
La emisión del Bonte 30, la vuelta de la deuda en pesos a los mercados internacionales, se convirtió en el eje de atención del mercado financiero local. Emitido una semana atrás por el Gobierno con el objetivo de captar divisas para las reservas del Banco Central sin alterar el mercado cambiario ni comprar dentro de las bandas de flotación, el bono mostró una rápida valorización tras su debut en el mercado secundario, generando ganancias inmediatas del orden del 6% en dólares para quienes participaron de la colocación primaria.
Según relató GMA Capital, el nuevo bono comenzó a cotizar “sobre la par, en torno a $ 110,3 (TNA de 25,8%)”, y señaló que “aquellos que lograron ingresar en la colocación ya cuentan con un retorno positivo”. La suba, que implicó una mejora del precio respecto al valor de emisión, resultó llamativa por su velocidad. “En sólo unos días, los tenedores se encuentran un 6% arriba en dólares con su posición en pesos”, afirmó la misma consultora.
La Sociedad de Bolsa Cohen también destacó el comportamiento alcista del Bonte 30. En su informe del 5 de junio, detalló que “debutó en el mercado secundario con un alza de 8,8%, cerrando en $108,9”, lo que provocó una compresión de tasas “del 29,5% TNA a 26,2% TNA, reflejando una gran recepción en los mercados”.

Ese movimiento llamó la atención no sólo por el retorno inmediato que otorgó a los inversores, sino también por lo que reveló sobre el diseño de la licitación. Desde el sector privado surgieron lecturas que señalaron que el Tesoro pagó una tasa superior a la que exigía el mercado, con el objetivo de garantizar una colocación exitosa.
Un operador del mercado afirmó en off the record que “el salto en la cotización del Bonte 30 en sus primeros días de operación en el mercado secundario muestra que se concedió más tasa de la que corresponde por la curva en pesos en el mercado”. Según su visión, esto se explicó por dos factores: “por un lado hay un premio para los no residentes que entraron a la colocación primaria, con 6% de ganancia en dólares en pocos días. Y por el otro te muestra que el cepo todavía no terminó: una vez que se operó en pesos, las personas jurídicas que todavía tienen trabas para el acceso al mercado cambiario se mostraron bien dispuestas a pagar algo de más con tal de dolarizarse”.
El análisis de Outlier respaldó parcialmente esa idea. Aunque reconoció que la emisión fue bien recibida localmente, remarcó que “la licitación del Bonte 30 —interpretada inicialmente como una posible señal de reapertura hacia los mercados internacionales— no logró revertir el deterioro del sentimiento sobre Argentina”. En la misma línea, indicó que “la emisión del Bonte 30, aunque bien demandada localmente, no generó el impacto esperado”, y agregó que “el comportamiento del mercado cambiario y la licitación del Bonte 30 expusieron divergencias entre la percepción local y la internacional”.

Para Outlier, la reacción positiva del mercado interno contrastó con la persistente cautela externa. “En el mercado externo no son tan optimistas como los locales”, señalaron. Esa diferencia quedó plasmada, según el informe, en que el bono “cerró en $108.85, lo que representa una ganancia de casi 9% desde el momento en que los inversores locales pudieron acceder”.
Otro aspecto mencionado por esta consultora fue el uso del bono como mecanismo para fortalecer las reservas del Banco Central en un contexto de metas con el FMI. “Finalmente, y a través de mecanismos ‘novedosos y creativos’, el gobierno terminó ‘comprando’ USD 1.000 millones para fortalecer las reservas a través de la colocación de un bono”, señaló el documento, y precisó que “el precio de $1.148 pareció también funcionar de ‘piso’ a la cotización”.
La consultora 1816 coincidió en que el objetivo de la colocación no se limitó a captar financiamiento, sino que tuvo implicancias en el frente cambiario y en las negociaciones con el FMI. Su informe del 5 de junio enumeró los factores necesarios para alcanzar la meta de reservas netas del organismo, y mencionó entre ellos la “emisión bono pesos offshore por USD 1.000 millones”.
En cuanto al comportamiento del bono, 1816 señaló que “el Bonte 30 cotizó a 109 en su primera rueda, un debut auspicioso (más que compensó la subida de 3,3% del peso desde la licitación), que trae a la memoria la experiencia del TO21 en octubre de 2016”. Esa referencia a la emisión de deuda en pesos de ese año apunta a otro intento oficial por atraer fondos del exterior mediante títulos en moneda local.

El contexto en el que se lanzó el Bonte 30 mostró particularidades. Según Outlier, el instrumento apareció en medio de “una acumulación de reservas que aporta ruido por su retraso, y sugiere un sesgo electoral en la política económica”. La consultora también remarcó que “el gobierno parece priorizar la consolidación de la desinflación como ancla política, manteniendo implícitamente un régimen de ancla cambiaria”.
Además, Outlier destacó que la licitación del Bonte 30 no funcionó como “catalizador para romper hacia abajo el diferencial de riesgo”, sino que “terminó convalidando el nivel actual”. A eso sumó el hecho de que “la buena demanda que, no obstante la tasa, tuvo el Bonte 30, quizás deja espacio para algunas licitaciones más que permitan incorporar más reservas”.
La evolución de los precios en los días posteriores a la emisión hizo patente que las personas jurídicas todavía viven incómodas bajo las trabas cambiarias remanentes. Aunque el gobierno no emitió deuda en dólares ni recurrió al mercado de cambios, las tensiones asociadas a las restricciones cambiarias siguen vigentes y afectan las decisiones de los agentes económicos.
Los informes también ofrecieron pistas sobre la estrategia a futuro. Para GMA Capital, las ganancias inmediatas que generó el bono podrían “favorecer este tipo de colocaciones en el exterior”, dado que “los inversores extranjeros ven que pueden conseguir un premio al entrar en la licitación” y que “el Gobierno obtiene divisas a un tipo de cambio atractivo, sin dolarizar su deuda, y suma reservas que cuentan para las metas con el FMI”.
1816, en tanto, dejó abierta la posibilidad de nuevas colocaciones, al observar que el Tesoro “se mostró generoso con los inversores” y que el Bonte 30 “abrió la puerta a explorar nuevas emisiones”. Ese eventual calendario de licitaciones quedará condicionado por el comportamiento del mercado, la evolución del tipo de cambio y las tensiones fiscales de las próximas semanas.
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