
El primer secretario del PSC y candidato socialista a la Generalitat de Cataluña, Salvador Illa, prepara el terreno para someterse a una investidura tras las elecciones catalanas del 12 de mayo si, como todas las encuestas apuntan, vuelve a ser el ganador de los comicios. En una entrevista radiofónica en el programa Hoy por hoy, el líder del PSC aseguró sin tapujos: “Voy a postularme a la investidura si gano las elecciones y me gustaría formar un gobierno fuerte y estable”, una promesa que no es baladí.
Y es que, tanto en las elecciones de febrero de 2021 como en las de diciembre de 2017, los candidatos más votados no tuvieron la oportunidad de postularse para una investidura al no tener los apoyos suficientes frente al bloque independentista. Es decir, ni el propio Salvador Illa hace cuatro años, ni Inés Arrimadas, exlíder de Ciudadanos, hace siete, protagonizaron un debate de esta envergadura por la ausencia de una mayoría clara en el seno de lo que se conoce como bloque constitucionalista.
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De cara al 12-M, Illa está decidido a romper con esta anomalía. A tenor de la demoscopia, por primera vez desde la irrupción del procés, la mayoría independentista de ERC, Junts y la CUP está en peligro, por lo que el PSC no descarta ningún pacto para evitar una repetición electoral. De este modo, el propio Illa se abrió por primera vez este jueves a pactar con el candidato de Junts+ a las elecciones catalanas, Carles Puigdemont, quien podría quedar en segundo lugar. “Yo concibo la política como un diálogo para alcanzar acuerdos”, explicó, aunque emplazó a conocer primero “qué dicen los ciudadanos”.
Sin embargo, el expresidente de la Generalitat rechazó pactar con el candidato socialista. El espacio que aglutina a parte de la antigua Convergència jalea el miedo a un tripartito transversal y de izquierdas después del 12 de mayo, conformado por el PSC, ERC y los Comuns, para aglutinar todo el voto independentista y resucitar a un bloque de capa caída. Si el independentismo no llegar a los 68 diputados (el mínimo para la mayoría absoluta), el escenario poselectoral está condenado a una compleja suma de fuerzas para sortear un eventual bloqueo.
Con una trayectoria ascendente en las encuestas, Illa quiere pescar en esa incertidumbre. Después de que el presidente del Gobierno anunciara el pasado lunes su intención de seguir al frente de la Moncloa, el candidato del PSC ha sido el principal beneficiario de la incertidumbre a la que Sánchez sometió al país, que opacó el inicio de la campaña de las catalanas. Según el Sondeo SocioMétrica, publicado por El Español este jueves, el candidato socialista podría llegar a los 42 escaños, nueve más que los logrados hace tres años y medio.
En las elecciones de febrero de 2021, el PSC fue la primera fuerza en votos, empatando con ERC en el número de escaños (33). Salvador Illa, quien dejó sus funciones como ministro de Sanidad para ser candidato a la Generalitat, no fue el candidato designado por la entonces presidenta del Parlament, Laura Borràs, para presentarse a la investidura, a pesar de ser el ganador de los comicios. Entonces, la suma de ERC (33 diputados), Junts (32) y la CUP (nueve escaños), dificultó una mayoría alternativa al bloque independentista.
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Tras ganar las elecciones, Illa se comprometió a intentarlo y, ante el desacuerdo entre ERC y Junts por el candidato, el líder del PSC volvió a mostrar su disposición como candidato a la investidura y evitar así un “acto equivalente” que pusiera en marcha el cronómetro para una repetición electoral. Finalmente, el acuerdo entre los dos partidos independentistas para reeditar el Govern con el republicano Pere Aragonès al frente impidió a Illa protagonizar un debate de investidura.
La victoria agridulce de Ciudadanos en 2017
En 2017, en pleno año del procés, se dio una situación similar, pero con diferentes protagonistas. En esos comicios, celebrados por la aplicación del artículo 155, la exlíder de Cs, Inés Arrimadas, logró una importante victoria después del referéndum de autodeterminación y la declaración unilateral de independencia. Con 36 escaños y 1.109.730 votos, los naranjas cosecharon un resultado histórico al ser la primera vez que un partido no nacionalista ganó los comicios autonómicos, pero fue insuficiente.
El independentismo mantuvo la mayoría absoluta, pero Arrimadas ni siquiera inició una ronda de consultas con los partidos para tratar de recabar apoyos. El ex secretario general de Ciudadanos José Manuel Villegas aclaró entonces que la candidata naranja no se postularía para una investidura “inviable” al considerar que “no es una buena opción” cuando las cuentas no salen.
El expresidente del Parlament Roger Torrent propuso a Jordi Turull (JxCat), pero no superó la investidura. Dos meses después, en mayo de 2018, Quim Torra, también del mismo partido, fue elegido presidente de la Generalitat en la segunda votación con los 66 votos a favor de JxCat y ERC, las cuatro abstenciones de la CUP y los 65 votos en contra de Ciudadanos, PSC, Comuns y PP.

Años después, cuando Arrimadas capitaneaba al partido desde Madrid después de la salida de Albert Rivera, la exlíder naranja llegó a asegurar que “jamás” pudo “presentar” su candidatura a una investidura en el Parlament de Cataluña, pero la realidad es que ni siquiera lo intentó. Cabe recordar que la Ley de la presidencia de la Generalidad y del Gobierno permite a cualquier candidato someterse a una investidura, independientemente de tener o no atados los apoyos.
“En el plazo de los diez días siguientes a la constitución de la legislatura, o en el plazo de los diez días siguientes al hecho causante de otro de los supuestos en los que corresponda proceder a la elección, el presidente o presidenta del Parlamento, previa consulta a los representantes de los partidos y grupos políticos con representación parlamentaria, debe proponer al Pleno un candidato o candidata a la presidencia de la Generalitat”, dice el artículo 4.2.
Más allá del ejemplo de Jordi Turull en 2018, el candidato del partido más votado que se sometió a la investidura a pesar de no tener atados los apoyos, Artur Mas no pudo revalidar al frente de la Generalitat por el veto de la CUP en las dos votaciones para su investidura en 2015. A nivel nacional, el ejemplo más actual fue la investidura fallida de Alberto Núñez Feijóo, que pidió ser candidato a pesar de no tener una mayoría necesaria.
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