
Sir Anthony Hopkins ha decidido hablar públicamente —y por primera vez de manera tan directa— sobre uno de los aspectos más dolorosos de su vida: el distanciamiento con su única hija biológica, Abigail Hopkins.
El dos veces ganador del Óscar dedica varios pasajes de su nueva autobiografía, We Did OK, Kid (2025), a abordar esta herida emocional que sigue latente. Aunque décadas atrás hubo intentos de reconciliación, actualmente no hay contacto con su primogénita.
La historia entre Anthony y Abigail comenzó rodeada de tensiones. Hopkins estaba en pleno auge de una carrera que despegaba, pero también inmerso en el alcoholismo que arrastraba desde joven. En sus memorias, el actor reconoce que la relación con su primera esposa, la actriz británica Petronella Barker (con quien se casó en 1967) era “volátil” y estaba destinada al fracaso.

“El matrimonio fue un desastre”, admite en el libro. Explica que sus personalidades opuestas y su adicción “condenaron la relación desde el principio”.
Barker quedó embarazada cuando la pareja ya era consciente de la incompatibilidad. Y aunque intentaron mantenerse unidos por la llegada del bebé, la convivencia pronto se volvió insostenible.
El punto de quiebre ocurrió tras una discusión, cuando Hopkins regresó de un rodaje en Escocia. Petronella le recriminó algo sarcásticamente y eso colmó la paciencia del actor.
“Estaba lleno de tal repulsión”, recuerda sobre esa noche en la que decidió marcharse para siempre. Antes de hacerlo, se acercó a la habitación de su hija, de apenas 14 meses.
“La miré y le susurré ‘adiós’. Luego recogí mis maletas y salí de la casa”, relató según el fragmento difundido por PEOPLE.
Tras su partida, no mantuvo contacto con Abigail ni con Barker por varios años, más allá del apoyo económico. Esa ausencia temprana marcó una distancia emocional que nunca terminó de cerrarse.
“Es el hecho más triste de mi vida y mi mayor arrepentimiento”, escribió en sus memorias. “Incluso así, creo que las cosas hubieran sido peores si yo me quedaba”.
Intentos fallidos de reconciliación
Hopkins lleva casi cinco décadas sin beber. Durante ese proceso de sobriedad, también se interesó por enmendar sus errores del pasado. El actor viajó a Londres para reencontrarse con su hija cuando ella tenía nueve años. No obstante, esa reunión estuvo lejos de ser cálida.
“Fue incómodo. Tratamos de poner de nuestra parte, pero era obvio que había mucho daño. No me querían ahí”.
Abigail pasó temporadas con él durante su adolescencia; incluso obtuvo pequeños papeles en Shadowlands y Lo que queda del día. Hopkins compró un apartamento para ella e intentó brindarle oportunidades dentro del mundo del cine. Sin embargo, nada consiguió borrar la herida original.
“Abigail nunca pareció capaz de perdonarme por dejar a la familia cuando ella era un bebé. Tenía sus razones. No puedo culparla por eso. Esa es la vida. Pero fue y es una enorme fuente de dolor”, confesó en We Did OK, Kid.

Desde el otro lado, Abigail también ha reconocido la distancia existente con el veterano astro de Hollywood. En una entrevista con The Telegraph de 2006 aseguró: “Nunca hemos debatido temas importantes… nuestra relación fue siempre tan esporádica”.
Esa frágil conexión volvió a quebrarse hace poco más de una década, cuando Hopkins habló cortante sobre su hija en una entrevista con Radio Times.
Ante la pregunta de si tenía nietos, respondió: “No tengo idea. La gente se separa, las familias se alejan, la gente toma decisiones. Me tiene sin cuidado”. El periodista le señaló que su respuesta sonaba fría, a lo que Hopkins contestó: “Bueno, es fría. Porque la vida es fría”.
Aquel comentario dio la vuelta al mundo y alejó nuevamente a padre e hija. Hoy, en sus memorias, el actor reconoce su falla: “No tengo excusa… Sé que fue la frialdad de mi abuelo saliendo a flote: ‘Sigue adelante. No sirve de nada llorar. ¡Adelante!’”.
En ese sentido, Hopkins también recordó que, tras sentirse “un padre no apto” para Abigail, decidió no volver a tener hijos: “Sabía que era demasiado egoísta. No podía hacerle a otro niño lo que le hice a ella”.

Aunque se mantiene alejado de los focos cuando se trata de este tema, Hopkins se permite una esperanza: que el tiempo y el cariño puedan abrir un nuevo capítulo.
“Espero que mi hija sepa que mi puerta está siempre abierta para ella. Quiero que esté bien y feliz”, escribe Hopkins en su libro.
“Hasta el día que muera, nunca olvidaré la imagen de ella en la cuna, riendo cuando entré a la habitación el primer año de su vida”, escribe en otro pasaje dedicado a Abigail. “Siempre lamentaré haberla herido cuando dejé a la familia, incluso si creo hasta el día de hoy que no tenía otra opción”.
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