporcione. Además, a pesar de su pequeño tamaño, el candado cuenta con ciertas incógnitas que aún sorprenden a los usuarios. Una de ellas es el agujerito que hay al lado de la cerradura.

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Esta es la función del pequeño agujero que tienen los candados. (Crédito: Wikimedia Commons)

Más allá de su apariencia trivial o de parecer un mero detalle estético, el pequeño agujero presente en muchos candados cumple varias funciones fundamentales. Este orificio, ubicado en el cuerpo del candado, no solo facilita el mantenimiento y la lubricación, sino que también contribuye a la longevidad del mecanismo interno.

Con el paso del tiempo y el uso constante, el interior de un candado puede acumular polvo, suciedad e incluso óxido, lo que afecta su rendimiento. Para prevenir estos problemas, el agujero permite la introducción de aceite lubricante, específico para cerraduras, que facilita el deslizamiento suave de las piezas móviles, asegurando un funcionamiento óptimo. Este tipo de mantenimiento preventivo no solo mejora la eficiencia del candado, sino que también prolonga su vida útil, lo que lo convierte en una acción esencial para quienes dependen de él para la seguridad.

En lugares expuestos a la intemperie, como jardines o puertas exteriores, el agujero también juega un papel crucial como sistema de drenaje. Cuando el candado se ve afectado por la lluvia o la humedad, el orificio permite que el agua acumulada en su interior se escurra, evitando la corrosión y el deterioro de las piezas metálicas. Esto impide que el mecanismo se agarrote, lo que podría inutilizar el candado.

Además, desde una perspectiva de seguridad, el agujero también tiene un rol indirecto, al dificultar el acceso no autorizado al mecanismo interno. Un diseño cuidadosamente pensado del orificio puede complicar los intentos de manipulación o ganzuado, pues la forma, profundidad y elementos internos que lo rodean actúan como una barrera adicional frente a herramientas de intrusos. Así, aunque pequeño, el agujero del candado puede ser un componente esencial para su eficacia y durabilidad.

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Cada cuánto hay que cambiar el candado

La necesidad de cambiar un candado depende de factores como su uso, condiciones climáticas y mantenimiento. Los candados expuestos a la intemperie, especialmente en ambientes húmedos o salinos, corren el riesgo de oxidarse rápidamente, por lo que es recomendable revisarlos anualmente. Aquellos con un uso frecuente o diario pueden desgastarse en 3 a 5 años. Si el candado presenta fallos en su seguridad, como dificultades para abrir o cerrar, debe reemplazarse de inmediato. Un mantenimiento adecuado puede prolongar su vida útil, pero si tras lubricarlo sigue fallando, es hora de cambiarlo para asegurar su funcionalidad.