
Los aviones no pueden dar marcha atrás o frenar un viaje una vez ha comenzado, salvo en situaciones extremas. Por lo menos, así es en la teoría, y así se produce en la mayoría de casos. Los horarios son exigentes y la posibilidad de coincidir con otro vuelo en un aterrizaje no esperado es un enorme peligro.
No obstante, en ocasiones, se producen sucesos aislados que rompen con esta normativa tan estricta. Problemas técnicos, alguna emergencia con un pasajero o personas que provocan situaciones incómodas en las cabinas provocadas por alguna persona son algunos de los motivos que han provocado estos casos.
El pasado viernes 21 de marzo, se volvió a producir una situación de este tipo. Ocurrió con un vuelo que salía de París dirección Pointe-à-Pitre, Guadalupe. Se trataba de un vuelo de la compañía Air France, y no es el primer episodio de este tipo que sufre esta empresa francesa en lo que va de año.
Peligro de incendio
El motivo que obligó al piloto a dar marcha atrás y volver a París, tras más de dos horas de viaje, fue que un pasajero perdió el móvil en la cabina del avión. Las 375 personas que viajaban a bordo tuvieron que regresar a la capital francesa, debido a que este móvil sin localizar podía suponer un grave peligro.
El procedimiento establece que una aeronave debe aterrizar lo más rápido posible si no se controla un dispositivo electrónico. Las baterías de litio que contienen los móviles en su interior pueden provocar incendios en el interior de los aviones.
Hace algo más de un mes, el pasado 7 de febrero, esta situación se replicó durante un vuelo de la misma compañía. El teléfono móvil de un pasajero se deslizó entre los respiradores, y llegó a un punto inaccesible, por más que trataron cogerlo. Por ello, también tuvo que regresar.
Las empresas de aviación no se toman a la ligera esta amenaza. Cuando una batería de este componente se sobrecalienta, puede incendiarse. Al caer el móvil a un lugar donde puede exponerse a altas temperaturas, o al no saber dónde ha ido a parar, los responsables deciden dar media vuelta.
¿Por qué puede explotar un móvil?
El litio de las baterías es el principal componente que crea el riesgo de explosión. Se trata de un metal alcalino muy reactivo, que incluso puede es sensible al contacto del aire. Al exponerse a elevadas temperaturas, se inicia una reacción química en cadena que puede desencadenar en la explosión.
Lo cierto es que lo más común y posible es que solamente salte una pequeña chispa o que se inflame la batería, sin llegar a explotar. No obstante, el riesgo existe y se han conocido casos de incendios originados por un móvil que explota tras sobrecalentarse.
El contacto con ciertas zonas del avión puede provocar este aumento de las temperaturas. Utilizar cargadores o enchufes en mal estado o las baterías defectuosas, muchas veces compradas en locales que no controla el fabricante, son otras formas de llegar a esta situación tan extrema. Por ello, en los vuelos las compañías prefieren evitar cualquier riesgo.
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