El legado del papa Francisco llega a Lavapiés de la mano de Scholas Occurrentes: “Hay que dar un pincel y preguntar cuál es el mayor dolor y no pedir que lo cuenten sino que lo pinten”

El organismo, que lucha por dar voz a los jóvenes del mundo y que ha sentado en la misma mesa a israelíes y palestinos, llega a la capital española

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José María del Corral, teólogo
José María del Corral, teólogo y pedagogo argentino, y el Papa Francisco en la sede de la Scholas Occurrentes en Cascais, Portugal. (Cedida)

“¿Qué pasa con los jóvenes en medio de esta crisis?“. Cuando se hicieron esta pregunta el Papa Francisco y José María del Corral, teólogo y pedagogo argentino, la cátedra de San Pedro aún la ocupaba Juan Pablo II, y lo haría por un tiempo. Era 2001, Argentina estaba sumida en el caos y aquellos que podían buscaban la estabilidad en el extranjero para huir “del odio, la bronca, los saqueos, la desintegración del tejido social y la desesperanza”. Fue entonces cuando Jorge Bergoglio y su amigo Del Corral plantaron el germen de Scholas Ocurrentes.

“Para él, la crisis tenía que ver con la falta de esperanza. Y entonces, en vez de contarle lo que a mí me parecía que le pasaba a los jóvenes, yo le sugerí reunir a un grupo representativo de jóvenes de la sociedad argentina y que él mismo lo pudiera escuchar”, narra Del Corral en una entrevista con Infobae España con motivo del aterrizaje del proyecto que nació aquel año, que se ha expandido por todo el mundo y que ahora llega al barrio madrileño de Lavapiés.

En aquella Argentina de principios de siglo, los dos amigos reunieron a un grupo de jóvenes cristianos, judíos y musulmanes para que realizaran un diagnóstico de lo que le estaba pasando al país desde su punto de vista. Pero aquel encuentro fue más allá. “Fueron a la Comisión de Educación de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Hablaron con los diputados, presentaron un proyecto, lo defendieron, pasó a recinto y un mes después, por unanimidad de todos los partidos políticos, se votaba la Ley 2169″, cuenta el teólogo emocionado desde un despacho en la capital española, donde ahora, 30 años después, promueven algo similar, que vaya “de abajo a arriba, y no de arriba a abajo”.

Murales para dar voz

El pasado mes de octubre, en Madrid, crearon un espacio para que los alumnos de colegios públicos, privados y concertados tuvieran un altavoz con el que dirigirse a sus profesores, pero también a la Consejería de Educación de la comunidad autónoma. “No nos dan ni cosas útiles ni nos preparan para la vida”. Ese fue el clamor de los 150 delegados y representantes del alumnado madrileño. El argentino explica que, al principio de las jornadas, los profesores lo veían como un ataque directo, pero con el paso de los días comprendieron que era una crítica al sistema y se sumaron a la denuncia pública con una reivindicación ya histórica de los sindicatos: el exceso de burocracia que les resta tiempo para preparar las clases.

Los espacios para expresarse son una de las peticiones que hicieron los alumnos madrileños, que dicen que no tienen voz. Se quejan de no tener las herramientas ni los espacios necesarios para expresarse. Y es en este punto en el que entran en juego los mecanismos de Scholas Occurrentes, que a través de la expresión artística y el juego consiguen ayudar a los más jóvenes a manifestar lo que sienten. “Hay herramientas didácticas para escuchar lo que está en el corazón. No puede ser con un formulario, a veces hay que dar un pincel y preguntar cuál es el mayor dolor de la infancia y no pedir que lo cuenten sino que lo pinten. Y así van expresando trazos que se convierten en murales”, cuenta Del Corral.

Scholas Occurrentes en Lavapiés

Esta filosofía llega ahora al barrio madrileño de Lavapiés con un espacio en el que los vecinos deciden las actividades que se van a desarrollar en el Centro Cultural Fratelli Tutti. Ahora, en el lugar se desarrollan desde una liga de ping-pong hasta cursos para hacer jabón. Para el pedagogo, una de las cualidades más destacadas de estos grupos de personas es la diferencia de edad. Entre aquellas paredes se mezclan generaciones que no están acostumbradas a interactuar entre ellas y entablan un diálogo horizontal con el que consiguen enseñarse los unos a los otros.

A este proyecto se han unido la Universidad Complutense de Madrid y la Francisco de Vitoria, cuyos alumnos participan en el desarrollo de las actividades. De hecho, van a formar parte de una edición de formación de líderes juveniles, otro de los objetivos que promueve la organización del papa.

El Centro Cultural Fratelli Tutti
El Centro Cultural Fratelli Tutti en Lavapiés, Madrid. (Cedida)

Jóvenes palestinos e israelís de la mano

Scholas Occurrentes ha recorrido medio mundo y decenas de países se han beneficiado de sus sistemas de cohesión social y de ayuda a la juventud. Pero han ido mucho más allá. A través del programa Meaning Meets Us, una actividad interreligiosa e intercultural en la que jóvenes musulmanes, judíos y cristianos reflexionan sobre “la construcción de la paz”, el Vaticano presenció como palestinos e israelíes se daban la mano y se miraban de frente para hablar del conflicto que les atañe.

El pasado mes de febrero, estudiantes universitarios palestinos e israelíes, bajo la mirada de otros estudiantes estadounidenses que querían formar parte del encuentro, participaron en unas jornadas de encuentro y diálogo en Roma para habla de “cómo generar un espacio donde, más allá de las armas, se pueda hablar”.

“Había jóvenes que había estado la semana anterior con armas en Gaza porque estaban haciendo servicio militar”, explica Del Corral, que añade que “hubo que atender a algunos de los chicos por estado de pánico y por los niveles de ansiedad que había que contener”. Como en otra ocasiones, los jóvenes pintaron un mural y trataron de reflejar el dolor a través del arte con un objetivo: el entendimiento.

“Los jóvenes de un lado y del otro coincidían en que el gran problema está en sus dirigentes. ¿Conclusión? Los jóvenes tienen mucho más sentido común. Y no quieren pronosticar el futuro, quieren ser creadores de futuro, que no es lo mismo”, dice el pedagogo, que pone un ejemplo final de un ejercicio de confianza en el que trabajaron durante aquellos días: “La dinámica consiste en caminar con el otro. A vos te tapan los ojos y tienes que confiar en la persona que te va guiando. Así que había chicos israelíes que llevaban chicos palestinos con los ojos tapados por las calles nocturnas de Roma. Hay que confiar y confiaron. Muchas de estas cosas son las que pasan por la sangre, por la experiencia, son las que hacen que las ideas no se transformen en ideologías, sino en sabiduría. La educación hoy es ideológica. Para nosotros tiene que volver a ser una experiencia. Una experiencia que transforma la vida”.