
El proyecto de Presupuesto 2026 prevé que la presión tributaria nacional finalizará este año con una baja significativa: pasará del 22,5% del Producto Bruto Interno (PBI) en 2024 al 21,3% en 2025, lo que representa una caída de 1,2 puntos porcentuales del PBI. Según el análisis del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), se trata de la presión tributaria más baja en los últimos 18 años, y casi cinco puntos por debajo del pico alcanzado en 2015, cuando llegó al 26,1 por ciento.
La disminución responde principalmente a la eliminación del Impuesto PAIS, que representaba 1,08% del PBI, y la reducción parcial de los derechos de exportación al agro -retenciones-, que restaron otros 0,19 puntos del PBI. En menor medida, también incidieron las bajas en Impuestos Internos y en los derechos de importación a las economías regionales.

“El Presupuesto 2026 proyecta una pérdida de 1,4% del PBI en recaudación por la reducción o eliminación de tributos”, destacó el informe del Iaraf. Esa disminución de ingresos se compensaría parcialmente con un leve aumento de los aportes y contribuciones a la seguridad social, que subirían 0,44 puntos del PBI.
En términos reales, la recaudación total crecería apenas 0,5% respecto de 2024, un resultado que refleja la tensión entre el menor peso impositivo y la falta de dinamismo económico. Entre los tributos que más avanzan en términos reales figuran los aportes y contribuciones a la Seguridad Social, el impuesto a los combustibles y el monotributo, mientras que caen Bienes Personales y Derechos de Exportación.
“El Impuesto a las Ganancias tendría una variación real positiva del 6,1%, mientras que el IVA crecería apenas 1%”, detalló el Iaraf, que también advirtió que las proyecciones oficiales para el último tramo del año lucen optimistas. Por ejemplo, la recaudación de Ganancias debería aumentar 23% real entre septiembre y diciembre para cumplir con la pauta anual, una dinámica que el instituto considera “poco razonable”.

Los economistas advierten que la menor presión tributaria no se está reflejando en la economía real, ni en precios, ni en actividad, ni en inversión.
Osvaldo Giordano, presidente del Ieral (Fundación Mediterránea) y exsecretario de Seguridad Social, contó a Infobae que el esfuerzo fiscal de la Administración Central fue importante, pero los efectos sobre la producción aún son mínimos.
“La baja de la presión tributaria es fundamentalmente por dos cosas: la eliminación del Impuesto PAIS y la reducción parcial de los derechos de exportación. Los dos son cambios positivos y significaron un enorme esfuerzo desde el punto de vista presupuestario, porque se mantuvo el equilibrio fiscal sacrificando estos ingresos. Pero, desde el punto de vista de quien tiene que decidir invertir y producir, el cambio es muy poco perceptible”, señaló.
Según Giordano, el problema radica en la estructura general del sistema impositivo.

Giordano agregó: “Las retenciones siguen siendo altísimas y perjudican la producción. Y si encima le agregás los impuestos provinciales y municipales, que en algunos casos incluso han subido, en realidad no te cambia tanto. Por eso no me sorprende que no se vean resultados: el problema es demasiado grande para un cambio tan moderado”.
El economista advirtió también que, más allá de la baja reciente, Argentina necesita una reforma tributaria más profunda para mejorar la competitividad y promover la inversión.
El presidente del Ieral resaltó: “La estrategia gradualista de baja de impuestos no resuelve el problema de fondo. Hay que sustituir los malos impuestos por los buenos. Por ejemplo, reemplazar Ingresos Brutos y tasas municipales por un IVA más alto pero único, que no castigue la producción ni las exportaciones.”
Hay que sustituir los malos impuestos por los buenos. Por ejemplo, reemplazar Ingresos Brutos y tasas municipales por un IVA más alto pero único, que no castigue la producción ni las exportaciones (Giordano)
Desde su perspectiva, los tributos más distorsivos -como Ingresos Brutos, Sellos, tasas municipales, Derechos de Exportación y el Impuesto al Cheque- representan alrededor de 8 puntos del PBI, y eliminarlos o reformarlos sería la única vía realista para lograr un cambio estructural.
“No se puede bajar el gasto en esa magnitud de manera rápida. Por eso, la clave es sustituir malos impuestos por buenos y avanzar en un esquema más simple y eficiente”, agregó Giordano.
Martín Kalos, economista jefe de Epyca Consultores, coincidió en que la baja de impuestos aún no genera un impacto tangible, pero hizo hincapié en a quién beneficia la reducción tributaria.

