“Casas a 1 euro”, el proyecto para repoblar pueblos que es un éxito en Sicilia: “Tuvimos miedo de estar cometiendo el mayor error de nuestra vida”

Aunque remodelar las viviendas para hacerlas habitables es mucho más caro, la popularidad del programa ha llevado a algunos municipios a repetir la iniciativa

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Sambuca di Sicilia, uno de
Sambuca di Sicilia, uno de los pueblos que empezaron con la tendencia de las casas a 1 euro.

No es una broma, pero tampoco es tan bueno como parece: el programa de las “casas a 1 euro”, lanzado en 2016 para combatir la despoblación rural y el declive económico de Sicilia, ha tenido el éxito deseado. Zonas como Mussomeli, en el centro de Sicilia, se han convertido en el epicentro de esta curiosa iniciativa que busca atraer nuevos residentes dispuestos a renovar viviendas abandonadas (por eso no es tan bueno como parece, porque el coste de remodelar los inmuebles es, obviamente, de decenas de miles de euros). Como declara Morgane Guihot, quien decidió junto a su esposo adquirir una propiedad bajo este programa, al medio suizo Bilan: “¿Lo volvería a hacer? Sí, sin dudarlo. Tener una segunda vivienda sin hipoteca es realmente fantástico”.

Acceder al programa no siempre es fácil. Guihot se sintió inicialmente desanimada por la dificultad de encontrar información clara, ya que solo estaba disponible en italiano. Pero, tras ser contactada por una agencia inmobiliaria, la pareja logró visitar Mussomeli en 2019, donde finalmente adquirió su vivienda. “Había que imaginar el resultado final,” dijo Guihot al medio suizo, refiriéndose al nivel de renovación necesario en estas casas. Y es que muchas de ellas están en ruinas. Sin embargo, esta mujer francesa destacó que su propiedad estaba en mejores condiciones: tras las reformas necesarias, ahora es su casa de vacaciones.

Inspirado por el éxito en Italia, el modelo de las “casas a 1 euro” se ha expandido a otros países como Suecia, Croacia y Japón. En Suiza, por ejemplo, el proyecto contó con su única iniciativa en 2019, cuando el municipio de Gambarogno anunció un plan para vender viviendas rústicas por 1 franco simbólico. Sin embargo, el proyecto sigue paralizado debido a objeciones de las autoridades de desarrollo territorial.

Mientras tanto, en Italia, el programa ha cobrado fuerza. Desde 2016, 72 municipios han adoptado la iniciativa y algunos, como Sambuca, han ido un paso más allá, subastando estas propiedades al mejor postor con una oferta inicial de 1 euro. Las casas finalmente se vendieron por precios entre 500 y 12.500 euros. Esto se debió a la alta demanda, que alcanzó unas 110.000 solicitudes de todo el mundo para solo 15 viviendas en una subasta reciente.

Los altos precios del alquiler empujan a la compra precipitada de vivienda (para quien pueda): “No hay opción porque no hay oferta”

Detrás del precio simbólico: los costos reales

Aunque el precio inicial es simbólico, el costo de renovación de estas viviendas es considerable. A menudo las condiciones incluyen completar las reformas en un plazo de dos a tres años. Morgane Guihot estimó que la renovación de su casa, de 70 metros cuadrados, costó alrededor de 35.000 euros. La pareja asumió gran parte del trabajo personalmente, lo que redujo los costes, pero estas cifras pueden variar ampliamente dependiendo del estado de las propiedades.

El programa no solo rejuvenece el mercado inmobiliario rural, sino que también ha promovido una revitalización social y económica en pueblos como Mussomeli, que ahora cuentan con mejores infraestructuras y más actividad comercial. Además, este tipo de iniciativas está creando comunidades internacionales dentro de pequeños pueblos italianos.En localidades como Sant’Elia a Pianisi, es común encontrar residentes provenientes de países tan lejanos como Japón o Australia.

Según Guihot, al reflexionar sobre la decisión que tomaron hace años, lo que inicialmente podría haberse percibido como un riesgo, ahora lo ven como una oportunidad única. No se arrepiente de su elección y se imagina pasando allí su jubilación. “Al principio tuvimos miedo de estar cometiendo el mayor error de nuestra vida”, admite. “Pero nos dimos cuenta de que, en el peor de los casos, solo habríamos perdido algo de dinero, y no mucho”.