
De la herencia económica que el ministro candidato Sergio Massa se dejará a sí mismo o a su oponente en el balotaje, Javier Milei, el Banco Central, sin dudas, concentra lo peor de todo. Tal vez no sea el origen de todos los males -un debate que la campaña no terminó de saldar- pero sí es el reflejo de todos ellos.
La foto es conocida casi hasta el hartazgo: reservas negativas por más de USD 10.000 millones, lo que significa que el Banco Central no tiene recursos propios, con un pasivo en las célebres Leliq y Pases superior a los USD 25.000 millones calculada al dólar financiero y una deuda comercial que duplica el promedio histórico y asciende según las últimas actualizaciones privadas a unos USD 54.000 millones.
A esa cifra se suma el pago atrasado de utilidades y dividendos que las compañías no pudieron girar al exterior, cuyo monto es más difícil de estimar pero se proyecta entre 5.000 y 7.000 millones de dólares.
En pocas palabras, el BCRA acumuló desequilibrios de tal magnitud que difícilmente los dólares de la próxima cosecha, aun cuando sea récord, junto con los de la minería y el superávit energético sean suficientes. Particularmente de cara a una gestión que enfrentará una verdadera puja por la distribución de esas divisas.
La necesidad de sostener la actividad económica destinando gran parte del flujo de dólares al pago de importaciones competirá, igual que lo ocurrido en los últimos años, con la necesidad de acumular reservas para enfrentar presiones cambiarias cualquiera sea el esquema monetario que se termine imponiendo.
La recomposición de reservas internacionales será, a su vez, clave para garantizar los pagos de la deuda con los diferentes acreedores pero, a la vez, también lo será saldar la deuda comercial con proveedores del exterior se convertirá en una cuestión central para recuperar credibilidad y también mercados.

Desde esa perspectiva, la del Ministerio de Economía será, sin dudas, la silla más caliente en el próximo gobierno, mientras que la del Banco Central será la verdadera “silla eléctrica”.
“El próximo año van a ser distintos los intereses y sectores que van a estar pujando por los dólares que vayan a ingresar por parte del agro y la energía, porque hay diferentes necesidades que van a surgir: la primera de todas, recomponer las reservas netas, pero también habrá deuda remanente por la no remisión de dividendos y utilidades, la deuda comercial con importadores de bienes y servicios, además de los dólares que serán necesarios para seguir financiando nuevas importaciones para no frenar tanto la actividad económica”, detalló el economista de Ecolatina, Santiago Manoukian en un informe a clientes.
A la cuenta, claro, sumó la deuda con bonistas extranjeros, que también demandará unos USD 3.000 millones, de los cuales la mitad se deberán desembolsar el próximo 9 de enero.

Para coronar el cuadro, también operarán vencimientos con los organismos multilaterales como el BID y Banco Mundial que serán difíciles de refinanciar sin un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, otro factor a tener en cuenta: cuál será el orden de prioridad para la administración de reservas que impondrá el FMI en pos de reformatear el acuerdo con la Argentina.
Sólo en el primer trimestre, los vencimientos por el pago de la deuda superan los USD 6.000 millones. El flujo de ingreso de divisas, en tanto, todavía afectado por la sequía que también impactó en el trigo, se ubicarían bien por debajo de esa cifra.
La frazada es más que corta: en el mundo de las empresas, la mayor preocupación hoy es cuándo podrán empezar a cancelar las deudas ya que se les empieza a restringir el envío de productos e insumos, aun cuando gran parte de ese crédito comercial es entre empresas emparentadas (intercompany).
Un informe de Romano Group calculó que las importaciones ya realizadas que esperan para ser pagadas alcanzan un stock total de USD 54.000 millones, un nivel que está cerca del 80% por encima de su valor habitual.

“Entendemos que no necesariamente será prioridad para el BCRA esta situación, donde implícitamente ha decidido no otorgar las divisas para los compromisos que ya son exigibles. El problema ahora radica en empresas que no pueden seguir importando ya que el financiamiento del exterior se ha cortado, por lo que faltantes podría ser la normalidad”, advirtió el informe de la consultora de marras.
Para Santiago Manoukian, en tanto, será un gran desafío para el gobierno entrante encontrar algún mecanismo que permita despejar este frente, tal vez con la aplicación de algún cronograma, en un contexto de reservas internacionales en niveles mínimos históricos y en el que ni la nueva cosecha ni la reversión del déficit energético lograrán salvar la situación.
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