
Después de más de dos décadas de negociación el muy mentado acuerdo entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur parece estar más cerca que nunca de convertirse en una realidad. Todo en medio de un mundo que se polariza cada vez más, con fuerte injerencia del Estados Unidos de Donald Trump que puja globalmente con China, una América Latina pendular y el Viejo Continente que luce cada vez más viejo, aunque no se resigna a perder peso.
La fecha clave parece ser el 20 de noviembre, aunque podría haber algunos días de demora. Se trata de un acuerdo que el gobierno de Javier Milei apoya y considera parte del proceso que impulsa de apertura al mundo.
Del otro lado del Atlántico, el acuerdo fue elevado al Consejo Europeo: teóricamente, Francia se abstendría y estarían los votos para hacer pasar el acuerdo en general y con eso las facultades delegadas que operan para el 70% de toda la apertura comercial. El país galo fue uno de los más duros oponentes al acuerdo, pero su inminente “no negativa” permitiría que Bruselas, donde está la sede de UE, avance. Luego vendrá la aprobación de cada uno de los parlamentos en Europa, pero con el visto bueno general estarían las facultades delegadas para ponerlo a funcionar.
Con eso, bajo la presidencia pro-tempore de Paraguay en el Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y aliados), en el primer semestre de 2026 se daría la aprobación latina, a la que también deberá seguir el voto en las legislaturas nacionales, pero ya con una parte de facultades delegadas en funcionamiento.
El acuerdo contempla la eliminación de aranceles sobre el 90% del comercio bilateral y mayores plazos de desgravación que los concedidos a otros socios de la UE, con beneficios que impulsarían las exportaciones de los sectores agroindustriales, energéticos y mineros del Mercosur. La UE obtendría seguridad de abastecimiento de alimentos, energía y minerales críticos, además de mayor presencia en América Latina.
Según Abeceb, el acuerdo es una herramienta de modernización institucional y de convergencia regulatoria que busca compatibilizar desarrollo, sustentabilidad y gobernanza. En base a diversos estudios, la consultora estimó que los impactos económicos son moderados en términos agregados, pero con efectos positivos en sectores estratégicos. Fuentes europeas calcularon que la región sumará exportaciones por unos USD 10.000 millones por año y las europeas saltarán en casi USD 60.000 millones.
Ambas zonas parecen haber solucionado a grandes rasgos varios puntos de conflicto, principalmente temas relacionados con el comercio agrícola, la normativa ambiental y la protección de industrias locales. Los países del Mercosur buscan ampliar el acceso de sus productos al mercado europeo, mientras que la UE aspira a nuevas oportunidades para sus exportadores e inversores.
Todavía hay retos notorios, como la preocupación de algunos sectores europeos por el impacto ambiental de las exportaciones regionales. De concretarse, su implementación facilitará la reducción de aranceles, la apertura de mercados y la mejora en la cooperación económica entre ambas regiones.
“El acuerdo se ha visto frenado por los grupos de presión proteccionistas a ambos lados del Atlántico, y especialmente por los agricultores europeos que temen a la agroindustria sudamericana. Sin embargo, dos cosas han cambiado. En primer lugar, la Comisión ha adoptado nuevas directrices para compensar a los agricultores por las pérdidas sufridas y se ha esforzado más por informarles sobre las salvaguardias del acuerdo. En segundo lugar, la guerra de Ucrania, las tensiones comerciales con China y el regreso de Trump han puesto de manifiesto la necesidad de que la UE diversifique sus alianzas”, destacó The Economist la semana pasada. Y agregó; “los funcionarios europeos creen que el acuerdo frenará la creciente influencia de China en la cuota de mercado europea del Mercosur”.
Celac-UE
Este fin de semana se lleva adelante en Santa Marta, Colombia, la IV Cumbre de la Celac-UE. Es un evento devaluado, con menor número de presidentes al esperado, al menos por los organizadores: uno en el que resuenan más las ausencias que las presencias. En las horas previas, y en medio de discusiones, se esperaba que además del comunicado general existiera algún tipo de exhortación al acuerdo con el Mercosur.
Milei no estará presente en Santa Marta: está claro que la de la Celac no es su agenda. Viene de participar del America Business Forum y la reunión de la CPAC en Miami, luego pasó por New York, donde visitó la tumba del Rebe de Lubavitch, se reunió con empresarios estadounidenses en el Council de las Américas, y ayer participó de la asunción del nuevo presidente de Bolivia, Rodrigo Paz Pereira.

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños se reunió por primera vez en Río de Janeiro en 1999. Es un órgano consultivo y declaratorio, un grupo que hoy reúne a lo que podría considerarse la “izquierda” latina -o al menos el progresismo-, con Lula como abanderado y -este año- Gustavo Petro como anfitrión. Sin embargo, no viajarán al Caribe colombiano, a la ciudad en la que murió Simón Bolívar, ni el presidente chileno Gabriel Boric, ni la mexicana Claudia Sheinbaum, ni el uruguayo Yamandú Orsi (a pesar de su confirmación en la semana). En medio de la tensión con EEUU, y con relaciones siempre cambiantes con Petro, también faltará Nicolás Maduro, quien días atrás fue apoyado por Lula.
Tampoco estarán presentes figuras como la titular de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; el canciller alemán, Friedrich Merz; y el presidente francés, Emmanuel Macron. Sí el primer ministro de Portugal, Luís Montenegro; el español Pedro Sánchez, y los mandatarios de Finlandia, Croacia y República Checa.
Algunos medios internacionales señalaron que muchos “faltazos” tienen que ver con la dura postura de EEUU, que acusó y sancionó a Petro, en medio del despliegue militar en la zona caribeña, muy cerca de la cumbre, por Venezuela.

