
Fred Smith, el fundador de FedEx, uno de los pioneros de la logística mundial, murió ayer sábado a los 80 años, tres años después de haber dejado el cargo de CEO de la compañía que había fundado en 1973.
Smith inició la empresa con una flota de 14 aviones Dassault y en 1975, apenas dos años después, con la compañía a punto de quebrar, pudo salvarla tomándose un avión a Las Vegas donde en una mesa de Blackjack ganó 27.000 dólares de entonces (unos USD 162.000 de hoy) con los que pudo cubrir una factura de combustible, uno de los principales costos de la empresa.
Una decisión clave de Smith fue la construcción de un centro de operaciones en Memphis, Tennessee. Hoy sigue siendo el hub más activo de la compañía, que cuenta con una flota de 698 aviones y entrega en promedio unos 16 millones de paquetes por día.
Smith había expuesto su proyecto en la tesis de graduación de sus estudios en la Universidad de Yale, que recibió una baja calificación. Su iniciativa de un servicio de envíos rápidos y fiables era considerada poco viable, pero en los años siguientes fue emulada por empresas como UPS y, ya en el siglo XXI, se convirtió en el corazón del negocio de gigantes del comercio electrónico, como Amazon.
La propia FedEX diversificó sus operaciones, para incluir servicios de transporte de carga y logística a nivel mundial, y fue una de las pioneras a la hora de incursionar decididamente en el mercado asiático.

En 2019 Smith rompió relaciones con Amazon, ofendido porque la compañía de Jeff Bezos había decidido crear su propia red logística. La relación con Amazon fue restablecida el mes pasado por el actual CEO de FedEx, Raj Subramaniam, FedEx se encargará en adelante de la entrega paquetes muy voluminosos de Amazon.
A pesar de esa diferencia, en la carta en que informó la muerte del fundador, Subramanian dijo que Smith había sido “el corazón y el alma de la empresa”, y el alcalde Memphis, Paul Young, dijo que al fundar FedEx Smith no solo había lanzado una empresa sino “cambiado la forma en que el mundo se mueve”.
Otro pionero, también norteamericano, de la logística mundial, fue Malcolm McLean, muerto en 2001, quien en 1956 adaptó un viejo buque petrolero, el “Ideal X”, para transportar 58 cajas de 9 metros de largo cargadas con mercadería desde Newark, New Jersey, a Houston, Texas.
La gran duda era si las “cajas” soportarían el zarandeo en su larga navegación por la costa este de EEUU y el Golfo de México, o se perderían en el mar, como auguraban muchos. Lo soportaron, y así nació la era global de los contenedores y buques portacontenedores, la “contenedorización” que revolucionó el tráfico marítimo y el comercio mundiales.

En septiembre del año pasado FedEx inauguró una nueva ruta diaria entre la Argentina y Estados Unidos, un loop entre Miami y Buenos Aires con escalas en Chile y Ecuador, para ofrecer servicios más directos en rubros de crecimiento de los últimos años, como el comercio electrónico.
“Tenemos una fuerte presencia en el negocio express –en general, paquetería de hasta 50 kilos–, que representa el 80% de nuestro negocio. Este vuelo abre oportunidades para llegar de manera aún más competitiva a los 220 países a los que llega la empresa”, le dijo entonces a Infobae, el chileno Humberto Lira, vicepresidente de operaciones de la compañía para América del Sur.
La estructura de FedEx en la Argentina, adonde llegó en 1991, incluye su operación en Ezeiza, ocho centros de envíos, otros 12 centros autorizados y un staff de 225 empleados, con la cual abarca el 40% de la carga en kilos de exportación movidos en la industria, según datos de la Cámara Argentina de Prestadores de Servicios Internacionales Aeroexpresos (Capsia). El primer vuelo con el que prestó servicios en el país partía de Memphis, el primer y más importante centro de operaciones que había fundado Smith, y hacía escalas en Brasil y Chile antes de llegar a la Argentina.

El nuevo vuelo, en un Boeing 767-300 implica el desafío de llenar el avión con 40.000 kilos de carga todos los días. “Uno de los verticales que más ha crecido los últimos tiempos en la Argentina es lo que denominamos ‘envíos de nostalgia’, clientes que despachan alfajores o dulce de leche a personas queridas. El e-commerce, en general, se mueve mucho”, dijo Lira a este medio.
La Argentina, sin embargo, sigue siendo un país logísticamente poco conectado al mundo, en particular por vía marítima, el principal ducto del comercio global. Según el más reciente “Índice de Conectividad” que anualmente elabora DHL Deutsche Post, el país figura en el puesto 95 sobre 181 países relevados, con un puntaje de 49 puntos en una escala de uno a cien. El Top 3 de países más conectados lo ocupan Singapur, Países Bajos e Irlanda, y los países menos conectados o más aislados del mundo son Guinea Bissau, Yemen y Santo Tomé & Principe.
El mapa de abajo muestra los países con los cuales la Argentina tiene un mayor flujo de intercambio en una suerte de síntesis de varios aspectos: comercio, información, turismo, cultura, según el ranking de DHL.

A su vez, el “Indicador de Desempeño Logístico” que en base a una encuesta mundial a profesionales del sector elabora desde 2007 el Banco Mundial, asigna a la Argentina un muy mal desempeño, principalmente a causa de los trámites aduaneros, pero también por de la infraestructura física pública “incluida la relacionada con la exportación, como puertos, carreteras, dragado de ríos y ferrocarriles”.
“Los trenes son lentos y poco fiables, y sólo se utilizan para transportar mercancías a granel. Los puertos son caros y las carreteras requieren inversiones para su mantenimiento y mejora. La conectividad digital también está por detrás de la de los países vecinos. La mejora de la eficiencia de la inversión pública podría lograrse mediante una gestión de la inversión pública que se centre especialmente en la planificación estratégica de la asignación de recursos y que enmarque las de cisiones en una perspectiva a mediano plazo”, dice otro tramo de último informe sobre desempeño logístico (en inglés, Logistics Performance Index, LPI).
Un indicador altamente revelador del rezago del país en infraestructura y funcionalidad logística es cuánto tardan en llegar a destino final los correos, encomiendas y envíos en general desde el exterior. Para la Argentina la mediana es de 27 días, lo que significa que la mitad de los envíos tardan más de ese tiempo y la mitad tarda algo menos, aunque no mucho; el promedio de los resultados más frecuentes es de 21 días. De 139 países relevados por el Banco Mundial, solo cuatro mostraban en 2023 en esa métrica peor resultado que la Argentina: la llamada “República Democrática” del Congo, donde la mediana de tiempo es de 61 días, Venezuela (38), Guatemala (29) y Paraguay (28).
Por cierto, la Argentina es geográficamente excéntrica, alejada de la gran mayoría de países del mundo. Pero lo mismo vale para Chile y Uruguay, donde la mediana en días para arribos a destino de envíos externos es de 10 y 9 días respectivamente. El grueso de la demora es a causa del tránsito (o no tránsito) dentro de la propia Argentina.
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