Kalos dijo a Infobae: “No toda baja de impuestos tiene el mismo efecto. En el gobierno de Milei, hasta ahora, se les han quitado impuestos a quienes tienen riqueza, a través de la reducción de Bienes Personales y las retenciones. Pero estas últimas han sido temporales, y no se traducen en mejoras estructurales en la cadena de valor.”
El economista explicó que los cambios recientes no se trasladan a precios ni a salarios. “Cuando las rebajas son puntuales o de corto plazo, como ocurrió con la baja de retenciones de pocos días en octubre, los beneficios quedan concentrados en unas pocas empresas. No se traducen en más ingresos para los trabajadores ni en mayor consumo o producción. Por eso, el impacto macroeconómico termina siendo neutro.”
El verdadero desafío está en lograr una reducción tributaria progresiva y sostenible, que incentive la inversión y mejore el poder adquisitivo de los hogares (Kalos)
Según Kalos, “El verdadero desafío está en lograr una reducción tributaria progresiva y sostenible, que incentive la inversión y mejore el poder adquisitivo de los hogares”.
Los desafíos para el próximo año
La mejora fiscal registrada en los últimos meses no logró revertir el cuadro de estancamiento económico que atraviesa el país. El nivel de actividad continúa en terreno negativo y la inflación, aunque desacelerada, sigue afectando el consumo.
José Vargas, economista y director de Evaluecon, consideró que la menor presión tributaria es “una buena noticia en el plano fiscal”, pero reconoció que no alcanza para reactivar la economía.

Vargas consideró: “Es un buen dato que el Presupuesto muestre una menor presión tributaria, pero también está claro que 2025 fue un año bastante malo para la actividad. Si uno desagrega los sectores, apenas tres o cuatro muestran una mejora interanual; el resto registra caídas significativas.”
Según el economista, “el alivio impositivo podría generar efectos positivos, pero solo si se combina con una coordinación macroeconómica más sólida”.
El alivio impositivo podría generar efectos positivos, pero solo si se combina con una coordinación macroeconómica más sólida (Vargas)
“Con menor presión tributaria y buena coordinación de políticas económicas, es probable que la macro muestre signos positivos en el mediano plazo. Siempre la menor presión tributaria es una buena señal, pero habrá que ver si se puede mantener en el tiempo”, sostuvo el director de Evaluecon.
El Iaraf también advierte que sostener el equilibrio fiscal será un desafío: “La caída de ingresos por la eliminación de tributos podría tensionar las cuentas públicas si la actividad no se recupera al ritmo esperado. En los últimos años, la presión tributaria actuó como amortiguador frente a la volatilidad económica, y su reducción obliga a un ajuste más fino en el gasto”.
La baja de impuestos es, en definitiva, un paso hacia un esquema más liviano, pero todavía no un cambio estructural. Como resume Osvaldo Giordano, “el esfuerzo fiscal fue enorme, pero desde el punto de vista del contribuyente es casi imperceptible”.
El 2026 se perfila como un año clave para definir si la estrategia gradualista del Gobierno logrará consolidar una estructura impositiva más simple y competitiva, o si la presión tributaria volverá a subir para sostener las cuentas públicas. Por ahora, los números muestran el alivio más grande en casi dos décadas, pero la economía real aún no experimenta sus efectos.
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