
En un mercado automotor con cada vez más ofertas, la búsqueda por destacarse de la competencia pasa por variables objetivas como el equipamiento, la tecnología, la seguridad y el precio, o subjetivas como la forma, el diseño interior o los colores. Pero como estos procesos los recorren todos los fabricantes del mundo, hay un momento en el que en una determinada franja de precios muy reducida se pueden encontrar muchos vehículos similares, con lo cual la elección vuelve a ser difícil.
Entonces aparece el marketing, que debe encontrar otros argumentos que le permitan promocionar un modelo de un modo distinto, que llame la atención y que marque una diferencia desde lo discursivo. Es en esa búsqueda que desde hace algunos años se empezó a confundir a los consumidores, con una clasificación de segmentos difícil de entender.
No es lo mismo ser el tercer SUV con más ventas que ser el B-SUV con mayores ventas en el mercado. Y tampoco es lo mismo tener un precio equiparable con los B-SUV pero ser un C-SUV. O dicho de otro modo, ser el C-SUV más barato del mercado con un precio que compite con los vehículos del segmento inferior.
Hay muchos casos en los que se dan este tipo de confusiones, lo que generó que se hable ahora de un B-SUV grande o un B-SUV chico, o un C-SUV grande y un D-SUV chico, y así sucesivamente. Lo que los usuarios ya no entienden es cuándo un vehículo es de segmento A, B, C, D y E.

Siempre se tomó como referencia el largo total del auto. Pero hay quienes sostienen que eso no es válido ya que el mismo auto hatchback y un sedán miden distinto y son la misma plataforma. Entonces, argumentan a favor de tomar como referencia la distancia entre ejes. Para otros, se debe tomar el cuenta la potencia e incluso la altura. Hay modelos a los que se cataloga como SUV pero en la práctica son un auto normal levantado 5 centímetros más del piso, y la versión más baja es un vehículo por esa diferencia de despeje.
Al principio se establecían estas diferencias únicamente con los autos compactos, un sedán o un hatchback, y esto se debía a que la cantidad de SUV no justificaba su subdivisión. Sin embargo, en los últimos años, con el crecimiento de este tipo de rodados con carrocerías chicas, medianas, grandes, con chasis o monocasco, con tracción simple o doble, para todo terreno o uso mixto, surgió la necesidad de segmentarlos también.
Los segmentos estandarizados
El segmento A no existe en SUV porque es el típico auto urbano, de muy reducidas dimensiones, que no puede levantarse mucho del piso para ser un SUV porque correría riesgo de volcar muy fácilmente al convertirse “en un dado” por su corta distancia entre ejes. Imaginar a un Renault Kwid, un Fiat Pulse, un Volkswagen Up o un Smart ForTwo elevado 25 centímetros del piso permite entender la problemática para estos autos.

El segmento B, en cambio, ya tiene modelos que solían ser autos y fueron elevados a SUV, pero también otros que nacieron con este concepto. Se supone que estos autos no deben pasar de los 4,2 metros de largo. Modelos como el Chevrolet Tracker, el Peugeot 2008, el Toyota Yaris Cross y el Nissan Kicks superan los 4,3 mts, pese a estar clasificados como B-SUV.
Es ahí donde se empiezan a mezclar los modelos con los del escalón siguiente, el de los C-SUV. Que por norma deberían ser modelos que van desde los 4,2 hasta los 4,6 metros. En este segmento se cuentan el Toyota Corolla Cross y el Volkswagen Taos con 4.46 mts, pero también el Ford Territory, que supera el margen por poco: 4,86.

Una escala más arriba se encuentra el D-SUV, que abarca a los más grandes que se venden en Argentina. El largo oscila entre 4,6 y 4,9 metros. En este rango ingresa la Renault Koleos con 4,78 mts, pero antes incluían al Toyota SW4 y la Chevrolet Trailblazer, cuyas medidas se encontraban dentro de esos parámetros. Esto no se correspondía con la Ford Everest, cuyos 4,91 metros la dejarían fuera del grupo.
La diferencia es tan sutil y genera confusiones de tal magnitud, que quién va a estacionar por horas en un garage con un Ford Territory puede llegar a pagar más que quién va al mismo sitio a estacionar un Toyota Corolla Cross, pero probablemente quien vaya con un Renault Koleos pague como un Corolla Cross también pero menos que un Toyota SW4.
Y esto no ha terminado, porque ahora comienza a darse el mismo fenómeno con las pick-ups. En efecto, ya existen tres categorías: B-Pickup, C-Pickup, D-Pickup y E-Pickup. El desafío es entender cuál es cuál.
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