
El sector textil argentino atraviesa una de las etapas más críticas de las últimas décadas. La caída del consumo interno, el atraso cambiario y el aumento de las importaciones resultaron un combo explosivo para la industria y afectaron de manera directa a la producción y al empleo. En este contexto, en el que son cada vez más las firmas que despiden personal y hasta bajan la persiana, la Fundación Pro Tejer organizó su tradicional evento anual, la Pro Textil 2025, y dio cuenta, con números, de esta realidad.
El evento se realizó en el Teatro Municipal Roma, de Avellaneda, y participaron empresarios, representantes de los trabajadores, profesionales y referentes de distintos espacios políticos. El discurso del presidente de Pro Tejer, Luciano Galfione, hizo foco en cómo la Argentina está yendo a contramano del mundo en cuanto a sus políticas productivas y cuáles son las consecuencias de ello en la actividad. Se sumó, con números concretos, directora ejecutiva de la entidad, Priscila Makari, para terminar de delinear un panorama crítico.
El informe, que había sido anticipado a la prensa horas antes, reveló que el derrumbe del consumo, la apreciación del peso y la liberalización de las importaciones derivaron en el cierre de 380 empresas y la pérdida de 11.500 empleos registrados entre diciembre de 2023 y junio de 2025. Los números confirmaron que la crisis golpeó especialmente a las firmas medianas y a las empresas familiares vinculadas a la confección y al calzado.
La exposición estuvo encabezada por Priscila Makari, directora ejecutiva de la fundación, y Lucía Knorre, economista jefa, quienes describieron una contracción del 14,5% en la producción de textiles y prendas de vestir respecto del mismo período de 2023, junto con una utilización de la capacidad instalada en niveles mínimos históricos. “El consumo real no se recuperó y los precios internos quedaron desfasados frente al aumento de los costos en dólares”, explicó Makari durante la presentación.

A su vez, Galfione sostuvo que “la industria es el motor del desarrollo” y remarcó que para sostener un proyecto de país inclusivo, la política económica debía priorizar la producción nacional y el empleo. “Competir nos hace mejores, pero debemos competir en igualdad de condiciones”, afirmó durante su discurso.
Récord de importaciones
El informe sectorial indicó que, durante los primeros ocho meses de 2025, las importaciones de bienes crecieron 32% interanual, con un récord absoluto en volumen textil y precios FOB por kilogramo en su nivel más bajo desde 2015. El ingreso masivo de productos terminados, en muchos casos a precios de dumping y sin valores criterio aduaneros, desplazó la producción local y favoreció la economía informal.
La cantidad de nuevos importadores aumentó 38% respecto del año anterior, con más de 14.000 CUITs adicionales habilitados para operar. El costo fiscal de la reducción arancelaria sobre la cadena textil e indumentaria se estimó en USD 120 millones para todo 2025. Pro Tejer advirtió que la rebaja unilateral de aranceles y la demora en aplicar reformas estructurales deterioraron la rentabilidad y la competitividad sistémica del sector.
El déficit externo también creció. El documento presentado mostró que entre enero y julio el turismo acumuló un rojo de USD 6.327 millones, mientras que la formación de activos externos alcanzó los USD 14.200 millones, un monto comparable con los desembolsos realizados por el Fondo Monetario Internacional.
Las consecuencias sobre el mercado laboral fueron inmediatas. El empleo asalariado privado total cayó 2% entre diciembre de 2023 y junio de 2025, y la industria manufacturera perdió 33.400 puestos en el mismo lapso. Dentro de esa categoría, el rubro textil, indumentaria, calzado y cuero redujo su plantel en 11.500 trabajadores, lo que equivalió a un recorte del 10% del total registrado.
Durante su discurso, Galfione remarcó que el sector textil siempre fue “el primero en caer y el primero en levantarse”. “Hoy, estamos sufriendo mucho, y más que otros sectores, por lo que estamos anticipando que va a pasar con el resto de la industria. Defender a la cadena de valor textil, es defender a la Argentina”, dijo, y advirtió sobre el impacto de las medidas de desregulación comercial y la apertura indiscriminada de importaciones.
“El año pasado ya advertimos sobre las consecuencias que podía tener una caída abrupta del consumo, la renuncia a administrar en forma inteligente el comercio, liberar todos los controles aduaneros, facilitar las importaciones sustitutivas, demorar las reformas económicas necesarias y reducir unilateralmente los aranceles a las importaciones. Y lamentablemente no nos equivocamos. Estamos en niveles de piso históricos en materia de Utilización de la Capacidad Instalada”, enfatizó el industrial.
Qué hacen en el mundo
El análisis de la fundación incluyó una comparación internacional. Mientras Estados Unidos aplicó leyes de “compre nacional” e incentivos al reshoring, Europa avanzó con regulaciones ambientales sobre la industria de la moda y Brasil lanzó un plan de industrialización por USD 60.000 millones a través del BNDES. En contraste, Argentina redujo aranceles y eliminó barreras paraarancelarias, una decisión que, según los técnicos de Pro Tejer, colocó al país “a contramano del mundo”.

En paralelo a los datos informados por Pro Tejer, desde la Federación de Industrias Textiles (FITA) dieron a conocer las cifras de actividad de julio, que reflejaron una caída de 10,1% interanual, cuando la industria general cayó sólo 1,1%, de acuerdo a las cifras del Indec.
En materia de precios, remarcó el informe, la inflación del sector (Índice de Precios al Consumidor Textil) mostró en agosto una baja mensual de 0,3% y un incremento interanual de 24,4%. Ambas cifras se ubicaron por debajo de la inflación general, con variaciones 1,9% mensual y 33,5% interanual respectivamente. A su vez, los precios mayoristas textiles siguieron la misma tendencia: subieron 1% frente a julio y 18,7% en la comparación anual, rezagados respecto del resto de la industria.
En el plano laboral, en el primer trimestre de 2025 se contabilizaron 98.153 trabajadores formales, lo que implica 4.400 empleos menos que un año antes. “Considerando que el sector textil es una de las principales fuentes de empleo industrial en muchas de las provincias, el contexto actual genera gran preocupación por las consecuencias que implica sobre la generación de valor y la mano de obra en distintas regiones del país”, dijo Luis Tendlarz, presidente de FITA.
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