“No creo que Celac-UE sea un foro donde se pueda, hoy por hoy, después de los cambios políticos que han ocurrido a nivel global, impulsar pedidos concretos o buscar negociar algo. La UE intenta tener un poco más de presencia en la región, pero termina siendo un foro ultra soft, sin ningún tipo de obligación. Uno más de estos foros que se crearon que no obligan nada a nadie. No creo que vaya a pasar nada allí”, aseguró en off the record un analista internacional presente en Santa Marta.
La voz de los analistas
Gustavo Perego, de la consultora Abeceb, aseguró que la expectativa es que el acuerdo UE-Mercosur se apruebe, como mucho, a comienzos de diciembre. “Somos bastante optimistas. De nuestro lado, los últimos procesos de ratificación se harían en el primer trimestre que viene, así que la expectativa es alta”, destacó en diálogo con Infobae.
Con respecto a los detalles del acuerdo, el especialista aseguró que habrá una apertura mucho más rápida del mercado europeo frente a una más gradual regional en el sector industrial y una gran mejora en el sector agrícola. “El tema es que obviamente el mundo cambió, y cambió fuerte. Y no hay una tripolaridad, ni multipolaridad: el mundo es bipolar y Europa se transformó en un ‘enano’ político. Frente a esa situación y una guerra fría que ya está declarada entre dos grandes potencias, la UE está obligada abrirse y a decidir si definirá su estrategia de alejamiento de China. El acuerdo tiene mucha ventaja para el Mercosur y hay otro punto importante que es la incorporación de la institucionalidad europea: reglas claras, estabilidad y no poder sacar ‘los pies del plato’ después que entrar al acuerdo. Eso es algo muy bueno para Argentina. No para la Argentina de Milei, que va en esa dirección. Pero sí por si otro gobierna en el futuro y quisiera hacerlo. No podrá”, aseguró.

Perego cree que Milei está más que satisfecho con el acuerdo, mientras cierra el de EEUU -ayer se supo que se negocia una cuota de exportación sin aranceles para acero y aluminio- y otros en Asia, como con Vietnam e Indonesia. “Este acuerdo es un gol para Milei y su lógica comercial de apertura. Bajo ningún criterio puede ser negativo. Es un acuerdo que viene muy bien a la estrategia de apertura”, dijo.
Marcelo Elizondo, consultor y especialista en negocios internacionales, coincidió. “Argentina apoya el acuerdo y es muy importante que salga porque le va a cambiar la matriz al Mercosur, que dejaría de ser un bloque endocéntrico y pasaría a ser uno integrado, el área geográfica de libre comercio más grande del mundo”. El Mercosur es hoy un bloque muy cerrado con una relación exportaciones/PBI agregados muy baja, de 15%, mientras que en los principales bloques de integración del mundo esa relación da 33 por ciento. Es un bloque con pocos acuerdos con terceros mercados y se integrarían dos economías compatibles”, destacó .
“Además de lo comercial, favorecerá mucho la inversión. La UE en su conjunto, como área, es el principal inversor en Argentina. Favorecería mucho los incentivos a la inversión extranjera europea. La geopolítica influyó mucho para que se avance y se cambie de posición, donde había más objeciones, aun cuando países como Francia todavía están reticentes. El potencial abastecimiento energético de esta zona cambió la relevancia relativa y también la geopolítica. Claramente, el mundo dividido en bloques hace que haya más compatibilidad y acercamiento que antes”, aseguró Elizondo
Para Jorge Vasconcelos, Investigador Jefe del IERAL- Fundación Mediterránea, en los últimos meses se hizo más evidente que, si bien ambas partes tienen ahora más incentivos para concretar el acuerdo que antes, al mismo tiempo se intensificaron las presiones de EEUU, por un lado, y China por el otro, reclamando “pruebas de amor” a la Argentina y a Brasil. “Cada uno de los dos grandes socios del Mercosur tiene una agenda propia. La geopolítica está introduciendo fuerzas centrífugas en el seno del Mercosur, antes que las potenciales fuerzas centrípetas del acuerdo se hayan podido institucionalizar”, dijo.
Desde el Ieral destacaron que “hace años que el Mercosur languidece como instrumento de promoción del comercio y de la integración de los países miembros”. Por caso, hacia 2010, los países socios capturaban el 25,1% de las exportaciones totales de la Argentina, porcentaje que ha descendido al 17% en los últimos años.
“Parece evidente que la peor receta para la Argentina sería la de impulsar políticas proteccionistas como las del pasado. Una mayor inserción del país en la región y en el mundo es parte de la solución a los problemas de estancamiento e involución del país”, resumió el centro de estudios de la Fundación Mediterránea.
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