
A dos semanas de las elecciones de medio término, que sorprendieron a analistas y al gobierno nacional, el rumbo de la política económica retornó al esquema previo al 26 de octubre: consolidación de las políticas cambiaria, monetaria y fiscal, apertura internacional y avances en concesiones de obra pública. Estos elementos impulsaron subas en activos en pesos y dólares, sin cambios en los ajustes diarios de las bandas de flotación cambiaria y sin intervención del Banco Central.
Infobae entrevistó a Camilo Tiscornia, economista, máster en Economía por la UTDT, director de C&T Asesores Económicos, profesor de Economía Monetaria y de Economía Argentina en la UCA, y consultor de empresas y organismos internacionales. El especialista analizó el día después de las elecciones de medio término y compartió expectativas para la segunda mitad del gobierno de Javier Milei.
— Tras las elecciones, ¿cuáles son los principales factores que pueden permitir que la economía supere el período de estancamiento experimentado en los últimos meses?
— El estancamiento de los últimos meses se explicó fundamentalmente por la creciente tensión financiera que predominó desde julio hasta las elecciones de medio término, con las tasas de interés superando el 100% anual en algunos casos. Esa dinámica derivó de la habitual tendencia a dolarizar carteras que se manifiesta en Argentina antes de las elecciones; en esta ocasión, la dolarización fue comparable a la de una elección presidencial, aunque fueran elecciones de medio término.
“El tipo de cambio real quedó en un nivel más favorable que el del primer semestre y se espera una cosecha récord de trigo, lo que tendrá impacto en el PBI de los últimos meses del año”
Dado que el resultado electoral descomprimió considerablemente la situación, se espera un repunte de la actividad. De hecho, las tasas de interés ya están volviendo a los niveles previos a julio, e incluso menores. Además, el tipo de cambio real quedó en un nivel más favorable que el del primer semestre y se espera una cosecha récord de trigo, lo que tendrá impacto en el PBI de los últimos meses del año.
— Entre la política económica y las presiones políticas, ¿cuál considera que tendrá mayor peso en el rumbo que tome Argentina en los próximos años?
— Pensando a mediano y largo plazo, Argentina necesita definir un rumbo de política económica que pueda mantener en el tiempo y romper así, de una vez, con el famoso péndulo que afecta al país hace décadas. Pero no se trata de elegir cualquier rumbo: debe ser el adecuado, y eso implica dejar atrás muchas prácticas nocivas.
Le asigno enorme importancia a lo que manifestó el Presidente la noche de las elecciones. Señaló que buscará apoyo político para convertir el Pacto de Mayo en leyes. Esa debe ser la hoja de ruta para la política económica y el gran desafío es lograr consensos políticos que permitan implementarla y sostenerla.

— El Gobierno impulsa reformas estructurales para promover la inversión y el empleo formal. ¿Son suficientes estas medidas para reactivar la economía y avanzar hacia el desarrollo sostenido?
— Las reformas estructurales son necesarias para sostener el crecimiento en el tiempo, pero no son suficientes y su efecto inmediato puede ser limitado. Hay que empezar a trabajar en ellas y mientras antes se implementen, mejor, pero en el corto plazo lo más relevante es despejar las dudas financieras que aumentaron en el período previo a las elecciones. En ese sentido, el resultado obtenido y la consecuencia positiva en los indicadores financieros son un primer paso clave, que ya contribuye a normalizar las tasas de interés.
Sin embargo, deben resolverse las dudas sobre el esquema cambiario, y creo que para eso hay dos aspectos fundamentales y relacionados: la baja del índice de riesgo país, lo que permitiría al Gobierno refinanciar los vencimientos de capital de la deuda en moneda extranjera, y el inicio de un proceso de acumulación de reservas internacionales.
“En el corto plazo lo más relevante es despejar las dudas financieras que aumentaron en el período previo a las elecciones”
A favor del Gobierno juegan dos puntos: el equilibrio fiscal y un tipo de cambio real muy razonable.
— Tras el intento de reflotar el Pacto de Mayo con los gobernadores, ¿qué expectativas tiene respecto a su viabilidad y potencial impacto en la institucionalidad y el federalismo?
