
Una de las duras verdades detrás de la participación de Sharon Stone en el filme erótico Bajos instintos (1992) es la enorme diferencia salarial que existía entre ella y su coprotagonista, Michael Douglas.
La película marcó un antes y después en su carrera como actriz; pero la fama no fue la única consecuencia de haber interpretado a la seductora Catherine Tramell. Para su pesar, la popularidad que alcanzó entre las masas no estuvo acompañada de mejores ofertas a su talento histriónico. En su lugar, hubo un cúmulo de prejuicios a sortear en la industria y su vida personal.
Los millones que ganó Michael Douglas
En un discurso durante el almuerzo anual de los Muse Awards de New York Women in Film & Television, celebrado en marzo de 2023, Stone confesó que recibió apenas 500,000 dólares por su papel de villana en el largometraje dirigido por Paul Verhoeven.
En contraste, su compañero cobró casi 28 veces más.

“Michael Douglas ganó 14 millones de dólares. Yo era nueva. Yo era nueva y él era una gran estrella”, reveló en el evento.
Algunos años atrás, Stone explicó las complicaciones financieras que tuvo a raíz de esta enorme brecha.
“Gané poco. No gané el dinero suficiente para pagar el vestido para los Oscar del siguiente año. Estaba en este extraño limbo donde era famosa repentinamente, pero no tenía dinero”, explicó.
Como indicó, el monto que le asignaron básicamente se debía a su inexperiencia en el séptimo arte. Ser una novata también le hizo vivir situaciones incómodas con otros ejecutivos. Ella relató que un productor la llamó “Karen” durante toda la filmación, ignorando su verdadero nombre.
“Incluso en el Governor’s Ball [después de los Oscar], todavía me llamaba ‘Karen’. Y llevé esa humillación muy profundamente dentro de mí, a pesar de que mi nombre no estaba en el póster oficial”, recordó.

Una cláusula inteligente
Para compensar su bajo salario, Stone tomó una decisión estratégica: incluyó en su contrato una cláusula que le permitía conservar todo el vestuario de su personaje, que incluía varias prendas de diseñador.
“La gente pensó que estaba loca, pero la verdad es que no me estaban pagando mucho en comparación con mi coprotagonista masculino”, escribió en un ensayo para InStyle con motivo del 30º aniversario de la película. “A mí solo me dieron 500,000 dólares, así que fue una decisión ingeniosa”.
En 2025, Stone explicó a The Times of London que esta decisión también fue impulsada por una experiencia anterior en televisión, donde la producción vendió su vestuario, incluida su ropa interior, a precios de oferta.

“Pensé: ‘Nunca más’”, dijo. Desde entonces, estipuló en sus contratos que se quedaría con toda su ropa, salvo que fueran alquileres del estudio. Gracias a eso, el icónico minivestido blanco de la escena del interrogatorio está ahora guardado en una caja fuerte, mientras que conserva los zapatos Gucci y otros accesorios en su armario.
Consecuencias personales y profesionales
Aunque Bajos instintos la convirtió en un ícono mundial, también tuvo consecuencias devastadoras en su vida personal. En el podcast Table for Two de iHeartRadio, la actriz reveló que perdió la custodia de su hijo Roan por su participación en el filme. “Perdí la custodia de mi hijo”, dijo. Un juez llegó a preguntarle al pequeño si sabía que su madre “hacía películas sexuales”.
Stone describió el proceso como “abuso por parte del sistema”, subrayando que en la escena en cuestión apenas se mostraba “tal vez una dieciseisava de segundo de posible desnudez”. La angustia emocional del proceso también la llevó al hospital: “Terminé en la Clínica Mayo con latidos extra en las cámaras superior e inferior de mi corazón. Me rompió el corazón”, reveló en esa entrevista.
En su libro The Beauty of Living Twice (2021), también relató que no sabía que el plano de desnudo frontal estaba incluido hasta ver la película ya editada. “Así fue como vi mi toma vaginal por primera vez, mucho después de que me dijeran: ‘No se ve nada —solo necesito que te quites las bragas porque el blanco refleja la luz, así sabemos que las llevas puestas’”

Según Buzzfeed, tras el visionado, Stone abofeteó al director Paul Verhoeven y consultó con un abogado para intentar frenar el estreno del filme, aunque finalmente no lo hizo. “Sabía qué película estaba haciendo. Por el amor de Dios, luché por ese papel… Después de todo, lo hice”, escribió.
Lejos de abrirle puertas en la industria, la película marcó el inicio de una lucha por el reconocimiento económico. En 2015, Stone declaró a The Guardian que, tras el éxito del filme, se enfrentó al rechazo sistemático de los estudios: “Después de Bajos instintos, nadie quería pagarme. Recuerdo estar sentada en mi cocina con mi mánager, llorando, y decir: ‘No voy a trabajar hasta que me paguen’. Aun así, me pagaban mucho menos que a los hombres”.
En ese mismo artículo, Stone se unió a otras voces femeninas de Hollywood que denunciaban la brecha salarial de género, tanto en el cine como en otros sectores. “Cualquier cambio tiene que empezar por un salario justo, no solo para las estrellas de cine, sino para la mujer común con un trabajo común”, afirmó.
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