
Cuando el dinero susurra sus secretos, el mundo escucha. A menudo vemos los billetes como meros instrumentos de comercio, pero más allá de su valor nominal, estos retazos de papel albergan en su intrincado diseño historias, mitos y secretos dignos de las novelas de Dan Brown.
Iniciamos nuestro viaje encriptado con el siempre verde billete de un dólar de Estados Unidos, que ostenta la imagen de George Washington. Entre sus pliegues y sombras, algunos han descifrado el rostro terrorífico de un ente desconocido. Solo hace falta plegarlo de una forma única y unirlo a otro similar para que, como por arte de magia, esta figura monstruosa aparezca ante nuestros ojos. ¿Será que los diseñadores quisieron jugar con nosotros o tal vez Washington tenía un lado oscuro que aún desconocemos?
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Volando la imaginación hasta el billete de 20 dólares, topamos con una leyenda que seduce a los fanáticos de las teorías conspirativas: la anticipación de los trágicos eventos del 11 de septiembre de 2001. A través de pliegues meticulosos, el papel muestra una imagen que recuerda dolorosamente a las Torres Gemelas en llamas. Pero la narrativa se vuelve aun más sombría al plegar el billete en abanico y revelar la palabra “OSAMA”. Coincidencia o no, los juegos de pliegues convirtieron este billete en protagonista de un relato escalofriante.
Secretos europeos
Sin embargo, no solo los dólares ocultan misterios, en los billetes de euro, al trasluz, se perfila una dama que algunos confunden con la virgen María. Pero lo sobrenatural da paso a la mitología cuando se revela que la figura no es otra que Europa, raptada por un Zeus metamorfoseado en toro. La tradición europea deja así su huella en la moneda común, según explica el Banco de España.
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Mirando más allá del billete, los puentes que se dibujan en el reverso de la moneda única europea no pueden ser hallados en ningún mapa del viejo continente, ya que son ilusiones, invenciones, fragmentos de un mundo que no existía hasta que un diseñador visionario los sacó de la ficción y los erigió en Spijkenisse, Países Bajos, creando una suerte de parque temático de la eurozona que trasciende el papel para convertirse en un homenaje a lo que una vez fue solo un concepto artístico.
También en España supimos tener un billete bastante particular: las ya extintas 500 pesetas que homenajeaban a Rosalía de Castro. A través de un truco de manualidades, el retrato de la poetisa gallega se transfigura curiosamente el rostro del expresidente Felipe González. Vaticinio o simple juego de formas, esta peculiaridad catapultó al billete a los anales de la leyenda urbana política con supuestos poderes de profecía, dado que el mismo comenzó a circular en 1979, tres años antes de que González llegara a La Moncloa.
Qué duda cabe, los billetes son más que simples medios de pago. Son arcanos de papel y tinta, custodios de anécdotas y mitos. En sus figuras y pliegues se esconden relatos que desafían nuestra lógica y despiertan nuestra fantasía.
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