“Me ofrecieron cinco millones”: el jubilado propietario de un huerto con vistas al mar que irrita a los agentes inmobiliarios al no querer venderlo

Este francés prioriza el legado familiar a cualquier oferta que pueda recibir

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Limonero (Imagen Ilustrativa Infobae)
Limonero (Imagen Ilustrativa Infobae)

El valor económico de una vivienda viene determinado por el propio mercado, de manera que está totalmente relacionado con la demanda o la situación económica general. En Francia, el mercado inmobiliario se está viendo necesitado de viviendas ante el crecimiento de la población, lo que genera auténticas batallas por los terrenos o la adquisición de edificios.

Normalmente, estas disputas tienen una fácil resolución, pues el dueño del territorio o edificación aceptará la mejor oferta monetaria. Sin embargo, en ocasiones, podemos encontrar factores intangibles y que no permiten predicción o estudio alguno por parte de las empresas inmobiliarias.

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Uno de estos aspectos más difíciles de medir es el cariño o aprecio que el dueño pueda tener a su hogar. Este es el caso de un jubilado francés que, por millonaria que sea la oferta por parte de las inmobiliarias, se niega a vender su propiedad.

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“Me ofrecieron cinco millones”

Georges Mario es un hombre jubilado que vive su etapa sin trabajo y de descanso en su vivienda en Saint-Laurent-du-Var, una ciudad fronteriza con Niza. No se trata de una casa al uso, sino que cuenta con una excelente ubicación y un amplio jardín bien aprovechado con el huerto al que dedica ahora su día a día.

Su casa es toda una joya para las agencias, pues tiene unas vistas al mar únicas. A esto hay que añadir que la parcela se extiende hasta los 7.000 metros cuadrados. Un terreno de gran tamaño y emplazado en un lugar idóneo. Esto ha provocado que, desde hace tiempo y en los últimos meses de forma exagerada, Georges reciba llamadas que se interesan por comprar el terreno todas las semanas. Afirma haber rechazado hasta “cinco millones de euros”.

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No se plantea la venta

Las inmobiliarias se desesperan con este caso. Por más que suben el listón no hay forma de convencer a su dueño para que venda el terreno. Si una oferta millonaria de tal calibre no le hizo cambiar de idea, resulta difícil pensar que llegará ese momento. Además, con precios tan elevados se complica rentabilizar esa compra, lo que ha acabado provocando la irritación de las empresas.

Georges Mario no tiene dudas en torno a su decisión: la casa no está en venta. Su increíble huerto, que cuenta con una gran plantación de limoneros, ha estado vinculado a la familia desde hace más de un siglo. Es un legado y un estilo de vida que ha heredado, de manera que no hay precio que le haga replanteárselo.

El hombre de 60 años explica que realizó una promesa a su tío, fallecido hace 25 años, sobre que jamás vendería el huerto familiar. Por ello, por mucho dinero que se ponga sobre la mesa, George no contempla la venta. Algunas de las inmobiliarias no dan crédito, pues no están acostumbradas a toparse con un muro infranqueable.

Los comentarios y opiniones generados al conocerse esta historia apuntan a la presión inmobiliaria. Si el dueño ha decidido no vender, la insistencia tan prolongada y frecuente puede incurrir en un delito de acoso, al estar recibiendo llamadas de forma semanal.