— Como dije antes, creo que el Pacto de Mayo es una hoja de ruta muy valiosa. El desafío consiste en implementarla. Me parece que la importancia que le da el Presidente y su empoderamiento tras las elecciones aumentan las probabilidades de concretarla. La cuestión del federalismo es compleja; incluso el propio Javier Milei afirmó en una entrevista que la coparticipación no será uno de los primeros temas que se aborde.
En cualquier caso, hay que comprender que llevar a la práctica los puntos del Pacto de Mayo es una tarea compleja. No será un proceso lineal, pero lo relevante es insistir en ese camino. Conociendo la dinámica política argentina, veo en 2026 una oportunidad para imprimir mayor impulso; mientras que 2027, con las elecciones presidenciales, será probablemente un año más difícil desde el punto de vista político.

— ¿Cree que la actual reducción de las tasas de interés podría transformar al crédito en un motor para el consumo y la inversión, o persistirán las trabas por costos administrativos y fiscales?
— Hay que distinguir entre la dinámica de muy corto plazo y la de mediano. En el muy corto plazo, la disminución de las tasas de interés favorecerá el regreso del crédito, lo que servirá para estimular el consumo y la inversión.
Mirando el mediano plazo, hay que recordar que el crédito en Argentina está poco desarrollado, con amplio margen para crecer. Para que eso ocurra, la baja de la inflación es indispensable, al igual que un ambiente previsible y respeto por los derechos de previsibilidad, lo que nos lleva nuevamente al Pacto de Mayo.
La persistencia del equilibrio fiscal será decisiva, ya que facilitará canalizar el ahorro disponible hacia el sector privado. Además, una eventual reforma previsional podría aportar mucho. Pienso que debe recrearse algún esquema de capitalización que complemente al régimen estatal, lo que daría gran impulso al mercado local de capitales.
— ¿Cómo evalúa la evolución de la inflación y cuáles son los principales desafíos para su control en el corto y mediano plazo?
— La evolución de la inflación ha sido muy positiva y obedece fundamentalmente al orden fiscal. Ese es el factor crucial, más allá de los factores coyunturales que afectan la evolución de los precios. Mientras se mantenga el equilibrio fiscal, la tendencia a la baja continuará. La velocidad con la que converjamos a niveles internacionales, menores al 5% anual, es incierta.
“Una eventual reforma previsional podría aportar mucho. Pienso que debe recrearse algún esquema de capitalización que complemente al régimen estatal, lo que daría gran impulso al mercado local de capitales”
Es destacable que la baja de la inflación se registró luego de corregir precios que estaban muy distorsionados, lo que ayuda a sostener la reducción en el tiempo. Todavía deben aplicarse aumentos de tarifas de servicios públicos, un elemento que puede demorar la convergencia a niveles internacionales.
Para una consolidación de la baja de la inflación, la apertura de la economía es un componente clave. Es difícil pensar en una reducción genuina en un contexto cerrado, donde los precios se fijan sin referencias externas.
El tema de la apertura es muy sensible en Argentina, país que ha priorizado el cierre como estrategia y que, en los pocos períodos de apertura, vio a sus productores locales afectados por la competencia. Sin embargo, el país debe abrirse, ya que el cierre ha sido excesivo.
Estimo que el esquema de tipo de cambio flotante es esencial para enfrentar los riesgos de la apertura, pero ese mecanismo solo funcionará si se respeta el orden fiscal y, eventualmente, la independencia del Banco Central.

— ¿Qué efectos ya se identifican en los niveles de pobreza y desempleo como consecuencia del estancamiento de la actividad económica desde abril, y qué debería hacerse para revertirlos?
— Los indicadores de empleo presentan retrasos importantes: los datos del tercer trimestre recién estarán en diciembre. Las estadísticas parciales sobre empleo registrado indican una disminución, aunque muy leve. Esto sería desfavorable para la pobreza, cuyos guarismos del segundo semestre aparecerán el año próximo. Sin embargo, la inflación de alimentos es menor que la inflación promedio, lo que podría facilitar la reducción de la pobreza. Por ello, anticipar una tendencia es riesgoso.
De todas maneras, considerando el mediano plazo y más allá de las cifras oficiales, Argentina arrastra una pobreza estructural que no puede revertirse de un día al otro. Se requieren varios años de crecimiento y estabilidad macroeconómica.
“Argentina arrastra una pobreza estructural que no puede revertirse de un día al otro. Se requieren varios años de crecimiento y estabilidad macroeconómica”
Por esto, resulta imprescindible un rumbo de política económica que logre mantenerse y rompa definitivamente el famoso péndulo.
