
Cuatro días después de la final del Mundial femenino, Luis Rubiales ha decidido que presentará su dimisión como presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). Lo hará en la Asamblea que se celebrará este viernes, tal y como le ha comunicado a su propio equipo en la tarde de hoy. Finalmente, el dirigente no ha podido resistir a las presiones que exigían su salida tras el beso no consentido que le dio a la jugadora Jenni Hermoso durante la celebración del título conquistado por la selección. A este hecho se sumó, además, el gesto obsceno que realizó en el palco de autoridades ante la presencia, entre otros, de la reina Letizia y la infanta Sofía.
Desde entonces, ha intentado sobrevivir a su bochornosa conducta de todas las maneras posibles, hasta que ha terminado de asumir que la situación, que cada día y cada hora se hacía más insostenible, no tenía otra salida que no fuera la dimisión. Acorralado desde principios de semana, Rubiales se quedó absolutamente solo este jueves. Al dirigente le costó verlo. Después de las declaraciones de Jenni Hermoso a través de su sindicato, Futpro, que pedía a la Federación “ejemplares”, llegó el comunicado de la FIFA. El máximo organismo del fútbol anunció la apertura de un expediente disciplinario a Rubiales por el beso a Hermoso que podría acarrear, incluso, su inhabilitación.
El comunicado de Futpro y la postura de la FIFA han sido la puntilla para el dirigente, que hasta la tarde del miércoles tenía claro que iba a continuar en el cargo. De hecho, la Asamblea extraordinaria de este viernes estaba prevista para todo lo contrario a una dimisión. La idea de Rubiales, más allá de insistir en sus disculpas, era la de cerrar filas con sus fieles y defender la gestión y los avances del fútbol femenino en España desde su llegada a la Federación.
Todo este escenario empezó a cambiarlo el posicionamiento público de Jenni Hermoso. La presión desde diferentes puntos era ya máxima. Primero, el mismo domingo, Miquel Iceta, ministro de Cultura y Deportes en funciones, le exigió una rectificación pública. Horas después, Yolanda Díaz, vicepresidenta en funciones, pedía su dimisión, algo que irían haciendo en cascada diferentes miembros del Ejecutivo y políticos en general. De ahí, a las denuncias recibidas en el Consejo Superior de Deportes, que, tal y como confirmó Iceta iba a llevar el caso al TAD. Rubiales solo tenía dos salidas: dimisión o una inhabilitación dura. Ha escogido la primera.
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