Incertidumbre y tensión ante las posibles conversaciones de paz en Ucrania

Vladimir Putin ha dividido con éxito a Europa y Estados Unidos, una vez más

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El presidente ruso, Vladimir Putin,
El presidente ruso, Vladimir Putin, da una declaración a los medios de comunicación en el Kremlin en Moscú, Rusia, el 11 de mayo de 2025. Sergey Bobylev/Agencia anfitriona RIA Novosti/Folleto vía REUTERS

El presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, desafió el 11 de mayo a Vladimir Putin, de Rusia, a reunirse con él en persona para entablar conversaciones de paz, con la condición de un alto el fuego que Putin ha rechazado hasta el momento. “Esperaré a Putin en Turquía el jueves”, escribió Zelensky en redes sociales. “Personalmente, espero que los rusos no pongan excusas esta vez”. Esta acción fue la última salva en un extraordinario intercambio de opiniones entre Ucrania, Rusia, Donald Trump y los principales líderes europeos, un intercambio lleno de incertidumbre, pero que aún representa la mayor esperanza de progreso desde el inicio de la guerra.

El baile comenzó con la visita de cuatro líderes europeos a Kiev el 10 de mayo. Allí, el primer ministro británico, Sir Keir Starmer, describió la oferta ucraniana de un alto el fuego incondicional de 30 días —y el reto a Rusia de corresponder— como el mayor acercamiento a la paz en los últimos tres años. El objetivo era destacar que Rusia es la parte que aún desea la guerra y animar a Trump a ejercer mayor presión sobre el Kremlin. Para cuando Putin pronunció un discurso televisado en la madrugada del 11 de mayo —ignorando rotundamente el ultimátum y ofreciendo negociaciones directas con múltiples condiciones—, el momento había perdido toda claridad. La respuesta de Trump en redes sociales, celebrando un “día potencialmente grandioso”, pareció socavar la insistencia de los europeos en que había estado de acuerdo desde el principio.

La oferta ucraniana de un alto el fuego total e incondicional había sido un compromiso significativo. La contraoferta de Putin —proponiendo negociaciones de paz en Estambul el 15 de mayo— lo es mucho menos. Su asesor de política exterior, Yury Ushakov, estableció posteriormente condiciones de peso para las conversaciones. Cualquier negociación se reanudaría a partir de las negociaciones de la primavera de 2022, afirmó, y “tendría en cuenta la situación real” en el campo de batalla. Esto representa un peligro para Ucrania. Las conversaciones anteriores nunca culminaron en un acuerdo definitivo, pero sí tocaron líneas rojas para Kiev, incluyendo drásticas reducciones de sus fuerzas armadas. Remontarse al punto en que se interrumpieron podría sugerir que Zelenski había desperdiciado vidas inútilmente.

Pero Zelensky se quedó sin opciones después de que Donald Trump recurriera a las redes sociales para instar a Ucrania a “aceptar esto INMEDIATAMENTE”. Al menos, añadió Trump, “podrán determinar si un acuerdo es posible o no, y si no lo es, los líderes europeos y Estados Unidos sabrán la situación actual y podrán proceder en consecuencia”. Esto podría, desde una perspectiva optimista, significar que Estados Unidos se endurecería con Putin, quien, según Trump, “está demasiado ocupado celebrando la Victoria de la Segunda Guerra Mundial”. Al decir que asistirá a las conversaciones, Zelensky espera presentar a Putin como el obstáculo para la paz y que Trump finalmente llegue a comprenderlo.

Un funcionario de seguridad ucraniano sugirió el 11 de mayo que Zelensky intentaría primero imponer un alto el fuego completo —por tierra, mar y aire— a partir del 12 de mayo, tal como había prometido. A partir de entonces, Rusia tendría que cumplirlo o arriesgarse a la ira de Trump ignorándolo. En declaraciones previas a que Trump lo instara a reunirse con Putin, Zelensky adoptó un tono cauteloso: era alentador que Rusia finalmente estuviera contemplando la paz, dijo, pero «el primer paso para poner fin a cualquier guerra es un alto el fuego». El general Keith Kellogg, representante especial de Trump en Ucrania, pareció restar importancia a las ambiguas declaraciones de su jefe, publicando en redes sociales que un alto el fuego debe preceder a cualquier negociación, «no al revés». Sin embargo, esto podría ser una ilusión.

La intensidad de la diplomacia pública sugiere que se están llevando a cabo importantes negociaciones extraoficiales, y que los próximos días podrían ser decisivos. Trump sigue siendo claramente el centro del debate, cada uno adaptando su retórica para reflejar su lenguaje y sus publicaciones en redes sociales. El problema para Trump es que Putin también juega su propio juego, uno igualmente duro e inflexible. El reto que los cuatro líderes europeos le plantearon a Trump en Kiev fue que adoptara una postura más dura con Putin. Hasta ahora, Trump se ha negado a hacerlo, optando por eludir al líder ruso.

Aunque los próximos días parezcan inciertos, es probable que no haya un alto el fuego (Putin se ha negado rotundamente a siquiera discutirlo, y hasta ahora Trump no lo ha presionado al respecto); y si hay conversaciones, es poco probable que se llegue a una resolución a corto plazo. En otras palabras, la posibilidad de un cambio drástico parece escasa, pero al menos existe.

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