En 1994, el Servicio Secreto de Inteligencia Británico, más conocido como MI6, nombró a un nuevo jefe. David Spedding fue solo el segundo jefe en ser nombrado públicamente. Hasta ese año, el servicio no existía oficialmente. Su predecesor, Sir Colin McColl, se había negado a ser fotografiado en una rueda de prensa. “El secreto”, explicó, “es nuestro modus operandi”.
Los tiempos han cambiado. El 15 de junio, el Gobierno anunció que Blaise Metreweli, una agente de inteligencia de 47 años, sustituiría a Sir Richard Moore como jefa. El Gobierno publicó una fotografía de la Sra. Metreweli, que actualmente es directora general de la rama "Q“, encargada de tecnología e innovación. Los periódicos publicaron relatos emocionados de contemporáneos que habían remado junto a ella en Cambridge.
El Gobierno ha destacado el hecho de que Metreweli es la primera mujer en ocupar este cargo. Se trata de un cambio notable con respecto a la mayor parte de la Guerra Fría, cuando las mujeres eran tratadas como agentes inferiores y tenían que dimitir si se casaban.
“Incluso en la década de 1990, las pocas mujeres que ocupaban puestos de responsabilidad en el servicio eran solteras”, señala Dan Lomas, historiador especializado en inteligencia, lo que provocó que el servicio “perdiera una generación de mujeres muy talentosas”. Hoy en día, tres de los cuatro directores generales del MI6 son mujeres.
No menos importante es el cambio generacional. Sir Richard comenzó su carrera en 1988, poco antes de la caída del muro de Berlín, un periodo en el que el servicio se vio obligado a dar prioridad a nuevos tipos de cuestiones de seguridad, como el crimen organizado y la lucha contra el narcotráfico. Metreweli se incorporó en 1999, poco antes de que los atentados del 11 de septiembre situaran la lucha contra el terrorismo en lo más alto de la agenda.
En 2021, hablando bajo un seudónimo, declaró al Financial Times que su primer trabajo, en la lucha contra la proliferación, le había permitido familiarizarse con la “ciencia realmente profunda” de la tecnología nuclear. Las listas diplomáticas sugieren que la Sra. Metreweli prestó servicio en la estación de Basora, en Irak, tras la invasión británica. Más tarde trabajó en Europa, en otras partes de Oriente Medio y en la rama del MI5 —el servicio de seguridad británico— dedicada a contrarrestar las actividades hostiles de otros Estados.
Según se ha informado, la selección para el puesto se redujo a dos mujeres: Metreweli se enfrentaba a Barbara Woodward, antigua embajadora en China. Algunos expertos consideraban que Dame Barbara, una diplomática experimentada, podría tener ventaja. En los últimos años, el puesto de jefe se ha visto dominado por la diplomacia de inteligencia, con jefes de espionaje viajando por todo el mundo para compartir información y mantener conversaciones extraoficiales. El hecho de que haya ganado una candidata interna con experiencia en el reclutamiento y la dirección de agentes complacerá a muchos en el MI6. Sugiere que el primer ministro, Sir Keir Starmer, quería un tipo de figura diferente, alguien con experiencia operativa y conocimientos tecnológicos, en lugar de solemnidad diplomática.
El punto fuerte de la Sra. Metreweli es su implicación en cuestiones tecnológicas durante los últimos años. Como jefa de la rama Q (familiar para los aficionados a James Bond), ha liderado la inteligencia artificial (IA) no solo para el MI6, sino para toda la Comunidad de Inteligencia del Reino Unido (UKIC), que también incluye el MI5 y el GCHQ, entre otros organismos. Se cree que Metreweli ha presionado mucho para que se produzca un cambio significativo en los recursos destinados a la IA, a menudo frente al escepticismo de otros miembros de la UKIC. Es una figura habitual en las conferencias tecnológicas y goza de gran prestigio entre los ejecutivos tecnológicos estadounidenses y europeos.
Su reto será transformar la organización internamente mientras se enfrenta a un conjunto de amenazas en constante crecimiento: un régimen iraní herido que podría arremeter, la subversión rusa en toda Europa y las agencias de espionaje chinas, que igualan en tamaño a toda la alianza Five Eyes (Estados Unidos, Australia, Gran Bretaña, Canadá y Nueva Zelanda). La revisión del gasto del 11 de junio asignó 600 millones de libras esterlinas (813 millones de dólares) adicionales a las agencias de inteligencia, “reflejando la creciente demanda... de esclarecer y disuadir las amenazas”.
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