
“¿Podrías darme un poco de azúcar?” es una frase que seguramente nunca dijeron los protagonistas de este caso. A veces no se puede congeniar con los vecinos. Sea por ser policías de mirilla, demasiado fiesteros, o ladrones de paquetes, en ocasiones es sencillamente imposible establecer una relación positiva con quien sea que viva en la casa de al lado.
El peor de los casos: de insultos y amenazas a puños y explosiones
Este caso es bastante más grave. Todo comenzó alrededor de hace un año y medio en Quessy, una pequeña ciudad de Aisne (Francia) con 2.800 habitantes, según reveló el alcalde de la localidad a France 3. Insultos, amenazas, acoso, ruido... una pareja residente en el lugar había presentado ya varias denuncias (todas desestimadas) contra sus vecinos, una familia que vive en una autocaravana en un terreno junto a su domicilio.
El pasado 31 de agosto, sin embargo, llegó a sobrepasar una primera línea: según 20 minutes, un medio informativo francés, la pareja habría estado cortando el césped de su jardín cuando fueron asaltados y agredidos físicamente por la familia residente en el remolque.
Fue, como cabe comprender, la gota que colmó el vaso: viendo que sus quejas oficiales no llegaban a ninguna parte y que, por llegar, lo único que lo había hecho eran sus vecinos a las manos, la pareja decidió marcharse de su casa junto a sus hijos para no volver nunca más. Y no lo hicieron despreocupados, claro, porque en ese momento la matriarca de la familia tuvo un presagio: “Temo por mi casa, claramente creo que van a volver a mi casa”.

No le faltaba razón. Los vecinos - seguramente, aunque no ha sido confirmado todavía - volvieron a por su casa, y lo hicieron por todo lo alto (por los aires, de hecho). En la noche del sábado 28 al domingo 29 de diciembre, lo que había sido su hogar se convirtió en una masa calcinada de ceniza candente tras una explosión que la destruyó por completo. Fue tal el bombazo que afectó a una vivienda vecina, provocando que a sus habitantes les fuera prohibido el paso.
Cincuenta bomberos fueron enviados al lugar, pero solo pudieron apagar el fuego. Por suerte, no hubo víctimas, ya que la familia no vivía ahí desde hacía cuatro meses. Y por esto mismo, respaldado además por la investigación abierta por la fiscalía de Laon, todo apunta a que no fue un accidente, sino un caso de “destrucción intencionada por medios peligrosos”.
Además, varios testigos aseguran haber visto a dos sospechosos huir de la escena poco después de la explosión. Por si fuera poco, uno de los vecinos de la comunidad rescató a un tercero, gravemente herido, de entre los escombros.
De poder demostrarse que los responsables de la explosión fueron los residentes de la autocaravana, se enfrentan a graves consecuencias legales. Y, aunque en ocasiones el cometer un delito puede tener que ver con un cúmulo de circunstancias socioeconómicas, ¿Qué propósito hay en volar por los aires una vivienda vacía? Más allá de escarmentar a sus vecinos por sus rencillas personales previas, claro.
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