El nuevo Papa y la herencia económica de León XIII: claves de una elección simbólica en plena era digital

Al adoptar el nombre de quien escribió Rerum Novarum, el pontífice remite a un tiempo de aceleración tecnológica, tensiones sociales y redefiniciones políticas que resuenan con el presente

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El recién electo Papa León
El recién electo Papa León XIV, el cardenal estadounidense Robert Prevost aparece en el balcón de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, el 8 de mayo de 2025 (Foto: Reuters)

Desde el momento en que se conoció la elección de Robert Prevost como sucesor del Papa Francisco se difundieron interpretaciones sobre el significado político y religioso del nuevo jefe de la Iglesia Católica.

Además de las referencias a su biografía, desde su nacimiento y su vida hasta su temprana juventud en Estados Unidos y su experiencia pastoral en Chiclayo (Perú, país del que también adoptó la nacionalidad), que recordó en su primer mensaje desde los balcones de la Basílica de San Pedro, se destaca la elección del nombre con el que ejercerá su papado, León XIV.

Su predecesor de nombre, el italiano Gioacchino Pecci, León XIII, Papa entre 1878 y 1903, fue el autor de la carta encíclica Rerum Novarum (De las cosas nuevas”, “De los cambios políticos” o “ De los cambios revolucionarios”, según distintas traducciones del latín al español), origen de la llamada “Doctrina Social de la Iglesia”, distante tanto de las posturas más conservadoras de la Iglesia como de la posterior “Teología dela Liberación”, que combinó la prédica cristiana con el análisis marxista.

Marx y Engels habían publicado “El manifiesto comunista”, en 1848 se desencadenó una ola revolucionaria en Europa y la “segunda revolución industrial” generaba brechas que abonaban el avance entre los sindicatos de la tesis de la “lucha de clases”

Rerum Novarum se difundió en un contexto que guarda similitudes con los tiempos actuales. Desde mediados del siglo XIX se vivía una situación de euforia revolucionaria y, a la vez, acelerado cambio tecnológico. En 1847 Karl Marx y Friedrich Engels habían publicado “El manifiesto comunista”, al año siguiente se desencadenó una oleada revolucionaria en Europa y la llamada “segunda revolución industrial” generaba diferencias de ingresos y riquezas que favorecía el avance entre los sindicatos de la tesis marxista de la “lucha de clases”.

En la segunda mitad del siglo XIX se había ido generalizando el uso de ascensores, que dio más vigor a la construcción de edificios en altura, se perfeccionó el método Bessemer, que abarató la producción de acero, se creó el motor de combustión interna, que transformó la industria automotriz y revolucionó la movilidad y el transporte, se empezaron a fabricar las primeras máquinas de escribir de tamaño razonable, el químico ruso Dmitri Mendeleiev publicó la original “Tabla Periódica de los Elementos” y en los años siguientes se fueron descubriendo las primeras “tierras raras”, hoy clave en la contienda geoestratégica entre EE.UU. y China.

Fueron décadas en las que se conoció la pasteurización y refrigeración de alimentos, el sueco Alfred Nobel creó la dinamita, el norteamericano Thomas Alva Edison, que hizo de la invención una industria, creó la bombilla eléctrica que, en palabras del escritor de ficción y divulgador científico Isaac Asimov “empezó a alejar la negrura de la noche” y a su vez facilitó las actividades nocturnas y la extensión de la jornada laboral.

Con la "lámpara incandescente" o
Con la "lámpara incandescente" o "bombilla eléctrica", Edison "alejó la negrura de la noche", que cambiaría desde hábitos hasta los horarios de trabajo (Foto: Getty Images)

En aquellos años se pasó del telégrafo al teléfono, el croata Nikola Tesla construyó el primer motor de corriente alterna, el sueco Alfred Nobel creó la dinamita, de uso intensivo en minería, el alemán Carl Benz construyó el primer auto “práctico” con motor a combustión interna, hallazgos del norteamericano Martin Hall y el francés Paul Héroult dieron lugar a un método más barato y eficiente de producción de aluminio y el británico John Dunlop creó el neumático, que mejoró la suspensión de los autos y facilitó su difusión.

Situación de los obreros

La suerte de subtítulo que encabeza la encíclica, abundante en referencias económicas, es “Sobre la situación de los obreros”, en torno de cuya orientación política y situación económica León XIII estaba muy preocupado , como muestran sus primeras palabras: “Despertado el prurito revolucionario que desde hace ya tiempo agita a los pueblos, era de esperar que el afán de cambiarlo todo llegara un día a derramarse desde el campo de la política al terreno, con él colindante, de la economía”.

Los socialistas creen que trasladando los bienes de los particulares a la comunidad se podría curar el mal presente. Pero esta medida es tan inadecuada que incluso perjudica a las propias clases obreras y es injusta

Rerum Novarum afirma repetidamente la propiedad privada como parte de la “ley natural” y en armonía con los principios cristianos. Refleja también la preocupación de la Iglesia por “la acumulación de las riquezas en manos de unos pocos y la pobreza de la inmensa mayoría” y se opone firmemente a “la solución socialista”.

