
El uso del tradicional cheque en papel se encamina hacia un progresivo ocaso, reemplazado por dos herramientas virtuales y más modernas: el cheque electrónico y las transferencias. La pandemia redujo su utilización a la vez que sus competidores se expandieron en un contexto de expansión de todos los medios de pagos digitales.
Por necesidad o por comodidad, el e-cheq se popularizó y crece a un ritmo exponencial, incorporando ventajas tanto para cancelar pagos al contado como para hacerlo a plazos.
El total de cheques emitidos en la Argentina, incluyendo ambas versiones, se redujo un 27% durante la pandemia. En enero de 2020 se emitió un volumen total de 6,6 millones de cheques; en septiembre pasado, esa cifra se redujo a 4,8 millones. Pero al mismo tiempo, ese lapso de tiempo marcado por el funcionamiento limitado de las sucursales bancarias por la pandemia hizo explotar el e-cheq. Según datos del mercado a los que accedió Infobae, en marzo de 2020 se emitieron 22.000 cheques digitales por $8.000 millones, y en septiembre último se elevó a más de 1.290.000 e-cheq por $687.000 millones. El crecimiento fue del 5.600 por ciento.

Las principales ventajas del e-cheq pasan por la comodidad para emitirlo y enviarlo por canales digitales, la cantidad de endosos sin límites, su posibilidad de negociarlo en el mercado de capitales y trazabilidad. Este último punto es clave: el librador de un cheque electrónico siempre puede seguir su recorrido por distintas manos, tantas veces como sea endosado, algo imposible en el cheque físico.
Además, otro beneficio que trajo el cheque electrónico sobre el tradicional reside en la reducción de la cantidad de rechazos. Ocurre que los cheques no son rechazados únicamente por falta de fondos. Existen múltiples causales, las más usuales vinculadas a los errores materiales. Una fecha errónea o un apellido mal escrito genera el rechazo del cheque y, con ello, la multa y las demoras. Esos errores formales, que representan la mayor proporción de los rechazos, son evitados en su mayoría en el uso del e-cheq.
La comparación en ese sentido es contundente. En marzo de 2020, en el pico de las dificultades de la pandemia, fue rechazado el 5,1% de los cheques físicos cobrados, mientras que en el caso de los e-cheq los rechazos llegaron a solo el 2,61%. En septiembre pasado, con la actividad comercial más cercana a la normalidad, la cantidad de cheques en papel rechazados fue de 2,39% contra apenas 0,88% de los e-cheq.

“El e-cheq fue clave para que durante la pandemia, en especial los meses con las mayores restricciones, no se cortara la cadena de pagos. El crecimiento en el último año fue exponencial”, contó a Infobae Atilio Velaz, CEO de Coelsa, la empresa que maneja la cámara compensadora de cheques. Desde la compañía, a comienzos de este año ya habían anticipado que para 2022 habrá más cheques electrónicos que físicos y que es probable que en 5 años en la Argentina ya no se utilicen cheques físicos.
“Antes de la pandemia, en el segmento de pago a proveedores, el 70% de los pagos se hacían con cheques y el 30% a través de transferencias electrónicas. Hoy, la proporción es la inversa, aún cuando se pacten pagos a plazos”, agregó Velaz. De ese modo, las herramientas electrónicas cubren ambas funciones del cheque tradicional, como medio de pago y de financiamiento.
A la hora de decidir cómo pagar, para pyme y comerciantes a hay otro factor influyente: los impuestos. Una tendencia creciente en este sentido, explican en Coelsa, es la de cambiar los cheques por efectivo al momento de su vencimiento, para de esa manera evitar su depósito en el banco y, con ello, las retenciones generadas por diversos tributos, tales como el impuesto al cheque o Ingresos Brutos. Quienes disponen del efectivo, pueden ahorrarse los descuentos tributarios.
En el mercado de los pagos entre empresas, se asoma otra novedad. En el marco del plan Transferencias 3.0, que dispone la interoperabilidad de todos los pagos con código QR, el Banco Central dispuso que todas las cuentas bancarias o virtuales pertenecientes a personas jurídicas, así como las cuentas corrientes de personas físicas, deban tener un código QR. Eso les permitirá recibir pagos a través de transferencias. Una vía más para reemplazar al tradicional cheque de papel.
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