
Amén de al “cambio cultural” y la “remonetización” de la economía, los anuncios del jueves apuntan a secundar los resultados que hasta ahora tuvo la política cambiaria inaugurada el 11 de abril. Esto es, un dólar que “flota” en una banda amplia ($1.000 a 1.400 al inicio, con ensanche mensual), pero se ubica en la parte inferior, lo que ayuda a la “desinflación” de la economía y al aumento de los salarios en dólares.
Estimular el uso de “dólares del colchón” en un contexto de superávit fiscal y política monetaria ortodoxa, sirve de contrapeso a un contexto en que el gobierno se aferra al superávit fiscal y el Banco Central no emite pesos que “oxigenen” la economía. Que entonces lo hagan los dólares, yendo de paso hacia la “economía bimonetaria”.
El nuevo esquema cambiario tal vez no alcanzara para estimular el consumo y la actividad económica, que venía flaqueando. Como destacó el informe de cierre de semana de Invertir en Bolsa, el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), el indicador más cercano al PBI, que el Indec difundió en la semana, registró un crecimiento interanual del 5,6%, pero una caída “desestacionalizada” del 1,8% respecto de febrero.
Reforzar la delantera
Inflación en baja, pero demanda y actividad debiluchas no parece un combo tan robusto de cara a un desafío electoral. De hecho, un informe de Jorge Vasconcelos, economista jefe del Ieral de la Fundación Mediterránea, recuerda que esas fueron las condiciones en que el gobierno de Mauricio Macri afrontó, en agosto de 2019, las PASO que anticiparon su derrota de octubre y disolvieron lo que quedaba de su política de reordenamiento gradual de la economía. Ese mes, hasta el fatídico 11 de agosto, la inflación apuntaba a un 1,5% mensual, hito que el actual gobierno aún no alcanzó.
“La expectativa hacia adelante, en caso de sostenerse el tipo de cambio entre el piso y el centro de la banda y con las dudas con respecto al acuerdo con el FMI y al futuro del esquema cambiario despejadas, es sumamente positiva. La desinflación debería continuar dados los fundamentos”, dice el informe de cierre de semana de IEB.

Vasconcelos, por su parte, recuerda que en la segunda mitad de su gestión, Macri enfrentó “una severa crisis de confianza, con pérdida de reservas y presiones devaluatorias, que terminaron en el rediseño de políticas tras un acuerdo con el FMI”.
A mediados de 2018, el FMI hizo un mega-aporte de fondos y se encarriló en parte la economía financiera, pero el nivel de actividad y los salarios tardaron demasiado en empezar a recuperarse. El saldo político fueron los resultados de las PASO, casi un funeral para el entonces oficialismo.
“En 17 meses, a partir de febrero de 2018 y hasta julio de 2019, en su medición desestacionalizada, el PIB demoró nueve meses en llegar al piso de ese ciclo (6,6% por debajo del nivel base), y desde ese momento recuperó apenas un 2,8% acumulado en ocho meses hasta julio de 2019. En ese último mes, el PIB todavía se encontraba un 4% por debajo del punto de partida (febrero de 2018)”, recapitula el informe del Ieral.
La actual es una dinámica muy diferente. En los 17 meses desde noviembre 2023, en que asumió Milei, se tocó piso (en abril 2024) muy rápido, pero el rebote fue mucho más pronunciado (ver arriba). El PBI estimado de este abril fue ya 3,7% superior al de noviembre 2023. Hay 7,7 puntos porcentuales de diferencia entre los 4 negativos del PBI pre-electoral de Macri y los 3,7 positivos que lleva hasta ahora Milei.
Dinámica salarial
Buena parte de esa diferencia se debe a la evolución de los salarios del sector privado formal en dólares, al tipo de cambio oficial. Si bien son hoy similares a lo que eran bajo Macri (unos 1.300 dólares de marzo 2025), la evolución previa es muy dispar: fuerte caída entre 2018 y 2019 vs fuerte aumento entre 2024 y 2025 (ver abajo)
Sucede, dice el informe, que Milei heredó una economía con una inflación desbocada, enredada en cepos, huérfana de financiamiento, más allá del “forzoso” que hacían los proveedores de bienes y servicios del exterior y que llevó a una enorme deuda comercial. Todas cuestiones claramente atribuibles al gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner.
Además de una diferente trayectoria, influyó que a fines de 2023 la población intuía que la situación era insostenible y aceptó un rápido ajuste bajista del salario en dólares, piso alcanzado en febrero 2024 y desde el que hubo un repunte gradual, pero sostenido, que podría tener correlato electoral, aunque los de octubre sean comicios legislativos. De ahí el énfasis oficial en “nacionalizar” la campaña, incluso en una elección de legisladores locales, como fue la del domingo 18 en CABA.
Es una dinámica que el gobierno busca preservar, y en lo posible reforzar, con el uso de “dólares del colchón”. Más “nafta para la economía” (así lo definió Federico Furiase, miembro del equipo económico, días antes de los anuncios), pero sin emitir pesos y con un tipo de cambio bajo, que sostenga los salarios dólares, salpimentado con desregulaciones que no solo contengan, sino incluso abaraten precios (electrónica, aluminio, algo en ropa, algo en alimentos).
El ojo fiscal de las provincias
Consultado por Infobae, Vasconcelos señaló, “efectivamente, los dólares del colchón al principio pueden ayudar a sostener el nivel de actividad”, aunque de otro lado consideró “difícil” que en una primera etapa se vea algún flujo extra que aumente los depósitos en dólares.
“Entiendo que ahorros más importantes van a esperar la salida de la ley que proteja esas operaciones contra futuras auditorias, y no parece posible todavía estimar el alcance en cuanto a depósitos bancarios”, respondió el economista
Por último, advirtió, algunas empresas o personas podrían temer que las oficinas de recaudación provinciales “podrían estar muy atentas a los movimientos financieros que se puedan dar en sus respectivas jurisdicciones”.
Esto es, que las provincias husmeen en los resultados de la consigna oficial “tus dólares, tu decisión” para agregarle “y mi recaudación”.
A más largo plazo, advierte el Ieral, el gobierno deberá afrontar algunas dinámicas, tal vez insostenibles, como la de las cuentas externas. En los doce meses transcurridos hasta abril de 2025, precisa, mientras el PBI aumentó 7,7%, las importaciones no energéticas lo hicieron 38,5%, cinco veces más, cuando la relación normal (o “elasticidad”) es que lo haga tres veces.
Para peor, los datos de comercio exterior que este viernes difundió el Indec marcan que las exportaciones energéticas, puntal de la balanza comercial, retrocedieron en valor un 10% en abril, pese a un aumento del 4% en las cantidades exportadas, debido a la caída del 14% de los precios internacionales, gentileza de la política del presidente de EE.UU., Donald Trump.
Algo tendrá que ceder.
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Según el economista, “el precio hoy es el de un mercado rengo, falta el sector público comprando”. Pese a las nuevas medidas, señaló, la salida de los “dólares del colchón” será lenta. Y afirmó que el Tesoro, con superávit fiscal, para pagar intereses de deuda, o el BCRA, para acumular reservas, deberían comprar. “Cuando me dicen que Madrid está barato me preocupa”

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