Así lo afirma: “los socialistas, atizando el odio de los indigentes contra los ricos, tratan de acabar con la propiedad privada de los bienes, estimando mejor que, en su lugar, todos los bienes sean comunes y administrados por las personas que rigen el municipio o gobiernan la nación (...). Pero esta medida es tan inadecuada para resolver la contienda, que incluso llega a perjudicar a las propias clases obreras; y es, además, sumamente injusta, pues ejerce violencia contra los legítimos poseedores, altera la misión de la república y agita fundamentalmente a las naciones”.

Otro pasaje subraya la crítica eclesial a “algunos restauradores de desusadas opiniones” que si bien “conceden, es cierto, el uso del suelo y los diversos productos del campo al individuo, le niegan la existencia del derecho a poseer como dueño el suelo sobre que ha edificado o el campo que cultivó”.

Propiedad privada

Según la encíclica, “la totalidad del género humano (…) encontró en la ley de la misma naturaleza el fundamento de la división de los bienes y consagró, con la práctica de los siglos, la propiedad privada como la más conforme con la naturaleza del hombre y con la pacífica y tranquila convivencia. Y las leyes civiles, que, cuando son justas, deducen su vigor de esa misma ley natural, confirman y amparan incluso con la fuerza este derecho”.

Por si los pasajes previos no bastaran, en otro tramo Rerum Novarum exhorta a “rechazar de plano esa fantasía del socialismo de reducir a común la propiedad privada, pues que daña a esos mismos a quienes se pretende socorrer (…)“.

Y cuando plantea el problema de mejorar “la condición de las clases inferiores –vocabulario decimonónico-, reitera que “se ha de tener como fundamental el principio de que la propiedad privada ha de conservarse inviolable”.

La invención del motor a
La invención del motor a combustión interna y de los automóviles cambiaron la movilidad urbana, el transporte y la vida económica y social (Foto: Cuartoscuro)

La encíclica rechaza la idea de que “una clase social sea enemiga de la otra, como si la naturaleza hubiera dispuesto a los ricos y a los pobres para combatirse mutuamente en un perpetuo duelo (…). Ambos, dice, “se necesitan en absoluto: ni el capital puede subsistir sin el trabajo, ni el trabajo sin el capital”.

Pero advierte: “Oprimir para su lucro a los necesitados y a los desvalidos y buscar su ganancia en la pobreza ajena no lo permiten ni las leyes divinas ni las humanas. Y defraudar a alguien en el salario debido es un gran crimen”.

El rol del Estado

Subrayados el “derecho natural” y el rechazo a la lucha de clases, la encíclica dice que, “en relación con los proletarios (…) la Iglesia quiere y se esfuerza en que salgan de su misérrimo estado” e inquiere sobre “qué parte de ayuda puede esperarse del Estado”.

Los que gobiernan, sigue, tienen como deber hacer que de la administración del Estado “brote espontáneamente la prosperidad tanto de la sociedad como de los individuos, ya que éste es el cometido de la política y el deber inexcusable de los gobernantes”.

Pero aclara que lo que más contribuye a la prosperidad “es la probidad de las costumbres, la recta y ordenada constitución de las familias, la observancia de la religión y de la justicia, las moderadas cargas públicas y su equitativa distribución, los progresos de la industria y del comercio, la floreciente agricultura y otros factores de esta índole”.

Y concluye de modo equidistante al destacar, entre los deberes del gobierno “defender por igual a todas las clases sociales, observando inviolablemente la justicia llamada distributiva”.

Concepto a la vez emparentado con la “justicia social”, que Javier Milei considera “una aberración”.

Según el presidente argentino, “la tecnología es la mayor muestra de las capacidades del ser humano, tanto a nivel individual como colectivo; cada innovación tecnológica es un paso que ha dado el hombre en solucionar un problema, permitiéndose tener tiempo ocioso para resolver el siguiente”.

Milei, en el acto en
Milei, en el acto en que condecoró a Jesús Huerta de Soto. Según el presidente la "justicia social" es "una aberración". Y el profesor español considera al Estado "la encarnación institucional del Anticristo"

Hace dos semanas Milei condecoró con la Orden de Mayo a Jesús Huerta de Soto, a quien calificó de “coloso de las ideas de la libertad”. En su discurso, Huerta de Soto definió al Estado y al poder político como “la encarnación institucional del Anticristo” y al estatismo como “la principal amenaza para la humanidad”.

Rerum Novarum, texto al que probablemente remita el nuevo Papa, defendía la propiedad privada, rechazaba la lucha de clases y afirmaba la subsidiariedad del Estado en un contexto mundial agitado por el conflicto político (que aquella vez, se manifestó, dos décadas después, en la revolución rusa y la primera guerra mundial) y un acelerado cambio tecnológico. Como ahora.

Interrogantes contemporáneos

¿Hasta dónde avanzarán la digitalización y una virtualidad que llevó al filósofo italiano Luigi Zoja a hablar de “La muerte del prójimo”? ¿Podrá la “transición energética” detener o mitigar el “cambio climático”? ¿Hasta dónde llegará la confrontación geoestratégica entre EEUU y China? ¿Cuánto cambiará la Inteligencia Artificial el mundo del trabajo, el arte, la política y tantos otros? ¿Cuáles serán sus efectos sobre la distribución del ingreso y de la riqueza?

Rerum Novarum, la “encicliconomía” vaticana de hace más de 130 años, no provee las respuestas, pero sí invita a formular mejores preguntas.