— El respaldo de Estados Unidos a Argentina, ¿responde a una estrategia de largo plazo o se trata de un vínculo personal entre los presidentes? ¿Qué puede esperarse de ese apoyo en el futuro?
— Existe una gran afinidad entre ambos presidentes y eso generó un vínculo fuerte en un lapso muy corto asociado a una coyuntura financiera puntual. No obstante, hay cuestiones de largo plazo en juego. Estados Unidos compite globalmente con China y pretende recuperar su influencia regional.
Si Argentina adopta un rumbo lógico, resulta atractiva para la inversión extranjera, incluidas firmas estadounidenses. Podría además surgir un acuerdo comercial, que, de llevarse a cabo, apuntalaría la relación en el tiempo.
— ¿Considera probable que el Tesoro de Estados Unidos mantenga sus compras de pesos si continúa mejorando la confianza de los inversores en la deuda argentina, o ese respaldo podría moderarse?
— El apoyo financiero del Tesoro estadounidense ha sido uno de los elementos que, junto al resultado de las elecciones, ayudó a ordenar la situación financiera local. Lo ideal sería contar con ese apoyo para que las condiciones de mercado se normalicen, utilizando la asistencia lo menos posible.
— Con el nuevo escenario, ¿prevé que se desencadene una ola de inversiones extranjeras que incluyan a las pyme, o estima que el proceso será progresivo y condicionado al clima político?
—Argentina ha tenido una inversión muy escasa durante años, especialmente de origen extranjero. Ahora hay una oportunidad importante, pero para que se plasme será fundamental enviar señales claras de que el país puede sostener un rumbo. El pasado influye en contra, por lo tanto no creo que ocurra una transformación inmediata.

Hay algunos sectores con gran potencial -como energía, minería o tecnología, e impulsados por el RIGI-que ya se destacan, pero para que el fenómeno se generalice habrá que dar muestras de persistencia en la orientación.
— ¿Modificó C&T las proyecciones para la economía en el resto del año y en 2025 a partir del nuevo contexto político y económico?
— Nuestras proyecciones contemplaban escenarios optimistas, sustentados en el orden fiscal, un tipo de cambio razonable y el apoyo estadounidense. La mayor incógnita era el respaldo social, que solo se dilucidaría con las elecciones. Por eso manejábamos varios escenarios.
“El resultado de los comicios inclinó la perspectiva hacia los escenarios más favorables”
El resultado de los comicios inclinó la perspectiva hacia los escenarios más favorables.
— ¿La recuperación de reservas del Banco Central debe lograrse mediante intervenciones oficiales o estimulando la demanda de pesos por parte de la economía real?
— En cierto modo, plantear esa disyuntiva no es exacto: resulta difícil que el Banco Central acumule reservas si la demanda de pesos no aumenta. Se podría intentar, pero si el Banco Central emitiera moneda para comprar reservas y esos pesos no fueran demandados, el tipo de cambio subiría y eso derivaría en una inflación insostenible.
Es cierto que existen márgenes: comprar divisas con emisión puede fijar un piso al tipo de cambio, algo que puede ser buscado en algunas coyunturas, pero esta estrategia enfrenta límites dentro de un esquema de flotación. Si además el objetivo fuera el control de la inflación, excederse con las compras generaría más inflación, poniendo en cuestión el objetivo principal.
Dicho esto, el grado de monetización de Argentina es bajo, por lo que hay margen para que crezca la demanda de dinero y se abastezca con emisión dirigida a reservas, generando un círculo virtuoso que puede darse.
— ¿Qué mensaje final dejaría respecto al futuro económico del país en este contexto pos-electoral?
— Estamos ante una gran oportunidad como país. El Gobierno ha logrado resolver con éxito diversos desequilibrios macroeconómicos heredados, especialmente la eliminación del déficit fiscal. Al mismo tiempo, surgen sectores capaces de aportar divisas, complementando el tradicional aporte agroindustrial, que mantiene su enorme potencial. Contamos con la posibilidad de un alineamiento estratégico con una de las principales potencias mundiales.
Será clave complementar esto con acuerdos políticos que den el marco necesario para transformar estas oportunidades en realidades. Ojalá el país lo logre.
Fotos: Maximiliano Luna
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