
“¿Quedamos para un café?” o “¿Tomamos un café y me lo cuentas?”, son frases que podemos escuchar en nuestro día a día y que sólo evidencian lo arraigada que está esta bebida en nuestra cultura. En España se beben 14.000 millones de tazas de café al año, tal y como se detalla en la web de Bonka. Una cifra que, sin duda, llama la atención, pero que no es tan espectacular si las comparamos con la de otras naciones vecinas. En nuestro estado se consumen 4,5 kg de café al año, mientras que en Finlandia esta cifra aumenta hasta los 12 kg por persona.
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Pero hay un récord que España sí bate y es que es líder en bares y cafeterías. Es el país con más densidad de bares, con un establecimiento por cada 175 habitantes. En total, hay más establecimientos de restauración que en todos los Estados Unidos.
Por qué se pone un plato debajo del café
Dada nuestra cultura cafetera, habremos reparado que ya sea servida en vaso o en taza, esta bebida siempre viene acompañada de un plato. Habremos podido pensar que este elemento hace las veces de soporte de la cucharilla o de los sobres de azúcar. Sin embargo, nos equivocamos, esta no es la razón principal de su existencia.
Según se detalla en el medio francés L’Internaute, el origen del platillo se remonta a épocas en las que las tazas de café no tenían asas, lo que hacía necesario un soporte para recoger posibles derrames y evitar manchas en las superficies. Pero su utilidad no terminó ahí. Con la evolución del diseño de las tazas, el platillo adoptó un segundo propósito: facilitar el enfriamiento de la bebida. Al colocarla sobre él, se genera una corriente de aire entre ambos elementos, lo que acelera la disipación del calor por convección. Esto permite que el café alcance una temperatura adecuada para su consumo más rápidamente, sin riesgo de quemaduras y sin necesidad de esperar demasiado tiempo.
Una variación peculiar en el siglo XVIII
Este mecanismo de enfriamiento tuvo una variación peculiar en el siglo XVIII. En esa época, era común verter bebidas calientes en el plato (por mucho que ahora nos pueda parecer extraño) para que se enfriaran más rápidamente, ya que estos contaban con bordes más altos para evitar derrames.
Además de cuestiones térmicas, este elemento también protege las superficies donde se coloca la taza, evitando quemaduras en mesas o manteles. En muchos casos, también contribuye a una presentación más elegante del servicio de café, especialmente en bares y cafeterías donde la atención al detalle es crucial.
Hoy en día, aunque las tazas cuentan con asas que hacen innecesario el manejo del café caliente directamente con las manos, el plato sigue siendo un elemento esencial. Su función va más allá de ser un simple soporte para cucharillas o pequeños complementos, ya que cumple un rol histórico y práctico que ha evolucionado con el tiempo. La próxima vez que disfrutes de una taza de café, recuerda que ese pequeño platillo debajo tiene una historia que combina tradición y utilidad.
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