Óscar Rosa, detective privado: “Somos 1.500 en toda España y hay trabajo para cuatro veces más investigadores”

‘Infobae España’ entrevista a Óscar Rosa quien, junto a su familia, lidera la mayor agencia de detectives de España. “La profesión vive un momento de auténtico auge”, asegura

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Óscar Rosa. (Edu Rosa)
Óscar Rosa. (Edu Rosa)

Es un gran momento para ser detective privado en España. “La profesión vive un auténtico auge, posiblemente es una de las etapas donde más trabajo está entrando”, asegura Óscar Rosa a Infobae España. Rosa sabe de lo que habla: su familia es propietaria de la mayor empresa de investigación privada del país, con 45 empleados, cuya sede principal se encuentra en Málaga y cuenta con una delegación en el madrileño Paseo de la Castellana. “La agencia la creó mi padre en los años 70. Somos cuatro hermanos, todos detectives. Mis dos cuñados también lo son, al igual que mi sobrino y mi hijo mayor”, detalla el investigador.

Si bien cualquier persona puede ser detective, esta es una profesión muy regulada por parte del Ministerio del Interior. Aquellos que quieran seguir los pasos de los nombres célebres del sector —como los ficticios Sherlock Holmes y Hércules Poirot o Charles Arrow y Evaristo Meneses, entre los que realmente existieron— deben estudiar durante tres años en alguna universidad que ofrezca un título propio de investigador privado. Una vez con el diploma en mano, se debe acudir al departamento de Seguridad Privada del Ministerio liderado por Fernando Grande-Marlaska para registrarse.

“No puedes haber sido miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en los dos últimos años ni tener antecedentes penales. Debes pasar un test psicotécnico y estar dado de alta como autónomo”, detalla el autor de De Baker Street al Paseo de la Castellana (Ariel, 2025). “No somos más de 1.500 detectives privados en toda España y hay trabajo para cuatro veces más investigadores. Todos los compañeros están desbordados de trabajo”.

-Pregunta: ¿Y eso por qué?

-Respuesta: Principalmente, por el fraude. A nivel de empresas, por ejemplo, existe un momento de muchas bajas laborales ficticias. Un empleado que dice estar de baja porque tiene, imagínate, lumbago o le duele la pierna, y en realidad en vez de estar en su casa de reposo va al gimnasio o está en la playa. Está engañando a la empresa y a la Seguridad Social. Cuando se nos pide una investigación, nosotros hacemos una vigilancia, lo seguimos y aportamos con pruebas, con fotografías o con vídeos, que dicha persona está ejerciendo una actividad que, en teoría, físicamente no la puede realizar por estar de baja.

-P: ¿Y qué otras investigaciones os piden?

-R: Informes comerciales. En momentos de incertidumbre económica, todo lo que sea información preventiva sobre un nuevo cliente para decidir si se trabaja o no con él y averiguar si es un buen pagador o un deudor. También hacemos investigaciones de custodia y, aunque menos, de desconfianza de pareja. Sobre todo a nivel de pensión compensatoria en los casos de divorciados: un padre al que le corresponde pagar tanto y él dice que no puede pagar eso porque sus ingresos no llegan a ese mínimo. Ahí se realiza una investigación en la que quizá no puedes averiguar cuánto gana esa persona, pero sí cuánto gasta o el estilo de vida que lleva.

Óscar Rosa. (Edu Rosa)
Óscar Rosa. (Edu Rosa)

-P: ¿Cómo ha cambiado la profesión desde que tu padre creó la empresa, seis décadas atrás?

-R: No ha cambiado tanto. En esencia, se trata de investigar, controlar, solicitar vigilancia y hacer seguimientos. Lo que sí ha cambiado es la tecnología, las herramientas que tenemos para investigar. Las redes sociales ayudan mucho para hacerte un informe preliminar de alguien, quiénes son sus familiares, dónde ha podido trabajar o incluso encontrar alguna fotografía. Es una profesión que siempre ha estado muy vinculada con la última tecnología en cámaras de fotos y vídeo y, hoy en día, la inteligencia artificial nos ayuda a incorporar información.

-P: ¿Cómo es la relación con la policía?

-R: En España, no podemos investigar un delito público, ni asesinatos ni secuestros o robos, como sí pasa, por ejemplo, en Estados Unidos. Entonces, ese estereotipo de ‘me llevo mal con la policía porque meto las narices donde no me llaman y ellos se enfadan porque estamos los dos investigando lo mismo’, aquí no existe. La relación que tenemos con la policía es magnífica.

Condenan a Mercadona por no dejar a una empleada cambiar el turno para cuidar de sus hijos: la empresa contrató un detective para vigilar al marido.

-P: ¿Sueles rechazar algún caso?

-R: Muchas veces tenemos que decir que no a un cliente. Porque lo que nos está pidiendo a lo mejor no es legal o directamente no hay una justificación legal. Las preguntas que hay que hacer son ‘por qué y para qué se necesita la investigación’. Tú no puedes investigar a cualquiera, tiene que existir una relación contractual o una relación familiar.

-P: ¿Un ejemplo?

-R: El caso que te pongo es de un señor que quiere subirle el precio del alquiler a su inquilino, pero no puede hacerlo por cuestiones del contrato. Esta persona nos pide una investigación porque ha oído rumores de que el inquilino está de baja en su empresa, pero está trabajando en B para otra y quiere que descubramos todo esto. ¿Para qué? Para chantajear y presionar al inquilino. Tienes que decirle que no, porque el objetivo es cometer un delito.

-P: ¿Algún caso que recuerdes más?

-R: Recuerdo que desde una residencia nos pidieron una investigación porque sospechaban que unos empleados se quedaban dormidos por la noche y querían que lo averiguáramos para despedirlos. Descubrimos que hasta quitaban a los enfermos de la cama para meterse ellos y eran unos diez los que lo hacían. Había incluso hasta casos de maltrato.

-P: ¿Qué características tiene que tener un buen detective?

-R: Paciencia, porque muchas veces los resultados no llegan muy a corto plazo. Empatía, para empatizar no solo con el cliente, sino también con las personas que van a formar parte de la investigación: vecinos, testigos, etc. Y también creo que es importante desarrollar una especie de radar o alerta interna que te diga ‘esto no cuadra’.